Eres mi venganza y mi perdición

Conociendo tu mundo

Anabela

Han pasado 3 semanas desde que regresamos de la casa de los padres de Dante.

Debo de decir que estas semanas han sido un tanto candentes. Cada vez que podemos, siempre tenemos intimidad.

No sé, pero creo que no fue muy bueno conocer este mundo.

Es una obsesión de querer estar con Dante; mis ganas solo hacen más que crecer.

Estoy en el despacho de Dante; veo que él está viendo algunos planos que no sé qué sean.

Puedo notar que si el despacho es muy grande, hay muchas computadoras y armas.

Me acerco a una de las mesas y tomo un cuchillo.

—Ten cuidado o te cortarás la mano —me advierte Dante.

De inmediato volteó a verlo y notó que ha dejado de ver sus papeles.

—Es que me llaman la atención —le digo y me comienzo a acercar a él.

Llego hasta a un lado de él y le entrego el cuchillo.

Él lo toma y lo pone cerca de mi cuello; comienza a bajar, cortando los botones de mi camisa.

Corta el primero y mis pechos se comienzan a ver; el segundo y mis pechos salen.

Traigo un sostén blanco de encaje, lo miro a los ojos y noto en sus ojos la enorme lujuria que posee.

Me jala con su mano y hace que me sienta a orcajadas en él.

Comienza a besar mis pechos. Esa sensación me gusta.

Tira el cuchillo al piso y mete una de sus manos y saca mi pecho doblando el sostén.

Juega con los dedos en mi pezón, cierro mis ojos y me dejo llevar.

—¿Quiero conocer tu mundo? —preguntó en un modo exigente y entre jadeos.

Él se detiene. Abro los ojos y lo veo atentamente.

¿A qué te refieres? —Me mira.

—Quiero ir contigo a todos tus negocios; quiero conocer cómo es todo este mundo —le explico.

—Estás segura, una vez adentro no hay marcha atrás —me advierte Dante.

—Si estoy segura —le digo decidida.

Me mira atentamente; nos quedamos un momento en silencio.

—Está bien. Esta noche iremos al club. Espero que estés lista —me cuenta con una voz delicada.

—Claro que sí —me levantó de su regazo y salí del despacho.

Comienzo a arreglarme, estoy lista. Escogí un lindo vestido color turquesa pegado a mi cuerpo. Me pongo unos lindos tacones al color del vestido y un poco de maquillaje.

Salgo de la habitación bajo las escaleras y me encuentro a Dante vestido todo de negro con un saco y lleva su camisa abierta dejando ver su tatuaje.

Me toma de la mano y entramos al auto.

Dante me vuelve a agarrar y hace que me suba arriba de él.

—No me dejaste terminar lo de la tarde —aclara viéndome fijamente.

—Pero Álvaro nos va a ver —le digo.

Veo que Dante presiona un botón y noto como se levanta un vidrio negro y nos separa.

Él mete sus manos en mi vestido; me comienza a besar salvajemente.

Veo cómo se desabrocha el pantalón y solo hace a un lado mis bragas y entra rápido.