Capítulo 18: La Sombra del Pasado

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El sonido suave de la música de vals aún llenaba el ambiente del salón principal cuando Nikole se apartó por un momento del grupo de amigos. La fiesta continuaba, y Axel estaba en la oficina de la alcaldesa discutiendo temas importantes con Jacob. Sin embargo, la tranquilidad se rompió cuando una figura familiar apareció entre las sombras de la sala. John, el exnovio de Nikole, había estado observando desde un rincón, su rostro lleno de resentimiento.

Aprovechando que Nikole estaba sola, John se acercó rápidamente y, sin previo aviso, le agarró el brazo con fuerza. Su tono era agresivo y su mirada reflejaba rabia contenida.

—¿Quién demonios era ese idiota con el que estabas hablando? —exigió John, sus dedos apretando el brazo de Nikole con más fuerza de la necesaria.

Nikole trató de zafarse de su agarre, frunciendo el ceño por el dolor que comenzaba a sentir.

—El único idiota aquí eres tú, John —respondió Nikole con voz firme, a pesar del malestar—. Te recuerdo que tú y yo ya no somos nada. Déjame en paz y, ¡suéltame! Me estás lastimando.

John la ignoró y tiró de ella, arrastrándola hacia la salida que conducía al jardín trasero. Mientras caminaba, su tono se volvió más amenazante.

—No hemos terminado. No voy a dejar que me desprecies así, Nikole. Me perteneces.

Los amigos de Nikole, Emiliano, Devon, Marcela y María, al notar lo que estaba ocurriendo, se acercaron rápidamente para intervenir. Emiliano fue el primero en hablar, su voz firme pero calmada.

—John, déjala en paz. Esto no te llevará a ningún lado.

John soltó una carcajada amarga y los miró con desprecio.

—No se metan en esto. Esto es entre Nikole y yo.

Devon también intentó acercarse, pero antes de que pudiera hacer algo, uno de los amigos de John apareció y lo golpeó directamente en la cara, haciéndolo retroceder tambaleándose. Emiliano corrió a ayudarlo, pero fue rápidamente interceptado por otro de los matones de John, quien lo golpeó con fuerza en el estómago. Mientras tanto, Marcela y María intentaban ayudar a Nikole, pero otros dos hombres las detuvieron, inmovilizándolas mientras John seguía arrastrando a Nikole hacia el jardín.

Nikole intentaba liberarse desesperadamente, su brazo empezaba a doler más por la presión de John.

—¡Suéltame, John! ¡Esto es ridículo! —gritó, sintiendo cómo el pánico comenzaba a crecer dentro de ella.

Sin embargo, en ese mismo instante, Axel, quien aún se encontraba en la oficina de la alcaldesa con Jacob, comenzó a escuchar todo. Gracias a sus agudos sentidos vampíricos, cada palabra, cada grito y cada golpe resonaron en su mente. Pudo escuchar el dolor en la voz de Nikole, la lucha de sus amigos, y, sin pensarlo dos veces, se levantó de golpe.

—Nikole está en problemas —dijo Axel, su mirada intensa y decidida.

Jacob, sorprendido por la repentina reacción de Axel, intentó detenerlo.

—Axel, espera. No puedes intervenir de esa manera, no sabes lo fuerte que eres...

Pero Axel no le dio tiempo a Jacob para terminar. En un abrir y cerrar de ojos, Axel ya estaba fuera de la oficina, corriendo hacia el jardín trasero con una velocidad sobrenatural. Jacob, sabiendo que la situación se estaba complicando, fue detrás de él, pero no podía seguirle el ritmo.

Cuando Axel llegó al jardín, la escena que encontró lo llenó de furia. John tenía a Nikole atrapada, y uno de sus brazos estaba levantado, a punto de golpearla. Axel, con una rapidez impresionante, se lanzó hacia adelante y agarró la muñeca de John en el aire, deteniendo el golpe justo antes de que impactara en Nikole.

John se quedó paralizado, incapaz de comprender lo que acababa de suceder. Al girar la cabeza, sus ojos se encontraron con los de Axel, quien lo miraba con una intensidad que hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo.

—Si la tocas de nuevo —dijo Axel con una voz fría y amenazante—, te arrepentirás.

John intentó liberarse, pero la fuerza de Axel era abrumadora. No importaba cuánto intentara zafarse, el agarre de Axel era firme como una roca. La expresión de Axel reflejaba calma, pero en sus ojos se podía ver la furia latente que luchaba por no desbordarse.

—¿Qué... qué demonios eres tú? —murmuró John, su voz quebrada por el miedo.

Antes de que Axel pudiera responder, Jacob apareció detrás de él, jadeando por haber corrido tan rápido como pudo. Se acercó rápidamente, viendo la tensión en la situación.

—Axel, suéltalo. No vale la pena que pierdas el control por alguien como él —dijo Jacob en un tono serio, mirando a John con desprecio—. No debes mostrar tu verdadera fuerza. No ante ellos.

Axel mantuvo su mirada fija en John durante unos segundos más, pero finalmente, obedeció a Jacob y lo soltó. John retrocedió rápidamente, sosteniéndose el brazo, sorprendido por la facilidad con la que Axel lo había sometido.

—Largo de aquí —le ordenó Axel, su tono aún gélido.

John, claramente asustado, dio unos pasos hacia atrás, lanzando una última mirada hacia Nikole antes de irse apresuradamente, seguido de sus amigos, que liberaron a Emiliano, Devon, Marcela y María.

Cuando se quedaron solos, Nikole se volvió hacia Axel, con una mezcla de alivio y agradecimiento en sus ojos.

—Gracias, Axel —susurró, frotándose el brazo adolorido.

Axel suavizó su expresión y la miró con preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó, su tono mucho más suave ahora.

Nikole asintió, aunque todavía podía sentir el malestar en su brazo. Antes de que pudieran seguir hablando, Jacob intervino una vez más.

—Axel, es importante que entiendas algo. Hoy has actuado bien, pero no puedes dejar que situaciones como esta te hagan perder el control. No debes olvidar lo que eres, y lo que puedes hacer.

Axel asintió, comprendiendo la advertencia de Jacob. Sabía que su fuerza sobrehumana era peligrosa si no la controlaba. Mientras tanto, Nikole, aún algo afectada por el encuentro con John, se acercó un poco más a Axel, encontrando consuelo en su presencia.

—Vamos adentro —dijo Axel finalmente—. No dejaremos que esto arruine la noche.

Con esas palabras, el grupo regresó al salón, donde la fiesta continuaba, ajena al caos que había ocurrido en el jardín trasero. Sin embargo, una cosa era clara para todos: el regreso de Axel Salvatore no solo traía consigo respuestas sobre su pasado, sino también nuevos desafíos, tanto en el mundo sobrenatural como en el humano.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora