Capítulo 54: Bajo las Sombras del Amor

0 0 0
                                    

Axel se colocó al frente de la sala principal de la mansión Salvatore, observando a todos los invitados mientras levantaba su copa. Las luces centelleantes de los adornos navideños reflejaban un brillo cálido en las paredes y en los rostros de sus amigos, aliados y los principales habitantes de
Ravenmoor.

—Quiero agradecer a cada uno de ustedes por estar aquí esta noche
—comenzó Axel, con una sonrisa sincera que ocultaba el peso de sus responsabilidades—. El éxito de esta recaudación de fondos no solo significa un futuro próspero para nuestro pueblo, sino también el inicio de grandes proyectos que ayudarán a todos los ciudadanos de Ravenmoor en el próximo año.

El sonido de las copas entrechocando llenó el aire mientras todos levantaban sus bebidas en respuesta. —¡Feliz Navidad! —gritó Axel, su voz resonando por la sala, y los aplausos estallaron en la multitud.

Mientras los invitados brindaban y conversaban, Zen, que se había mantenido en las sombras durante la mayor parte de la noche, observaba atentamente.
Sus ojos dorados recorrieron la sala, hasta que finalmente encontró lo que estaba esperando. Allí, entre los invitados, estaba su "amigo en común": Bursus, camuflado entre los asistentes con un elegante traje negro y el cabello rubio peinado impecablemente.

Zen dejó su copa en una mesa cercana y se deslizó entre las sombras hasta llegar a Bursus. Sin que nadie notara su presencia, ambos se apartaron de la luz y se encontraron en un rincón oscuro de la mansión, alejados de las miradas indiscretas.

—Lo encontré. —dijo Zen en voz baja, mirando a Bursus—. Nuestro jefe ha dado instrucciones. Quiere que esperes. No es el momento de atacar aún.

Bursus entrecerró los ojos, descontento con lo que escuchaba. —¿Esperar? — preguntó con un tono gélido—. No vine aquí para perder el tiempo, Zen. Los Salvatore son mi objetivo, y Anna... Anna será la primera en caer.

Zen, siempre imperturbable, sacó un pequeño amuleto de su bolsillo. Era un objeto oscuro, envuelto en un brillo siniestro que solo los que compartían su linaje podían reconocer. Lo sostuvo
frente a Bursus.

—No es tu decisión, Bursus.
Nuestro jefe quiere que sufran.
Quiere destruir todo lo que están construyendo, poco a poco.
Primero, romperemos sus lazos de amistad... y después, destruiremos sus corazones, arrancando lo que más aman.

El semblante de Bursus cambió de inmediato al ver el amuleto. La magia que irradiaba lo atrapaba, obligándolo a obedecer.

—Si nuestro jefe lo desea —dijo finalmente, con voz tensa—. Lo haremos. Pero antes de eso, tengo un asunto pendiente. Debo eliminar a Anna. Ella es el mayor obstáculo, y no puedo dejarla viva por más tiempo.

Zen asintió. —Hazlo lejos de aquí.
No debemos levantar sospechas por el momento.

Ambos desaparecieron entre las sombras, dejando atrás la fiesta, donde los invitados seguían celebrando ajenos a los planes que se urdían en la oscuridad.

De vuelta en la fiesta, Axel miró a su alrededor, satisfecho con la atmósfera que habían logrado crear. El ambiente era relajado, y los rostros de sus amigos y conocidos irradiaban felicidad.

—Es hora de bailar —anunció Axel, dirigiéndose a la multitud-.
Inviten a sus parejas o amigos, y acompañen a la pista central para disfrutar de un buen baile navideño.

La música cambió a un tono más suave y romántico, lleno del espíritu navideño. Las parejas y grupos de amigos se dirigieron al centro de la sala, y Axel aprovechó para buscar a Nikole. La encontró cerca de una ventana, su vestido resplandeciendo bajo las luces, y cuando sus ojos se encontraron, Axel sintió una calidez innegable en su pecho.

—¿Me concedes este baile? —le preguntó Axel, con una sonrisa en los labios.

Nikole asintió, tomando su mano mientras caminaban hacia la pista de baile. Al rodear su cintura y comenzar a moverse al ritmo de la música, Axel sintió que, por un momento, el mundo exterior se desvanecía. No importaban los demonios, ni los secretos oscuros. Solo importaban Nikole y él, en ese momento perfecto.

-Nikole... —susurró Axel, su voz cargada de sinceridad—. Te amo.

Nikole levantó la mirada hacia él, sorprendida por sus palabras, pero una sonrisa cálida se extendió por su rostro.

—Yo también te amo, Axel - respondió ella, y sus labios se encontraron en un beso suave, mientras la música seguía envolviéndolos.

No muy lejos de ellos, Bursus, en su forma humana, observaba la escena. A pesar de su resolución, algo en su interior vacilaba. Sin embargo, su misión seguía clara, y cuando vio a Anna entre los invitados, supo que había llegado el momento.

Se acercó a ella, con una sonrisa calculada. —Anna, ¿me concedes este baile?

Anna lo miró, con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Trató de apartarse, pero Bursus sujetó su mano con firmeza, sin perder la sonrisa.

—Si haces un solo ruido o intentas advertir a alguien —le susurró al oído—, mataré a todos aquí con solo un chasquido de mis dedos.

Anna, con el corazón acelerado, supo que no podía correr. No aquí, no con tanta gente inocente alrededor. Así que, contra su voluntad, aceptó el baile.

Mientras giraban lentamente en la pista, Bursus mantuvo su rostro cerca del de ella, fingiendo una conversación casual para no llamar la atención de los demás.

—¿Recuerdas, Anna? —susurró con hipocresía—. Cuando todo era perfecto... cuando nos amábamos. Si todo hubiera sido diferente, tal vez aún estaríamos juntos, viviendo en paz.

Anna mantuvo la calma, pero su mente corría a mil por hora. Sabía que Bursus no había venido solo a bailar. Sabía que había algo más detrás de su presencia. Pero antes de poder decir algo, la música comenzó a suavizarse, marcando el final del baile.

—Vamos afuera —dijo Bursus en voz baja—. Necesitamos hablar...
en privado.

Anna no tuvo más opción que seguirlo. Ambos se deslizaron fuera de la mansión Salvatore, desapareciendo en la oscuridad mientras el eco de la música de Navidad resonaba en el interior.

Dentro, la fiesta seguía su curso.
Nadie notó la desaparición de Anna ni de Bursus. Axel, con Nikole a su lado, observaba a sus amigos, sintiendo que, aunque solo por esta noche, el peligro estaba lejos.

Pero en la oscuridad exterior, los verdaderos peligros seguían acechando, y la paz de esa noche estaba a punto de romperse.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora