Viaje a sicilia

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Siento un sentimiento raro al ver que Anabela está despierta.

Veo sus lindos ojos azules que me encantan. Ella me ve atentamente.

—Me duele la cabeza —dice Anabela y pone sus manos en la cabeza.

—Si te embriagaste —le contesto; no quiero que recuerde que la empuje.

—Sí, me embriagué, pero espera... Tú me empujaste —me dijo y me miró con su expresión de enojo.

—No, eso no pasó —miento.

—Claro, qué pasó, yo intenté alejarte y me empujaste —vuelve a repetirlo muy enojada.

Se separa de mí y me mira completamente furiosa.

—Pues tú tienes la culpa porque te pusiste; sabías que estaba muy enojado —le intentó echar la culpa.

—Yo no quería que cometieras otro error, pero pierdes el control muy fácil —se defiende con un tono fuerte.

—Sé muy bien cómo controlarme —le digo; odio que me contradigan.

—No es verdad, tú eres bipolar, en veces me tratas bien y para la otra me estás regañando, culpándome por cosas que no hice —me reprocha todavía molesta.

—¡CÁLLATE! —gritó enojadísimo.

Ella solo se me queda mirando, con una expresión enojada y triste.

—Mira, para compensar mi error quiero llevarte conmigo a Sicilia; voy a ir por unos negocios, pero también serán unas vacaciones para los dos —propongo más tranquilo.

—No soy una mujer que te puedas contentar con un viaje —me dice todavía molesta.

—Solo procura estar preparada y ya —menciono y salgo de la habitación.

Anabela

Después de despertarme, un terrible dolor de cabeza.

Y saber que Dante fue capaz de empujarme por estar cegado por sus celos.

Aunque él no reconoce nada, siempre quiere ser perfecto en todo y me culpa a mí.

Debo de decir que sí me puso algo feliz saber que me llevaría a Sicilia, pero no le dejaré fácil el camino.

Dante es un hombre que no puede pedir un simple perdón.

Solo por su estúpido orgullo y por ser un mafioso, no debe de demostrar debilidad.

****

Dos días después ya me siento mejor y tengo lista mi maleta con todo lo que pido de ropa. No sé cómo es Sicilia y debo de estar feliz.

Aunque después de pelearme con Dante estos dos días he sentido que llega muy tarde a dormir en la cama.

Y huele a alcohol; no sé si salga porque se encierra en su despacho con su amigo Mateo.

La verdad, no sé qué le pasé. Aunque dudo que lo haga por la culpa que sienta.

Sofía me ayuda a bajar mi maleta. Llego a la entrada y veo a Dante bien vestido y con su maleta.

Me mira y puedo ver que hace una pequeña sonrisa.

"Creo que ya se me pasó su depresión o lo que sea", me digo a mí misma.

—Estás lista —es lo único que me dice.

—Sí, estoy lista —le digo y veo como me abre la puerta.

Entro al auto y después él. El vehículo comienza a moverse y después de un momento veo por la ventana que llegamos a una pista de aterrizaje.

Veo el enorme avión o jet privado, no sé cómo se le diga; eso me sorprende porque mi padre tenía uno, pero nunca me subía; siempre tenía que ir en los aviones con los demás pasajeros.

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora