Celos

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Anabela

Estoy afuera de la cabaña y tengo calor. No me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración.

Pero debo de admitir que, a pesar de que Dante me tratara así en mi primera vez, sí tenía ganas de estar con él de nuevo.

Lo que más me calentó fue sentir su enorme miembro en mi mano pequeña. Nunca pensé que la parte de un hombre se sintiera así.

Olvidé esos pensamientos, y me voy a la casa.

Llegó, y me voy directo a mi habitación; no quiero encontrarme con Dante, menos con su hermano. Escucho que alguien toca la puerta.

—Pase —digo y veo que se abre la puerta. Es la Señora Martha y Laura.

—Hola Ana, ¿Mi hermano no te molesta? —me pregunta porque será.

—No, ni lo he mirado —no quiero decirles lo que pasó. Debo de afrontar mis propios problemas.

—Eso es bueno y también es bueno que Dante mañana se tenga que ir unos días a Sicilia —dice la señora Martha.

—¿Que? ¿Porqué? —digo inesperadamente.

—Tiene que ir a arreglar unos negocios; regresará en unos 4 días —me cuenta la señora Martha.

"Porque no me dijo que se iría, pues no me tiene que decir nada, al fin no soy nada de él, solo un juguete".

Nos pasamos toda la tarde Laura y yo hablando.

Llega la noche; estamos Laura y yo acostadas en la enorme cama; yo veo por la ventana la hermosa luna que está.

Después de unos minutos quedó completamente dormida.

Despierto en la mañana, bajo a la cocina y me dicen los empleados que Dante se fue muy temprano.

"No entiendo porque vine a buscarlo".

Regreso a la habitación y me cambio de ropa.

Han pasado tres días desde que Dante se fue y no me he marcado ni yo a él.

Sé que mañana regresa; no se me da un gusto saber que regresará, pero a la vez no sé qué pasará.

Ya me encuentro bien; no sé si pueda resistir la tentación.

Es de noche, estoy acostada en la cama, pero no puedo dormir; estoy algo inquieta.

Me levanto de la cama; solo llevo un camisón puesto, color blanco casi transparente.

Llego a la cocina, me acerco al enorme refrigerador y abro la puerta en busca de la leche.

Me agacho para tomar la leche.

—Hola, buenas noches, ¿creo que alguien no puede dormir? —escucho la voz de Aarón.

Dejo caer la leche, y se esparce por todo el piso de la cocina. Me doy la vuelta y lo veo sin camisa y solo con un pantalón pijama.

A lo poco que él ve por la luz del refrigerador, puedo notar que está bien escupido.

Cierro rápidamente la puerta del refrigerador y corro a prender la luz. La enciendo y noto completamente su cuerpo.

—Creo que no soy la única que no puede dormir —le regresó su pregunta y siento mi cara un poco caliente.

Comienzo a notar cómo me mira y en ese momento recuerdo que mi camisón es casi transparente.

"En mal momento me lo tuve que encontrar".

Veo que su expresión en su cara cambia a lujuria...

—No me equivoqué; eres muy hermosa —me dice Aarón. Veo cómo se muerde el labio. Con mis brazos me cubro mis pechos.

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora