Capítulo 39

16 9 0
                                    

–Soy alguien a quien crees conocer. Déjame mostrártelo —invitó con su voz profunda.

–Está bien, adelante —Jerome Hart accedió intuitivamente.

El hombre le tomó la mano con la que sujetaba el collar. El recinto y el obelisco nuevamente se desvanecieron, llevándolo a un lugar más familiar.

«¿Otra visión?» —se preguntó.

Era de noche y llovía.

Examinó su alrededor. Había menos lámparas de las que recordaba, y sólo pudo distinguir una vieja casa en el lugar en donde debería haber visto el convento de Saint Deacon.

«¡La plaza central de Krenzville!».

–Ahora sabrás la verdad —informó el hombre a su lado—. Acompáñame.

Le siguió.

Mientras caminaban en dirección al castillo del duque de Bendford, un hombre, con el rostro cubierto, pasó a toda velocidad en medio de la lluvia.

Jerome Hart notó que el clima era más o menos frío, pero su gruesa ropa carecía de la suficiente calidez para aislarlo. Esta vez, podía sentir.

–¿A dónde vamos? —preguntó Hart.

El hombre lo miró con su rostro sereno y una sonrisa en sus delgados labios antes de responder.

–A mi casa.

Krenzville (La abadía del origen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora