El bosque alrededor de Axel parecía murmurar a su paso, cada sombra, cada movimiento del viento entre los árboles creaba una sensación de inquietud. Kul caminaba en silencio a su lado, su pelaje blanco contrastaba con la luz de la luna en el oscuro bosque. Axel no podía quitarse la sensación de que esta batalla podría terminar mal, y aún así, avanzaba decidido hacia su destino. Sabía que los vampiros lo estaban esperando, sabía que esta vez no había huida, ni ayuda, ya que Nathalie había salido de la mansión para presentarse formalmente con la alcaldesa. Era su batalla, y la necesitaba. Necesitaba enfrentarlos, necesitaba probarse a si mismo y descubrí si era capaz de seguir adelante en lo que el futuro tenía planeado para el.
Había dejado atrás la seguridad de la mansión, había pedido a Nikole que no lo siguiera. No podía ponerla arriesgarla, no cuando aún no comprendía la totalidad de su propio poder. Y aunque Jacob le advirtió que no estaba listo, Axel sabía que debía hacerlo solo. Algo dentro de él gritaba por salir y terminar por una vez por todas con estos enemigos.
Cuando llegó al corazón del bosque, se detuvo. El viento trajo consigo un aroma que lo llenó de repulsión pero a la vez de satisfacción: sangre, no era cualquier sangre, sino sangre humana. El ambiente se tornó pesado, casi asfixiado, y Kul, quien hasta el ese momento había estado tranquilo levantó su cabeza, sus orejas se tensaron, su pelaje blanco se erizaba, y un gruñido bajo escapó de su garganta. Al ver la escena, Axel vio cómo la Vampira que lo atacó anteriormente y otro vampiro se alimentaban de una chica inocente.
—¡Déjenla tranquila — grito, su voz firme y resonante
—. Malditos.El silencio del bosque se rompió con una risa, una risa que hizo eco en el oscuro bosque, las dos figuras se levantaron del suelo agarrando a la chica de la cual se estaban alimentando, la vampira de cabello rojo y mechones negros lo vio fijamente, en su rostro tenía una mezcla de burla y ferocidad. A su lado se encontraba otro vampiro de cuerpo musculoso, con ojos rojos que brillaban como los de una serpiente dispuesta atacar, y su cabello rubio oscuro con un corte rapado de los lados le daba una apariencia aún más siniestra. Detrás de ellos, los dos elfos que también habían intentado matarlo anteriormente los seguían, sus miradas llenas de odio y venganza.
La vampira lo observó con una sonrisa torcida.
—Volviste, pequeño niño —dijo, su voz goteando sangre—. Y esta vez, sin tu amiguito. ¿Acaso deseas morir?
Axel los observó en silencio, sintiendo cómo la rabia comenzaba acumularse en su pecho. Sabía que estaba superado en número, pero no les mostraría miedo. Había algo dentro de él que lo empujaba hacia esa batalla, algo que no podía controlar del todo, pero que empezaba a despertar.
—Es mejor que te largues de aquí mocoso —agregó el vampiro de ojos de serpiente, fondo un paso adelante—. Este bosque mo es lugar para un mocoso como tú. No podrás sobrevivir esta noche si te quedas.
El viento sopló con más fuerza, y las ramas de los árboles se sacudieron como si estuvieran advertidas del derramamiento de sangre que estaba por venir. Kul se puso en posición de ataque, sus ojos dorados fijos en la vampira. Sabía que sería una lucha brutal.
—Elige bien tus palabras —respondió Axel, su voz llena de furia contenida—. O podrían ser las últimas que digas.
La vampira soltó una carcajada, divertida por la amenaza de Axel.
—¿Últimas palabras? —se burló—. Lo único que veremos esta noche será tu sangre en el suelo.
En un abrir y cerrar de ojos, los vampiros y elfos atacaron al mismo tiempo. Kul se lanzó sobre la vampira de colmillos y garras, mientras Axel apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el vampiro de ojos de serpiente se abalanzó sobre él, su velocidad sobrehumana lo tomó por sorpresa.
El primer golpe del vampiro fue brutal. Axel fue arrojado varios metros, estrellándose contra un árbol con un impacto que siento como se rompía una de sus costillas que cortaron su respiración. Apenas tuvo tiempo en que su cuerpo pudiera regenerarse e incorporas cuando el vampiro estaba sobre él de nuevo, golpeándolo una y otra vez con una fuerza despiadada. La tierra temblaba con cada golpe, y Axel sintió como la sangre comenzaba a acumularse en su boca.
—¿Es todo lo que tienes, mocoso? — preguntó el vampiro con una sonrisa burlona y sus ojos brillaban con malicia aterradora—. ¿Así es como planeabas salvar a esta chica y enfrentarnos?
Cada palabra era un golpe más al orgullo de Axel. Sentía el dolor atravesar cada fibra de su cuerpo, pero algo dentro de él se negaba a rendirse. La ira que había estado latente, la rabia que había intentado contener, comenzó a apoderarse de él. Sus manos se apretaron en puño, sus ojos brillaron de intenso color anaranjado, y algo en su interior comenzó a despertar.
—¡No lo hagas enojar más y mátalo de una vez! —gritó uno de los elfos —¿No sabes quien es? —lo decía con un tono de terror por lo que podría pasar.
El vampiro lanzó otro golpe, pero esta vez Axel lo detuvo en el aire con una sola mano. La mirada del vampiro cambió de burla a sorpresa en un instante, pero antes de que pudiera reaccionar, Axel lo lanzó contra un árbol con una fuerza sobrehumana.
La transformación comenzó de manera imparable. Su piel comenzó a cambiar de color, sus colmillos salieron, comenzó a crecerle las orejas al punto de parecer puntiagudas como las de un lobo y sus músculos se tonificaron, su mirada era de un asesino experto, la atmósfera se sentía un poder que nunca había sentido antes. Cada parte de su ser clamaba por sangre, y esta vez, Axel no luchó contra ello. Su lado trihíbrido estaba emergiendo, y lo dejó fluir sin resistencia.
El vampiro intentó incorporarse, pero Axel ya estaba sobre él, sus ojos anaranjados ardiendo con furia. Lo levantó del del cuello con una sola mano y lo miró fijamente.
—¡No sabes con quien estás jugando! —rugió Axel, y de un movimiento brutal dejó caer al vampiro para en un solo momento con su otra mano le cortara la cabeza con una fuerza brutal como si no fuera nada.
La sangre comenzó a cubrir sus manos, pero Axel no sentía remordimiento alguno. Estaba completamente consumido por el poder. La batalla que seguía fue un torbellino de violencia. Uno de los elfos intentó atacarlo, pero Axel lo derribó con una rapidez que dejó a todos atónitos. Le rompía los huesos con una brutalidad de uno por uno, y cuando el elfo suplicaba por sus vida, Axel solo le quebró el cuello.
Kul, aún luchando con la vampira, apenas pudo mantenerla controlada, mientras el otro elfo lograba escapar de su muerte. Pero cuando Axel, completamente transformado, se acercó, la vampira sintió el verdadero terror. Ella sabía que ya no había escapatoria.
—¡No, por favor! —suplicó la vampira con lágrimas en los ojos, retrocediendo, su confianza destruida—. ¡Podemos llegar a un acuerdo!
Axel no respondió. La furia en sus ojos anaranjados hablaba por él. La levantó en el aire con una sola mano y, en un movimiento final, atravesó su pecho sacándole el corazón con una facilidad espantosa. La vampira caro al suelo, sin vida, mientras la sangre seguía empapando el suelo del bosque.
Cuando todo terminó, el bosque quedó en un silencio absoluto. Axel, cubierto de sangre y jadeando por la furia desatada, comenzó a sentir los efectos de lo que acababa de suceder. Poco a poco, su transformación retrocedió, su piel volvió a la normalidad al igual que su cuerpo, su ojos perdieron el brillo naranjado, y los colmillos desaparecieron.
Kul se acercó a él, lamiendo su mano en un intento por calmarlo pero era imposible ya que la chica que intentó ayudar también murió desangrada, pero Axel apenas podía procesar lo que había hecho. Había matado con sus propias manos, y no lo había hecho por necesidad, sino por una furia que había brotado de lo más profundo de su ser.
Se arrodilló en el suelo, miró los cuerpos de sus enemigos. La sangre cubría sus manos y su rostro, pero lo que más lo perturbaba era la sensación de satisfacción que había sentido al desatar su ira.
Axel respiraba con dificultad, intentando calmarse. Kul permaneció a su lado, vigilante, pero la batalla había terminado.
Sabía que lo que había sucedido en ese bosque cambiaría todo. Sabía que ya no podía ignorar lo que era, no podía ignorar que se había transformado en un monstruo.
—¿En qué me estoy convirtiendo? —murmuró con lágrimas cayendo sobre su rostro pero con una sonrisa al mismo tiempo, pero el silencio del bosque no le ofreció ninguna respuesta.
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Sangre de Demonio: El Legado de los Salvatore
RastgeleNovela de Sangre Y Fuego En el oscuro y misterioso pueblo de Ravenmoor, un joven llamado Axel Salvatore descubre un legado que cambiará su vida para siempre. Tras la muerte de sus padres adoptivos, Axel recibe una carta que lo conduce a este pueblo...