Rose Rashfordson abrió los ojos. Se sintió desorientada y su cabeza le dolía. Cuando se tocó la nuca, por puro instinto, notó que varias gotas de sangre viscosa habían llegado hasta allí. La sangre estaba casi seca. El suelo parecía estremecerse. Aquel panorama era extraño, pero al mismo tiempo tan familiar como si antes hubiese estado allí: como el lugar en donde vivía. No tuvo que girar mucho para encontrar al resto de los chicos y a una multitud de desconocidos que comenzaban a levantarse de las camas unidas a la pared. Ella también se hallaba en una.
–¡Rose! —le llamó John Templeshire, aproximándose con mucha dificultad para mantenerse en pie— ¡¿Te encuentras bien?!
–Sí —contestó mientras miraba impresionada a todos lados—, pero... ¿en dónde estamos?
–Aparecimos aquí repentinamente con todas estas personas y con esa cosa en medio —John señaló hacia el centro de la habitación.
Una estatua, rodeada de una leve iluminación azul, estaba suspendida en el aire. Encima, un agujero que recordaba vagamente de pocos segundos atrás, una especie de portal.
«¿Acaso estamos a salvo?» —se preguntó Rose. Intentó recordar con más detalle, pero las imágenes en su mente aún eran vagas e imprecisas.
–¡Todos! —Robert se dirigió al resto. La mayoría de la gente parecía aturdida aún. El estruendo constante del suelo sacudiéndose impedía que su voz fuera perfectamente audible— ¡Debemos salir de aquí, ahora!
–¡Espera, Robert! —advirtió la chica. Notó que algunos puntos sobresalían en el fondo del portal— ¡Mira!
Dos cuerpos salieron despedidos y cayeron de espaldas sobre el suelo. Sólo uno se movió.
–¡Son Jerome y el señor Ryan! —señaló Don Bradenfield. Corrió hacia ellos cuanto antes— ¡Ayúdenme!
Hart se levantó adolorido; luego, miró el cuerpo sin vida a su lado. Aquel rostro representó su imagen de amistad durante años, pero ahora no era más que la razón de toda una tragedia y una larga época de oscuridad que había envuelto al pueblo entero.
–¡Pero... Pero... ¿qué le pasa?! —Don vaciló al preguntar— ¡¿Señor Hart?!
–¡Jerome! —John llegó junto a ellos— Usted nos rescató, pero, ¡¿cómo lo supo?! Y —se tornó hacia el hombre en el suelo—... ¿él estará bien?
–¡Vamos, chicos! ¡Tenemos que salir pronto de este lugar; después les explicaré todo con detalle! ¡Ayuden a todas esas personas a escapar antes de que esta sacudida se ponga más violenta!
–Sí, pero... ¿y él? ¡¿Lo dejaremos aquí?! —demandó John nuevamente con los nervios raídos por la adrenalina.
–¡No pueden hacer nada por él! —Jerome levantó la voz, intentando hacerles entrar en razón— ¡Este hombre NO es Ryan Frost! ¡Él no es el duque de Bendford, no el duque que ustedes creían! ¡Prometo explicarles todo, pero ahora debemos huir de aquí!
Ninguno de los dos fue capaz de digerir las palabras de Hart al principio. Sin embargo, una mirada más de reproche les hizo obedecer sin objeción. Solo en ese momento se percataron de su ropa hecha jirones, la nariz apachurrada y la sangre.
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Krenzville (La abadía del origen)
Mystery / ThrillerLa engreída utopía en la mente de aquellos sin alma, cuyas pesadillas han trastornado la concepción del temor, le hace parecer un lugar seguro, pero no lo es en realidad; Krenzville nunca lo ha sido desde que hay gente sobre sus tierras. Para Rose R...