Capítulo 25: La Profecía del Sacrificio

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El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, y los últimos rayos de luz iluminaban las antiguas calles de Ravenmoor. Axel caminaba en silencio, acompañado por Kul, su leal lobo blanco. Los eventos recientes lo tenían perturbado. Aunque había pasado tiempo con Nikole, y su cercanía le brindaba cierta tranquilidad, no podía ignorar la sensación de que algo más grande estaba a punto de suceder.

Finalmente, llegó al lugar donde habían acordado encontrarse con Nikole antes de regresar a la mansión. Cuando la vio, Nikole estaba sentada en una pequeña banca cerca de la plaza, su mirada fija en el cielo que cambiaba de tonalidades. Al escuchar los pasos de Axel, se volvió hacia él con una sonrisa suave, pero sus ojos revelaban la misma inquietud que Axel sentía.

—Has estado callado todo el día, Axel —dijo Nikole mientras él se sentaba a su lado. Kul se acostó a los pies de ambos, vigilante como siempre.

—Lo sé... —respondió Axel, suspirando profundamente—. Todo ha cambiado tan rápido, Nikole. Mi vida entera se ha transformado en algo que no esperaba. Siento que estoy destinado a algo, pero no sé qué es. Todo esto... lo de mi familia, lo que soy... es abrumador.

Nikole le tomó la mano, apretándola con suavidad. Su tacto era reconfortante, un ancla en medio de la tormenta que Axel sentía dentro.

—Estás lidiando con mucho —dijo ella, sus ojos azules llenos de comprensión—. Pero no estás solo en esto. Tienes a Jacob, a Marcela... y a mí. No importa lo que venga, estaré contigo.

Axel la miró, sintiendo el peso de su apoyo, pero también sabiendo que había cosas que ella no podía entender completamente.

—Gracias, Nikole. De verdad. Pero tengo la sensación de que hay algo más... algo que aún no he descubierto.

Nikole lo miró en silencio durante unos momentos antes de responder. —Lo que sea que enfrentes, lo harás con fuerza, Axel. No tengo dudas de eso.

Axel esbozó una pequeña sonrisa, y en ese momento, por primera vez en días, sintió un atisbo de calma. Pero sabía que esa calma no duraría mucho. Se despidió de Nikole con un beso en la mejilla, asegurándole que Jacob se encargaría de llevarla a casa. Ella asintió, aceptando la despedida con un pequeño gesto de gratitud.

De vuelta en la mansión Salvatore, el ambiente era distinto. Cuando Axel cruzó las puertas, sintió una presencia pesada, una mezcla de tensión y anticipación. Jacob y Anna lo esperaban en la biblioteca, ambos con expresiones serias. Axel supo de inmediato que lo que tenían que decirle no sería fácil de escuchar.

—Amo Axel —comenzó Jacob con su tono grave, mientras Anna permanecía a su lado, mirándolo con intensidad—, hay algo importante que debes saber.

Axel frunció el ceño, mirando a Anna. Había algo en su mirada que lo inquietaba, como si supiera un secreto que estaba a punto de cambiar todo.

—He tenido una visión —comenzó Anna, con una voz suave pero llena de gravedad—. El destino de tu familia está en juego de una manera que ninguno de nosotros esperaba.

Axel dio un paso hacia adelante, sintiendo su pecho apretarse. No sabía de qué hablaba, pero podía intuir que no era nada bueno.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, su voz llena de incertidumbre.

Anna exhaló lentamente antes de continuar.

—Vi una batalla —dijo—. Una batalla final entre tú, Nathaniel y Bursus.

El nombre de Bursus hizo que Axel sintiera un escalofrío recorrer su espalda. Había escuchado el nombre antes, pero ahora parecía tener un significado mucho más profundo.

—Pero no es una simple pelea, Axel. —Anna lo miró con seriedad—. Vi una profecía. En ella se habla de un sacrificio, uno que decidirá el destino de tu linaje y del mundo sobrenatural.

Axel frunció el ceño, sus ojos llenos de confusión.

—¿Sacrificio? ¿Qué tipo de sacrificio?

Anna se acercó a él, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación.

—Uno de ustedes... Nathaniel o tú... tendrá que sacrificar algo muy preciado. Esa será la única forma de detener a Bursus.

Axel dio un paso hacia atrás, sintiendo que las palabras de Anna lo golpeaban con fuerza. El aire se volvió más denso a su alrededor, y Kul, a su lado, emitió un leve gruñido, como si también sintiera la gravedad de la situación.

—¿Qué significa esto? —preguntó Axel, su voz temblorosa.

Anna miró a Jacob, quien asintió en silencio antes de que ella continuara.

—No lo sé con certeza —admitió—. Pero lo que sí sé es que la batalla que se avecina será más peligrosa de lo que cualquiera de nosotros puede imaginar. Bursus no es solo un demonio poderoso, Axel. En su forma humana, era cercano a tu familia. Era el mejor amigo de tu padre.

—¿Qué? —Axel se quedó boquiabierto—. Eso no tiene sentido.

Anna asintió lentamente.

—Lo sé. Pero algo cambió en él. Algo lo llevó por el camino de la oscuridad, y ahora parece haber olvidado todo lo que alguna vez fue. Sin embargo, su conexión con los Salvatore no ha desaparecido.

Axel sintió que el mundo se cerraba a su alrededor. No solo tenía que lidiar con el legado de su familia, sino también con la revelación de que alguien que alguna vez fue cercano a su padre ahora se había convertido en su mayor enemigo.

—¿Y qué puedo hacer? —preguntó Axel finalmente—. ¿Cómo se supone que enfrente esto?

Anna lo miró con seriedad, sus ojos brillando intensamente bajo la luz tenue.

—Primero, debes comprender la naturaleza de tu poder. Debes entrenar, volverte más fuerte. Pero también, Axel, debes prepararte para tomar decisiones difíciles. Esta batalla no será solo de fuerza, sino también de sacrificios.

El silencio se apoderó de la habitación mientras Axel intentaba asimilar lo que le acababan de decir. La batalla contra Bursus no solo sería una prueba de poder, sino una prueba de sacrificio, y una que podría costarle todo.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora