Eres mi venganza y mi perdición

La verdad

Francisco

Estoy en mi habitación y veo la foto de Laura en mi teléfono. Es tan hermosa, pronto estará conmigo, pero debo de decirle a Any que ella se vendrá conmigo.

En eso escucho que alguien toca la puerta. Es mi hermana quien entra.

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Me da risa cómo camina mi hermana; sé que debió de tener una noche muy ajetreada para estar así. Pero a la vez me da cosa porque sé que me equivoqué diciéndole a Vladímir que era homosexual. Mira cómo anda mi hermana.

Pero no es momento para hacer burla; mi hermana quiere la verdad y sé que ella necesita saberlo.

—Bueno, como sabes, los Accardi y los Ferrara están en pelea desde que tú eras una bebé. Todo por culpa de nuestra madre. —Hago una pausa.

—Dime todo, Francisco —me dice en tono exigente.

—Nuestra madre, ella escogió a Maximiliano Ferrara como amante; nuestro padre los descubrió. Después nuestra madre nos abandonó a ti y a mí para escaparse e irse con él, pero murió. Nuestro padre estaba destrozado, pero durante el luto que le guardó a nuestra madre, planeó bien lo que iba a hacer y se vengó de eso disparándoles a Maximiliano y a Dante. El señor Maximiliano estuvo grave. A lo que se le quitó parte del intestino, una de las piernas donde obtuvo muchos disparos se la amputaron y le quitaron parte de un pulmón. Estuvo al borde de la muerte, pero sobrevivió y desde entonces los Ferrara han buscado venganza. Dante, de su parte, solo recibió algunos disparos leves porque nuestro padre iba por Maximiliano, no por él —le cuento y veo su expresión de asombro.

—Todo lo que me pasó fue por culpa de nuestra madre —menciona molesta.

—Sí, lo fue, pero nuestro padre siempre hizo todo para hablarte bien de ella; nunca quiso que supieras la verdad.

—Entonces por eso me mantuvo como si no existiera —añade todavía molesta.

—Él sabía que si ellos se enteraban de ti, eras una debilidad perfecta para él —lo confirmo.

—Me duele saber que nuestra madre nos abandonó y a mí siendo una bebé. Ahora comprendo más que mi hija no debe llevar el nombre de mi supuesta madre, no merece eso —me dice enojada.

—No, ella nos abandonó a los dos y a nuestro padre, pero él siempre te habló bien de ella; no quería que la odiaras —le recuerdo tocando su hombro para calmarla. Veo que comienza a llorar.

—Siento mucha tristeza como la mujer que, según es nuestra madre, fue capaz de eso. La necesité mucho y saber que yo pagué por su error —me dice llorando.

—Francisco, ¿qué le hiciste a mi Any? ¿Por qué llora? —Escucho la voz de Vladímir que entra por la puerta y llega hasta mi hermana. Toma sus manos. —Ya, mi reina, no llores. Vámonos para que te tranquilices.

—No, Vladímir, ya sé la verdad de todo y por el error de otra persona tuve que pagar. Ahora más que nada necesito la ayuda de los dos. Quiero venganza. —Oigo, esas palabras de la boca de mi hermana.

—¿Y qué pretendes hacer, hermanita? —le preguntó. Sé que si me niego, ella lo hará de todas maneras.

—No quiero ocultarme más, ustedes me enseñarán todo a la perfección. Una vez lista, regresaremos y quiero el club de ese perro de Abdel y a Silvana, a todos los que me lastimaron. Pero lo más importante es que iremos al baile de máscaras donde comenzó todo. Sé perfectamente que los Ferrara estarán ahí; quiero que vean que no soy débil. —Nos explica a los dos y solo Vladímir y yo la vemos detenidamente.

—¡Estás loca, Anabela! ¡Si ellos te ven, Dante será capaz de hasta volverte a secuestrar! —Me levantó, se sobresaltó al saber qué quiere hacer—. Vladímir, tú estás de acuerdo con esto.