Habían pasado tres días desde el funeral de Anna, pero para Axel, el tiempo parecía haberse detenido en ese momento. Recordaba vívidamente cada detalle de aquella despedida: el cielo nublado, las lágrimas de sus amigos y las ninfas, el aire frío que envolvía la mansión Salvatore. La sala principal había sido transformada en un espacio sagrado donde el cuerpo de Anna, envuelto en luz dorada, había sido colocado para que todos pudieran despedirse.
Axel se acercó al cuerpo de Anna, sintiendo cómo el peso del mundo caía sobre él. Con la voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas, le prometió que encontraría a su asesino y que, sin importar el costo, vengaría su muerte.
—Te lo prometo, Anna —susurró Axel con los puños apretados frente al féretro—. No descansaré hasta que el responsable pague por esto.
Ahora, casi al final de diciembre, Axel aún sentía la misma determinación, pero también el peso de una tristeza que no parecía aliviarse. Mientras miraba por la ventana de su habitación, recordaba el reencuentro con su hermano Nathaniel. Las hadas del bosque le habían llevado la noticia, y aunque Nathaniel había regresado de inmediato, su semblante reflejaba un dolor profundo. Axel sabía que su hermano aún estaba lidiando con la pérdida de su compañero vampiro, y ahora también debía enfrentar la muerte de Anna, la protectora que los había cuidado desde pequeños.
Flashback del Reencuentro
Cuando Nathaniel había llegado a la mansión, su rostro, normalmente severo, estaba marcado por la tristeza. No hubo grandes palabras entre los hermanos, solo un silencioso abrazo que lo decía todo. Charlotte, al ver a su hermano mayor por primera vez en años, también se unió al abrazo, pero el ambiente era pesado, cargado de emociones que no podían expresar en ese momento.
Regreso al Presente
Mientras Axel seguía inmerso en sus pensamientos, escuchó un golpe suave en la puerta de su habitación. Era Nathaniel, quien entró con una expresión seria. Detrás de él, Charlotte también apareció, con los brazos cruzados y el rostro tenso.
—Axel, tenemos que hablar —dijo Nathaniel, cerrando la puerta tras de sí—. Es hora de que dejemos de lado el dolor y pensemos en lo que viene. Anna no está, y las amenazas que enfrentamos siguen ahí. Tenemos que proteger a este pueblo, cueste lo que cueste.
Axel se giró para enfrentarlo, pero antes de que pudiera decir algo, Nathaniel continuó.
—He estado pensando en lo que debemos hacer para proteger Ravenmoor, y una cosa está clara. Tienes que alejarte de Nikole y de todos tus amigos humanos. —Nathaniel lo miró con seriedad—. Ellos te hacen vulnerable, Axel. Cualquier enemigo puede usarlos en tu contra. Y ya vimos lo que le pasó a Anna, no podemos permitir que alguien más cercano a nosotros muera.
—¿Alejarme de Nikole? —repitió Axel, incrédulo—. No pienso hacerlo, Nathaniel. No voy a dejar atrás a las personas que amo solo porque hay una amenaza ahí afuera. No me convertiré en lo que tú eres, alguien que está dispuesto a sacrificarlo todo por esta guerra.
Nathaniel frunció el ceño, claramente molesto por la resistencia de su hermano.
—¡No es cuestión de lo que quieras, Axel! —exclamó, dando un golpe fuerte en el escritorio, haciendo que los objetos sobre él temblaran—. ¡Es lo que tienes que hacer! ¿No entiendes? Anna está muerta, y si sigues aferrado a esa vida, Nikole será la siguiente. ¿Eso es lo que quieres? ¿Ver cómo muere la gente a tu alrededor porque no puedes aceptar lo que eres?
Axel se levantó, enfurecido, pero antes de que pudiera responder, Charlotte intervino.
—¡Esto es demasiado! —gritó ella, con los ojos llenos de frustración—. No puedo soportar más esta vida de guerra y muerte. Todo lo que quería era encontrar algo de paz, pero está claro que eso nunca va a pasar. —Charlotte miró a sus dos hermanos, claramente dividida entre el deseo de quedarse y la necesidad de huir—. Creo que... creo que me voy a ir de nuevo. No puedo seguir aquí, con este conflicto constante. No estoy hecha para esto.
Nathaniel la miró con incredulidad, pero esta vez no pudo contenerse.
—¡No vas a ninguna parte, Charlotte! —rugió, caminando hacia ella con los ojos brillando de furia—. ¡No puedes huir de esto! ¡Ya lo hiciste una vez y míranos! Te necesitamos aquí, con nosotros. No te atrevas a abandonarnos otra vez.
Charlotte retrocedió un paso, sorprendida por la intensidad de las palabras de su hermano. Nathaniel estaba visiblemente afectado, su frustración se hacía evidente en cada palabra que pronunciaba.
—¡Siempre huyes cuando las cosas se ponen difíciles! —continuó Nathaniel, dando un fuerte golpe en el escritorio, haciendo que los libros cayeran al suelo—. ¡No somos niños indefensos, Charlotte! Somos Salvatores, y este es nuestro legado. No puedes simplemente darte la vuelta y fingir que esto no es tu problema. Si te vas, nos condenarás a todos.
—¡No entiendes! —gritó Charlotte, luchando contra las lágrimas—. Esto me está consumiendo. No puedo con esta carga. No soy como tú, Nathaniel. No soy fuerte. No quiero esta vida, nunca la quise.
Nathaniel la miró con una mezcla de decepción y rabia, pero también de dolor. Aunque no lo dijera, había una parte de él que comprendía el miedo de Charlotte, pero no podía permitirse el lujo de perder a otro miembro de su familia.
—No te lo estoy pidiendo, Charlotte —dijo Nathaniel con voz firme—. Te lo estoy ordenando. Te quedas. No voy a permitir que huyas otra vez.
El ambiente en la habitación era sofocante, lleno de tensión y emociones sin resolver. Axel observaba la escena, dividido entre el deseo de apoyar a Charlotte y la comprensión de que Nathaniel tenía razón en parte. Pero cuando Nathaniel se giró hacia él, las cosas no mejoraron.
—Axel, tú también tienes que entender que no puedes proteger a todos. Alejarte de Nikole es lo mejor. No te estoy pidiendo que la olvides, pero tienes que pensar en lo que está en juego. Cada día que pasa, los enemigos están más cerca.
Axel apretó los puños, sabiendo que su hermano estaba intentando protegerlo, pero no podía aceptar lo que le pedía.
—No voy a abandonar a Nikole ni a mis amigos. No lo haré, Nathaniel. —Su voz era firme, decidida—. Ellos son mi ancla, son lo que me mantiene conectado a este mundo. No voy a vivir en la oscuridad solo porque hay amenazas. Vamos a pelear juntos, pero no voy a sacrificar lo que amo.
El silencio que siguió fue pesado. Nathaniel, aún frustrado, se apartó de sus hermanos con un gruñido de frustración.
—Espero que no te arrepientas de esta decisión, Axel —dijo Nathaniel, su voz cargada de advertencia—. Porque cuando llegue el momento, no habrá vuelta atrás.
Axel lo miró con determinación.
—No me arrepentiré, Nathaniel.
El silencio que siguió fue doloroso. Charlotte, temblando por la intensidad del enfrentamiento, dejó la habitación sin decir más, sus emociones aún revueltas. Nathaniel, por su parte, se mantuvo en silencio, mirando a Axel con una mezcla de ira y resignación.
Axel sabía que había tomado una decisión difícil, pero también sabía que era la única que podía tomar. Nikole y sus amigos eran su ancla en un mundo que se desmoronaba a su alrededor, y no estaba dispuesto a soltarlos, sin importar las consecuencias.
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Sangre de Demonio: El Legado de los Salvatore
De TodoNovela de Sangre Y Fuego En el oscuro y misterioso pueblo de Ravenmoor, un joven llamado Axel Salvatore descubre un legado que cambiará su vida para siempre. Tras la muerte de sus padres adoptivos, Axel recibe una carta que lo conduce a este pueblo...