Capítulo 24

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–¡Qué bueno que estén aquí, Amadeus, Thomas! —a pesar de la sorpresa, Jake Adolphson se sintió protegido al encontrar a más de sus guardias—. ¿Qué hacen en este lugar? —preguntó sin estar muy interesado en la respuesta. Su mente se hallaba encauzada en atrapar a los fugitivos.

–Sabemos a quienes buscan, padre Adolphson. Tenemos a Baddeley y a los otros —declaró el guardia, evitando la mirada del sacerdote—. Sígannos.

–¡Es una muy buena noticia! —afirmó Adolphson con satisfacción.

Justo cuando la emoción se hacía un lugar entre sus ideas, el viejo sacerdote resbaló y cayó, dando un par de vueltas en el barro. Uno de los guardias le ayudó a levantarse. Su ropa chorreaba lodo y la mitad de su cara y su cabeza quedaron cubiertas de barro.

–¡Señor! ¿Se encuentra bien? —preguntó Traury. Era él quien se encontraba más cerca del hombre.

–Con este cuerpo viejo ya he perdido todos mis reflejos —intentó limpiarse, aunque sin mucho éxito. Sintió que la ira regresaba a su mente sin previo aviso—. Pero me desquitaré todo esto con esos criminales, una vez que los tenga en mis manos. Andando, llévenme con ellos.

Atravesaron los últimos pinos del bosque hasta hallarse a pocos metros del borde del agujero. Sus miradas fueron de asombro ante la imponente torre que sobresalía fuera del precipicio.

–Es aquí —señaló Amadeus.

–Asombroso —Adolphson se maravilló—, ¿no te parece, Bartholomew? Hace mucho tiempo que no venía a este sitio.

–Pero, no lo comprendo. ¿Por qué están ellos aquí? —preguntó Bartholomew Bradsmith, mirando a su colega. La extraña sensación de peligro regresó. Escuchó algo que le heló la piel— ¿Qué es ese ruido? ¿Gente? ¡¿Hay más gente aquí?!

–Vamos —ambos obedecieron inconscientemente al escuchar la invitación del guardia, aunque parecía más una orden—. Quienes buscan se encuentran abajo.

Se percataron de la multitud que rodeaba el castillo.

–Pero..., ¿qué es esto? —Jake Adolphson intentó resistirse, dando un paso atrás, pero su espalda se encontró con la presión punzante de una lanza. Era la lanza de uno de los guardias—. Amadeus... Pero, ¿qué es todo esto?

–¡Abajo, padre Jake! —ordenó el guardia, esta vez con un tono agresivamente imperativo.

Bartholomew Bradsmith giró y trató de huir, pero sus pies tropezaron y le hicieron caer, golpeando su boca contra la hierba. No sintió dolor, pero sí una sensación caliente alrededor de sus labios, seguido del sabor salado y ferroso de la sangre.

Uno de los guardias lo tomó bruscamente de la sotana y lo arrastró hasta el borde, en donde comenzaban las escaleras.

–¡¿Traury?! ¡¿Qué estás haciendo?! —Bradsmith reprochó, sin dar crédito al comportamiento del guardia— ¡¿Acaso te volviste...?!

–¡Ya bajen! —gritó Traury Walker mientras el resto de los que venían con él observaban.

Los dos sacerdotes obedecieron, comenzando a bajar con cuidado. Por primera vez, en esa noche, temblaban de frío, aunque tuvieron la sensación de que aquello era causado por el pánico.

–¡¿Qué significa todo esto?! ¡Respondan! —Adolphson reclamó en vano mientras se veía impelido por los hombres que le forzaban a bajar— ¡¿También ustedes traicionan a la hermandad?!

Amadeus le asestó un puntapié que le hizo bajar aparatosamente los últimos peldaños. Jake Adolphson cayó de bruces contra el suelo. Sintió un intenso dolor en la cadera.

Krenzville (La abadía del origen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora