¿Sera amor?

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Francisco

Ya han cuatro meses que llegamos aquí a Rusia. Veo a Vladímir y a mi hermana en el cuarto que será para la beba. Veo cómo Vladímir, después de enterarse de que era una niña, ha traído muchas cosas.

Yo los observo desde la puerta del cuarto. Me da muchísimo gusto ver a mi hermana con una sonrisa en el rostro.

Debo de decir que mi hermana se ve muy hermosa con su pancita ya de ocho meses.

El cuarto del bebé es muy hermoso; tiene una linda cuna con listones y un velo color rosa. Las paredes pintadas de rosa con lindas flores. Veo su armario lleno de ropa de todo tipo. Ella será una buena madre.

Comienzo a ver cómo Vladímir se arrodilla a sus pies y empieza a besarle el vientre a mi hermana. Eso es una señal para irme. Me voy de ahí y entro a mi habitación.

Me voy a la mesa y tomo un vaso con alcohol, le doy un trago y me siento en un sofá cerca de la chimenea.

Veo el papel con el número de esa chica, la hermana de Dante. No he tomado la decisión si de llamarla. No quiero que ella piense o pague por los tratos que le dio su hermano a mi hermana.

Pero de mi cabeza no sale su hermoso rostro y su lindo cuerpo. Le doy un trago más a mi vaso; lo dejo en la mesa.

No sé por qué he dejado pasar tanto tiempo, pero pienso muy bien en que ella es la hermana del hijo de perra que lastimó demasiado a mi hermana.

Sé que si yo quisiera puedo tener un poco de venganza con esa jovencita, pero tengo una voz en mi cabeza que me susurra que no lo haga.

Mi parte mala y mi parte medio buena pelean para ver quién es la que gana. Pero tengo que hacerlo. Necesito escuchar su voz.

Tomo mi teléfono y marco ese número. Me pongo el teléfono en el oído y comienzo a escuchar cómo timbra. Estoy muy nervioso.

—Hola —escucho su voz de otro lado. Me quedo congelado; no sé qué decirle. —Hola, ¿quién es? Respondan o terminaré la llamada.

—Espera —la detengo un poco apresurada.

—¿Quién es y cómo obtuvo mi número? —Me interroga algo molesto.

—Soy al que le diste tu número de teléfono en París —le digo.

—¿Eres el chico del elevador?

—Si soy yo, mi nombre es Francisco —me presento.

—Mucho gusto, Francisco —me saluda con esa dulce voz.

—¿Si me recuerdas? —Le pregunto; no sé por qué estoy tan nervioso.

—Claro que sí —me confirma; me encanta su voz.

—¿Cómo te llamas? —curioseó; no quiero que sospeche que ya sé su nombre.

—Mi nombre es Laura —me cuenta y tan solo escuchar su nombre, un escalofrío recorre mi cuerpo—. ¿Pero por qué has dejado pasar tanto tiempo? Pensé que me llamarías después de darte mi número —ese tono de voz no sé, pero me suena a reclamo.

—Tenía cosas que hacer —es lo único que se me ocurre decir.

—Está bien, ¿qué te parece si no nos vemos en algún lugar? —Quedé totalmente sorprendido ante sus palabras. Creí que sería yo quien tomara la iniciativa.

—Claro que sí, solo dime ¿dónde te veo? —Muero de ganas por verla.

—Bueno, estaré unos días en Oporto.

—Te veré en Oporto, te llamaré. —Le digo y escucho una pequeña risa del otro lado.

—Ok. Bye, Francisco —escucho por el otro lado.

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora