Capítulo 38

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–¿A qué te refieres con saberlo todo? —preguntó Ryan Frost con desconcierto.

–Dinos, ¿por qué querríamos irnos sin los muchachos? —inquirió Hart.

–Sólo quiero ayudar a salvar la vida de todos los que están aquí, dado que será difícil encontrar a los chicos antes de que ellos acaben con nosotros —replicó—. Además, ¿a qué se debe tu disgusto? Si es porque no había aparecido, me perdí durante mucho tiempo al entrar por uno de los pasillos, ¡el cual resultó ser un laberinto del demonio!

–¿Mi disgusto? —su semblante pareció tenso— ¿Debo contarlo todo yo?

–¡¿Contar?! ¡Ni siquiera sé de qué estás hablando! ¡Sólo perdemos más tiempo estando en este lugar! —Ryan Frost se impacientó— ¡¿Quieres explicarte de una maldita vez?!

Un nuevo huésped apareció a espaldas de Jerome Hart. La barba del desconocido era abundante y desordenada. Su altura superaba a la del resto de los presentes, aunque su semblante lucía algo decaído. Su mirada y la del duque de Bendford se conectaron de inmediato. Él permaneció tranquilo a pesar de su aspecto, pero varias gotas de sudor comenzaron a deslizarse por la frente de Ryan.

–¿Un viejo conocido? Eso expondría mejor mi punto —señaló Jerome sin mirar al hombre detrás de él—, ¿me equivoco?

Krenzville (La abadía del origen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora