Tan solo había pasado un instante mientras desviaban la mirada hacia quienes venían. Aquello desapareció sin dejar rastro. Sin embargo, Rose no tuvo tiempo para sopesar el hecho; aún se hallaba indecisa en cuanto a cómo debía reaccionar en los minutos subsiguientes.
Había tomado la mano del chico. Parecía bastante débil, pero ella lo obligó a correr a toda velocidad. El terreno estaba más accidentado por las raíces de lo que había previsto. Se vio a punto de tropezar en medio de la oscuridad. Se agarró de uno de los pinos a su derecha para disminuir la aceleración de la marcha. Apenas pudo distinguirlos a causa de la niebla espesa y la multitud de árboles que estorbaban. A pesar de la dificultad para ver, era imposible no notar la presencia de alguien más.
–¡Rose! ¡Robert! —John Templeshire fue directamente a encontrarlos. Detrás de él, una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Don Bradenfield— ¡Chicos, ¿se encuentran bien?!
Rose le recibió con un prolongado abrazo. No dijo nada. Las lágrimas volvieron a resbalar fuera de sus ojos, atascándole las palabras antes de que llegaran más allá de su garganta. Don hizo lo mismo con Robert.
–Estamos bien —contestó Robert—. Es bueno verlos. Pero, ¿cómo llegaron aquí? ¿Cómo es que pudieron encontrarnos?
John miró su cara luego de separarse de la chica. «Se le ve muy mal» —pensó. Le abrazó también.
–Solo recuerdo haber entrado al castillo con los demás; luego despertamos en este lugar al mismo tiempo —explicó—. Hemos caminado durante horas sin encontrar una salida. Casi estoy convencido de que este bosque no tiene fin, y lo peor es que no luce como Krenzville. Por suerte, los vimos correr en dirección opuesta.
–Algo iba detrás de ustedes —añadió Don Bradenfield, mirando a ambos—. Una sombra... No lo sé, pero era difícil distinguir de qué se trataba.
–Monstruos —afirmó la chica—, aunque un poco... diferentes.
–¡¿Más de eso?! Están por todas partes, aun en este lugar desconocido.
–No lo dudo.
–¿Alguno de ustedes sabe en dónde estamos?
–Por desgracia no, pero Robert estaba a punto de decirme algo antes de que los viéramos.
–¿Y eso es...? —Don se dirigió a Robert Reznordton.
–No hay salida de este mundo —contestó—. Estamos aquí por medio de un... sueño. No sabría cómo llamarlo, pero nuestras mentes están aquí, separadas de nuestros cuerpos. Debemos estar en algún rincón dentro del castillo. El tiempo pasa más lento en este lugar y apenas se siente dolor; tampoco se envejece aquí. He pasado mucho tiempo en este sitio, tal vez años. Pensé que estaría sólo por siempre y soportando ser torturado por Denat.
–¿Denat? —inquirió John Templeshire sin comprender.
–La razón de todo, el demonio —declaró el joven robusto .
–¿Dices que lo que ha causado todo esto en el pueblo es el demonio al que te refieres y que también tiene un nombre?
–Así es. Hay varios debajo de ella, pero por algún motivo nos ha estado buscando durante años para terminar su ritual junto a quienes le siguen.
–Y es por eso que nos ha traído aquí.
–Exacto —confirmó Robert—. Más allá de este bosque, sólo hay un desierto interminable, y no lo verán a menos que caminen por varios días, o eso supongo. Siempre es de noche aquí, y esa luna nunca se aparta. Apenas recuerdo cómo lucía la luz del sol.
–De solo escucharlo, siento escalofríos.
–Es solo una suposición, pero es probable que este lugar también exista físicamente, aunque muy lejos.
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Krenzville (La abadía del origen)
Mystery / ThrillerLa engreída utopía en la mente de aquellos sin alma, cuyas pesadillas han trastornado la concepción del temor, le hace parecer un lugar seguro, pero no lo es en realidad; Krenzville nunca lo ha sido desde que hay gente sobre sus tierras. Para Rose R...