[46] Un poco de sudor

38 4 31
                                    

Una vez más, esa noche, su sueño fue de lo más dulce.

Nunca sabía realmente dónde se encontraba–tal vez en la biblioteca de Sweet City o en el bosque–pero sabía que estaba oculto. Nadie podía poner los ojos sobre él, excepto King. Y si sentía incomodidad al saber que su cuerpo estaba expuesto delante a él, nunca duraba mucho. No estaba en condiciones de concentrarse en otra cosa que no fueran los dedos de King deslizándose por su torso y sus uñas arañando sus músculos, mientras el lo devoraba con la mirada.

En ese ambiente, King le parecía más divino que nunca. Estaba tanto en la oscuridad como en la luz, por lo que ciertas sutilezas de su anatomía se escapaban de los sueños de Katakuri. Pero él disfrutaba de cada detalle, cada curva, extendía la mano para rozarlo tímidamente e invitarlo a acercarse. Sin hacer ruido, el King de su sueño se colocaba sobre él y lo cubría. Para su mayor placer, se sentía diminuto frente a él y esperaba pacientemente lo que seguía. Cuando King se inclinaba para besarlo y su cabello caía graciosamente haciéndole cosquillas en el cuello, Katakuri tomaba su rostro entre sus manos, y solo pasaba medio segundo antes de que usara su poder para crear nuevas manos y tocar también su espalda, sus hombros, sus muslos, y sus nalgas…

Y en cuanto se sintió febril, absolutamente dispuesto a seguir adelante y ofrecerse sin más demora, el universo decidió despertarlo.

La alarma más detestable del mundo resonó en sus oídos y lo sacó del paraíso en el que casi habría vendido a sus hermanos si eso le hubiera permitido quedarse allí unos segundos más. Un gruñido de frustración se le escapó mientras dejaba caer su brazo débilmente hacia su derecha para silenciar ese horrible ruido. Un gemido asustado se escuchó. Katakuri abrió un ojo molesto, con la cabeza medio hundida en la almohada.

Su despertador–un homie, obviamente– temblaba como una hoja, aliviado de no haber sido aplastado y destruido por la enorme mano de Katakuri.

P... P-perdón, maestro, pero me pidió que lo despertara al amanecer a partir de ahora.

—Lo sé—gruñó Katakuri—Pero deberías haber esperado cinco minutos más.

El despertador no hizo ademán de protestar y salió corriendo lo más rápido que pudo con lo que le servía de patas. En efecto, Katakuri había insistido en que le despertaran todas las mañanas desde hacía unos días. Quería retomar sus viejas costumbres, pero le estaba costando un poco. Y ser arrancado de su sueño no era la única razón de su mal humor. Se incorporó sobre sus codos y notó lo mismo que las mañanas anteriores: King ya estaba levantado.

Desde su "discusión", King lo evitaba. O al menos, evitaba la cercanía física y un posible nuevo incidente. Katakuri no podía culparlo por reaccionar de esa manera; solo podía imaginar el daño que le había causado sin querer y queria darle un poco de espacio. Para que pudiera regresar por su cuenta. Sin embargo, no podía reprimir sus propias emociones, y despertarse solo después de haber experimentado la ternura en sus brazos era un retroceso muy desagradable. Extrañaba a King.

No es que ya no se relacionaran, pero había algo roto entre ellos. Pasaría tiempo antes de que King se atreviera a acurrucarse contra él de nuevo. Afortunadamente, sabía que era paciente, aunque sus sueños traicionaban su deseo de verlo regresar. Peor aún: en lugar de calmarse como debería, su libido se intensificaba cada día un poco más y no se dejaba controlar fácilmente.

Se sentía aún más culpable por ello. King le había confiado su fragilidad y, a medias, su miedo a sufrir nuevos abusos. Esto debería haberlo calmado; en lugar de eso, soñaba casi todas las noches con que lo hacían y acababa aliviándose solo en el baño. Se sentía como un sátiro. Si alguien le hubiera dicho que un día tendría sueños eróticos todas las noches, no le habría creído.

Prince Incendié [Traducción Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora