Capítulo 45: La Llegada de Charlote

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El fuego crepitaba suavemente en la chimenea, iluminando la sala con una luz cálida y tranquilizadora. Axel estaba sentado en un sillón, junto a Nikole y Kul, disfrutando del silencio que les ofrecía la mansión Salvatore después de las batallas pasadas. A pesar de la paz momentánea, había una sombra en los ojos de Axel que Nikole no podía ignorar.

De repente, el sonido de fuertes golpes en la puerta principal rompió la calma de la sala. Jacob, siempre atento, se acercó rápidamente para abrir la puerta. Al hacerlo, una voz femenina firme y decidida lo saludó.

—¿En qué puedo ayudarla, señorita? —preguntó Jacob con su habitual cortesía.

—Estoy buscando a mi hermano menor, Axel Salvatore. Mi nombre es Charlote —respondió la mujer.

Axel sintió que todo a su alrededor se detenía. El nombre que acababa de escuchar lo dejó atónito. No era posible, pensaba. Charlote... su hermana mayor, ¿podría ser realmente ella?

Nikole lo miró, preocupada por el cambio repentino en su expresión. Anna, quien bajaba las escaleras con una taza de café, dejó caer la taza al escuchar el nombre de Charlote. Los fragmentos del recipiente se esparcieron por el suelo, pero Anna ni siquiera parpadeó. Estaba tan sorprendida como Axel.

—No puede ser —murmuró Anna, con los ojos bien abiertos, sin poder creer lo que veía.

Axel, aún sin poder moverse, giró la cabeza hacia la entrada de la mansión. Allí, parada en el umbral, estaba Charlote. Tal como la recordaba, pero con un aura de fortaleza y misterio aún más intensos. Su cabello caía en suaves ondas, y sus ojos brillaban con determinación, reflejando el mismo linaje que compartía con Axel.

Las ninfas que se encontraban en la mansión también detuvieron lo que estaban haciendo, asombradas por la presencia de Charlote. El nombre de los Salvatore resonaba en cada rincón de la casa, pero nadie esperaba otro miembro de la familia después de lo ocurrido.

Kul, el lobo blanco, levantó la cabeza, observando atentamente a la recién llegada, como si también sintiera la conexión entre ella y Axel.

Axel finalmente se levantó del sillón, todavía sin saber qué decir. Dio unos pasos hacia la puerta, sus emociones entremezcladas entre incredulidad y alegría.

—¿Charlote...? —fue lo único que pudo decir.

Charlote lo miró, y una sonrisa suave apareció en su rostro. No hubo más palabras necesarias en ese momento. Axel corrió hacia ella y la abrazó fuertemente, sintiendo una oleada de recuerdos y emociones que lo abrumaban. Durante tanto tiempo había pensado que su hermana estaba perdida, pero ahora estaba aquí, frente a él.

—He regresado, hermanito —dijo Charlote suavemente—. Y no pienso perderte de nuevo.

Anna observaba la escena con los ojos llenos de lágrimas, pero se mantuvo en silencio, permitiendo que los hermanos tuvieran su momento de reencuentro. Las ninfas, aún sorprendidas, comenzaron a moverse lentamente, dejando el espacio para que la familia Salvatore se reuniera.

Mientras Axel y Charlote se abrazaban, Nikole permanecía en la distancia, observando con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. La llegada de Charlote, tan inesperada, traía consigo una nueva ola de misterios y preguntas, pero también la esperanza de que tal vez, con su regreso, los Salvatore podrían finalmente enfrentar los oscuros secretos que los habían atormentado por tanto tiempo.

—Debemos hablar, Axel. Hay mucho que debes saber —dijo Charlote finalmente, separándose del abrazo, aunque mantuvo su mano en el hombro de su hermano menor, como asegurándose de que realmente estaba allí.

Axel asintió, sabiendo que las respuestas que había estado buscando durante tanto tiempo tal vez estaban más cerca de lo que había imaginado.

La historia de los Salvatore aún no había terminado.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora