EPÍLOGO

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Caminó con dificultad sobre las ruinas. Sus ojos negros y apagados quedaban al descubierto fuera de los trapos que llevaba sobre la cabeza. Tuvo la certeza de que la policía y el ejército estarían allí pronto, de modo que no dudó en darse prisa.

Había distinguido su objetivo desde el borde del agujero. Bajó las polvorientas escaleras y se acercó con cuidado para evitar caer entre los escombros. Sin embargo, más de un par de veces sus pies pisaron en falso sobre rocas que se perdieron en el vacío de las ruinas.

Un brazo sobresalía desde la base del codo. Los dedos estaban visiblemente dañados por las heridas, pero se movían un poco aún. Supo que la hora de su muerte había llegado.

El brillo del objeto reflejaba algo más que el sol. Se encontraba cerca de la mano del cadáver. Él sintió que le llamaba. Cuando lo tomó de entre las piedras, el movimiento de la mano cesó por fin.

Miró atrás mientras se introducía otra vez en el bosque. La luz de un nuevo despertar hacía ceder las sombras del pasado, que le habían mantenido oculto por mucho tiempo.

SILENCIO...


FIN

Krenzville (La abadía del origen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora