Capítulo 31: El Miedo en los Ojos de Nikole

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El vapor de la ducha aún cubría la piel de Axel mientras salía del baño, envuelto en una toalla. Su mente seguía vagando entre lo que acababa de suceder y las advertencias de Anna. Se sentía cansado, no solo físicamente, sino emocionalmente. Cada día descubría algo más sobre sí mismo que lo acercaba al abismo que tanto temía.

Al llegar a su habitación, abrió la puerta con un leve empujón, pero en cuanto cruzó el umbral, una sensación extraña lo invadió. Algo no estaba bien. Axel sintió una presencia en la habitación, y sus sentidos, afilados por su naturaleza sobrenatural, se pusieron en alerta. No pensó, solo reaccionó.

En un abrir y cerrar de ojos, utilizó su fuerza y rapidez sobrenaturales para abalanzarse sobre la figura que estaba en la sombra, sujetándola con fuerza contra la pared. El tiempo pareció detenerse por un segundo.

—¿Quién eres? —gruñó Axel, con los ojos ardiendo de rabia y confusión.

Fue solo cuando la tenue luz del pasillo iluminó mejor la figura que tenía atrapada que se dio cuenta de lo que había hecho. Era Nikole.

Su corazón se detuvo por un momento. Inmediatamente, Axel soltó su agarre, retrocediendo un paso. ¿Qué había hecho?

—Nikole... —murmuró, su voz cargada de sorpresa y miedo—. ¿Qué haces aquí?

Nikole lo miraba con ojos llenos de terror, su cuerpo temblando ante lo que acababa de suceder. No era el Axel que conocía; por un instante, vio algo oscuro y peligroso en él, algo que no podía comprender del todo. El hombre que le había prometido que no la pondría en peligro acababa de hacerlo sin siquiera darse cuenta.

—Lo... lo siento... —dijo Nikole en un susurro, su voz rota por el miedo—. Yo solo quería ver si estabas bien...

Pero antes de que Axel pudiera decir algo más, Nikole salió corriendo de la habitación. El sonido de sus pasos resonaba en el pasillo, mientras bajaba rápidamente las escaleras, huyendo de lo que acababa de suceder.

Axel dio un paso hacia la puerta, pero algo lo detuvo. Sabía que no era el momento de seguirla. Su corazón latía con fuerza, y su mente estaba enredada en confusión y culpa. No podía borrar la imagen de los ojos de Nikole llenos de terror, y se maldecía a sí mismo por lo que había hecho.

Bajando las escaleras apresuradamente, Nikole se topó con Marcela, su hermana, en el recibidor. Marcela notó de inmediato el estado de Nikole. Su respiración agitada, el miedo en su rostro.

—Nikole, ¿qué ha pasado? —preguntó Marcela, acercándose a su hermana con preocupación.

Nikole, sin poder controlar sus emociones, simplemente negó con la cabeza, sus labios temblando.

—Tenemos que irnos... —fue lo único que pudo decir antes de derrumbarse en los brazos de Marcela.

Nathaniel, que había estado observando desde la distancia, notó que algo grave había ocurrido. Su mirada se endureció, y con una voz firme, llamó a Jacob, quien estaba esperando cerca de la entrada principal.

—Jacob, escolta a las señoritas de regreso a su casa —ordenó Nathaniel—. No es seguro que vayan solas después de lo que ha pasado esta noche. Asegúrate de que lleguen a salvo.

Jacob, siempre obediente y atento, asintió y se acercó a las hermanas.

—Señoritas, permítanme acompañarlas de regreso al pueblo. Estarán seguras conmigo.

Marcela, sin hacer más preguntas, asintió y abrazó a Nikole con fuerza antes de tomarla de la mano.

—Vámonos, Nikole. Todo estará bien —dijo en un intento de calmar a su hermana, aunque ella misma estaba llena de dudas.

Con la salida de las hermanas, Nathaniel permaneció en el vestíbulo, su mente trabajando rápidamente para entender qué había sucedido. Sabía que algo había cambiado en Axel. Algo oscuro estaba tomando control, y no podía permitirse ignorarlo.

Cuando los pasos de Jacob y las chicas se desvanecieron en la distancia, Nathaniel subió las escaleras lentamente, sus pensamientos enfocados en su hermano. Tenía que averiguar qué era lo que Axel ocultaba.

Al llegar a la puerta de la habitación de Axel, Nathaniel la golpeó suavemente antes de entrar. Axel estaba de pie frente a la ventana, mirando al horizonte, perdido en sus pensamientos. Aún no se había cambiado de ropa, y sus hombros estaban tensos, como si estuviera luchando contra algo dentro de sí.

—¿Qué ha pasado, Axel? —preguntó Nathaniel, su tono serio pero lleno de preocupación.

Axel no se giró. Mantuvo su mirada fija en la oscuridad exterior, como si encontrara consuelo en la tranquilidad del paisaje.

—Lo arruiné, Nathaniel —dijo finalmente, su voz baja y cargada de culpa—. Hice que Nikole me tuviera miedo.

Nathaniel frunció el ceño, dando unos pasos hacia su hermano.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué fue lo que sucedió?

Axel cerró los ojos, intentando ordenar sus pensamientos antes de responder.

—Perdí el control... otra vez. La sentí entrar en mi habitación, y mi instinto... simplemente reaccionó. No me di cuenta de que era ella hasta que ya la había sometido. Vi el miedo en sus ojos, Nathaniel. Y lo peor de todo es que lo entiendo. Yo también tengo miedo de lo que me estoy convirtiendo.

Nathaniel observó a su hermano, comprendiendo el peso de las palabras de Axel. Se acercó más y puso una mano firme en su hombro.

—Escucha, Axel. Estás luchando contra algo enorme. Nadie espera que lo entiendas todo de inmediato. Pero lo que te hace diferente es que, a pesar de todo, aún te importa lo que los demás piensen de ti. Todavía te importa Nikole.

Axel respiró hondo, dejando que las palabras de su hermano lo calmaran un poco.

—No sé cómo seguir adelante —admitió—. Siento que cada vez que intento controlar lo que soy, solo termino hiriendo a las personas que me importan.

Nathaniel lo miró con una mezcla de simpatía y firmeza.

—No estás solo en esto, Axel. Lo que te está sucediendo es algo que ninguno de nosotros comprende del todo. Pero mientras sigas luchando por no perderte, siempre tendrás una oportunidad.

Axel asintió lentamente, pero la duda aún lo consumía. Sabía que la batalla más grande aún estaba por venir, y no tenía idea de cómo enfrentarse a ella sin destruir todo lo que amaba.

Mientras tanto, Nikole y Marcela viajaban de regreso al pueblo, sin saber que este pequeño episodio cambiaría la relación entre Axel y Nikole para siempre.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora