41: Sentimientos desleales

22 5 3
                                    

JANICE

Mi segundo beso ocurrió el mismo día que el primero, pero había un abismo de diferencias entre ambos. Mi beso, el que le di hacía apenas media hora en mi graduación, fue un contacto tímido y breve, el gesto de una joven enamorada hacia un hombre que sabía inalcanzable. Un beso de despedida, de un "te amo profundamente, pero no hay nada más que pueda hacer por ti". Un beso que exteriorizaba todo lo que había sentido durante años.

El de él fue rápido pero profundo. Al separarnos nos miramos en silencio, como si las palabras ya no fueran necesarias. El aire entre nosotros se sentía cargado de algo diferente, no era tensión, sino una calidez que no había sentido antes. Harner dio un paso hacia mí, sus movimientos eran lentos y considerados, como si quisiera asegurarse de que yo estaba bien con cada gesto.

—¿Estás bien? —susurró, su voz suave y llena de preocupación.

Asentí lentamente, pero mi corazón latía con fuerza. Él lo notó y me dedicó una sonrisa, una que derritió cualquier duda o miedo que pudiera haber quedado.

—Si no quieres esto, solo dímelo —añadió, sus dedos rozando suavemente mi mejilla. El contacto fue tan delicado que apenas lo sentí, pero fue suficiente para enviar un escalofrío de emoción a través de mi cuerpo.

Antes de que pudiera responder, él inclinó su rostro hacia el mío, sus labios apenas tocando los míos en un beso que fue todo lo contrario a lo que esperaba. No fue salvaje ni demandante. Fue lento, lleno de una paciencia que me hizo sentir apreciada en cada segundo. Harner sabía exactamente cómo moverse, cómo hacer que el beso fuera algo más que un simple contacto físico: fue una promesa, una declaración silenciosa de que estaba dispuesto a darme el espacio y el tiempo que necesitara.

Me dejé llevar, cerrando los ojos y disfrutando de la tranquilidad que me transmitía. Sus labios se movieron con suavidad, explorando los míos de una manera que me hizo sentir segura, cómoda. Había una especie de experiencia en él, pero también una ternura que nunca había esperado. No había urgencia en sus movimientos, solo un deseo de compartir ese momento conmigo, sin prisas, sin presiones.

Cuando se apartó, lo hizo lentamente, dándome tiempo para procesar lo que acababa de suceder. Mis labios aún sentían el eco de los suyos, y mi corazón latía rápido, pero no de nerviosismo, sino de algo más profundo, algo que apenas comenzaba a entender.

Harner me miró a los ojos, sus dedos todavía acariciando mi mejilla con una suavidad que no conocía en él. Sus ojos reflejaban algo que nunca antes había visto: vulnerabilidad, pero también algo más. Algo que me hizo sentir que estaba a punto de escuchar una verdad que cambiaría todo.

—Janice... —su voz era apenas un susurro, pero cada palabra estaba cargada de sinceridad—. Te he estado observando durante tanto tiempo, sin saber cómo decirte lo que siento. Siempre quise acercarme a ti, pero no de esta manera. No quiero que pienses que lo que siento por ti es solo un impulso o una emoción pasajera. Lo que siento por ti va más allá de cualquier cosa que haya experimentado antes.

Mi corazón dio un vuelco. Harner, que siempre había sido tan fuerte y reservado, ahora se mostraba vulnerable, abriéndose de una manera que no esperaba. Su mirada permanecía fija en la mía, como si buscara una respuesta en lo más profundo de mis ojos.

—He tratado de alejarme, de mantener la distancia porque... —hizo una pausa, su respiración entrecortada—, porque no quería hacerte daño. No quería que pensaras que esto era solo un capricho para mí. Pero hoy, después de esto, ya no puedo esconder lo que siento. Janice, me importas más de lo que puedas imaginar. No sé en qué momento pasó, pero... eres lo que más me importa ahora.

Un Abismo Entre Catarsis y OniriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora