La mansión Salvatore brillaba bajo las luces decorativas mientras la fiesta de recaudación de fondos comenzaba a tomar vida. Los invitados llegaban elegantemente vestidos, las risas y el sonido suave de la música llenaban el aire, creando una atmósfera festiva y tranquila. Axel se movía entre los invitados, recibiendo saludos y presentaciones de las familias más importantes del pueblo, quienes sonreían y charlaban con interés.
Nikole, Marcela, Emiliano, Davon y María se encontraban en un rincón, conversando mientras observaban el espectáculo de la noche. Todos se veían impresionantes, luciendo la ropa formal que Axel les había enviado. Las luces doradas colgaban de los altos techos de la mansión, reflejándose en los adornos cuidadosamente colocados por las ninfas.
—Esta fiesta está increíble —comentó Emiliano, mientras bebía un sorbo de su copa de vino—. Nunca pensé que estaría en una fiesta como esta. Axel se ha superado esta vez.
Nikole sonrió, pero algo más llamó su atención. Al otro lado de la sala, vio a una figura familiar. Zen, el hombre que ella y Marcela habían conocido esa mañana, estaba de pie, vestido con un traje formal negro ceniza, conversando con algunos de los invitados.
—¿Es Zen? —preguntó Marcela, sorprendida.
—Sí, es él —confirmó Nikole—. No esperaba verlo aquí.
Emiliano frunció el ceño, curioso por el extraño. —¿Conocen a ese tipo? —preguntó, observando a Zen de lejos.
—No realmente —dijo Nikole—. Esta mañana lo encontramos en la plaza central, buscando un lugar donde quedarse. Lo llevamos al hostal del pueblo. Eso es todo.
Marcela asintió. —Parece que tiene buenos contactos para estar aquí —añadió, notando cómo Zen parecía moverse con facilidad entre los invitados.
—Parece que ha pasado desapercibido para los Salvatore —murmuró Nikole, observando cómo Axel, Charlote y Jacob no parecían haber reparado en él.
—Bueno, al menos parece que está disfrutando de la fiesta —dijo Emiliano, encogiéndose de hombros—. No es asunto nuestro.
Mientras continuaban con su conversación, una nueva figura entró en la mansión, atrayendo de inmediato la atención de varias personas. Era un hombre alto y extremadamente apuesto, vestido con un elegante traje que resaltaba sus finas facciones. Su cabello, ahora corto y rubio, lo hacía parecer diferente, pero aun así, su presencia tenía un aire magnético.
María fue la primera en notarlo. —¿Quién es ese hombre? —susurró, claramente impresionada—. Es increíblemente guapo.
Marcela, curiosa, giró la cabeza para verlo y asintió con lentitud. —Es cierto... Nunca lo había visto antes.
—Debe ser alguien importante —añadió Emiliano, observando cómo algunas personas intercambiaban miradas de admiración hacia el recién llegado.
Lo que ninguno de ellos sabía era que ese hombre era Bursus, quien había llegado sin ser detectado. Su aspecto humano, con el cabello rubio bien peinado y una actitud serena, lo hacía pasar desapercibido entre los humanos, aunque su verdadera identidad era mucho más oscura. Bursus se movía con gracia entre los invitados, sin levantar sospechas ni ser reconocido por Axel, Charlote o Anna, quienes estaban ocupados atendiendo a los invitados.
Axel, por su parte, se encontraba charlando con una de las familias más influyentes del pueblo, los Aldridge.
—Axel, es un honor estar aquí —dijo el patriarca de la familia, un hombre de mediana edad con porte distinguido—. La familia Aldridge siempre ha apoyado las iniciativas comunitarias, y este evento es una excelente oportunidad para mejorar nuestro pueblo.
Axel sonrió y asintió. —Gracias, señor Aldridge. Para nosotros es importante contribuir al bienestar de Ravenmoor, especialmente en estos tiempos.
—Claro, claro —intervino la señora Aldridge, una mujer alta y elegante—. Esperamos poder continuar trabajando juntos para el desarrollo del pueblo. Este tipo de eventos son cruciales para mantener la comunidad unida.
Mientras continuaban las presentaciones y charlas formales, Charlote y Nicolás se acercaron al grupo de Nikole, Marcela y los demás. Charlote, con una sonrisa genuina, quiso aprovechar la ocasión para presentarse mejor ante los amigos de su hermano.
—Buenas noches, chicos —saludó Charlote con amabilidad—. Quiero que conozcan mejor a Nicolás, mi pareja.
Nicolás, el brujo del aquelarre de Charlote, era un hombre de aspecto tranquilo pero carismático. Su traje oscuro resaltaba su porte elegante, y su sonrisa cálida generaba confianza de inmediato. Saludó a todos con un apretón de manos firme y una sonrisa cortés.
—Un placer conocerlos a todos —dijo Nicolás—. Charlote me ha hablado mucho de ustedes.
Nikole, Marcela, Emiliano, Davon y María intercambiaron miradas curiosas, aunque claramente interesados en la relación de Charlote con Nicolás.
—Es un gusto conocerte, Nicolás —dijo Nikole, sonriendo—. Charlote no nos había contado mucho de ti.
—Bueno, estoy aquí para remediar eso —bromeó Nicolás, soltando una pequeña risa.
La conversación entre ellos fluyó con naturalidad, mientras los demás invitados seguían disfrutando de la velada. Charlote parecía relajarse por primera vez desde que había regresado a la mansión, disfrutando de la compañía de su pareja y los amigos de Axel.
A medida que la noche avanzaba, la fiesta continuaba con un aire festivo. Zen, por su parte, se mantenía en las sombras, observando y asegurándose de no llamar demasiado la atención de las personas que no debía. Sin embargo, algo en la forma en que analizaba a los invitados sugería que estaba esperando el momento adecuado para actuar.
Y en otro rincón de la mansión, Bursus seguía su recorrido entre los invitados, su mirada fija en Axel de vez en cuando, aunque nadie parecía darse cuenta de quién era realmente.
Mientras la fiesta continuaba, los secretos y las intenciones ocultas acechaban bajo la superficie, aguardando el momento perfecto para revelarse.
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Sangre de Demonio: El Legado de los Salvatore
De TodoNovela de Sangre Y Fuego En el oscuro y misterioso pueblo de Ravenmoor, un joven llamado Axel Salvatore descubre un legado que cambiará su vida para siempre. Tras la muerte de sus padres adoptivos, Axel recibe una carta que lo conduce a este pueblo...