Capítulo 11. ¡¿Hermanó?!

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Pov Edward

Quien iba a decir que en mi primer día en la ciudad me tropezaría con una chica hermosa y más aún que llamara mi atención. Suelto un suspiro antes de entrar con mis maletas a casa, la enorme casa en donde había pasado gran parte de mi infancia y a la que no tenía muchas ganas de regresar.

―¡Hola... Hola!―digo entrando a la sala.

―¿Edward? ¡Oh... Llegaste! ―dice mi madre abrazándome en cuanto me ve―. Por cierto, Austin no está.

―Lo sé... Eso esperaba ―le digo mientras me siento en el sofá―. ¿Crees que se alegré al verme?

―No lo sé cariño, ¿Quieres ver a tu padre? Esta en su oficina... Sabes dónde queda ―asiento.

―¿No hay servicio hoy? ―preguntó al no ver a nadie más que mi madre.

―No, les dimos vacaciones ―dicho se marcha a la cocina.

Camino por los pasillos, los mismo de siempre. Nada había cambiado, todo seguía igual, mismas pinturas, mismo diseñó, pero diferente color. Incluso hasta llegaba a ser aburrido. Cuando llego al estudio de mi padre, tocó tres veces escuchando un "pase".

―Hola viejo... ―digo en cuanto entró.

―Edward al fin llegas, pensé que estarías con otra chica y no llegarías ―dice con una sonrisa.

―No, no podría romper mi promesa.

Después de platicar con mi padre un buen rato decidimos llamar a Austin, avisándole de mi llegada y estaba seguro de que no estaría tan feliz.

Me encontraba en la sala con mis padres, que por cierto no recordaba que fueran tan graciosos. Un fuerte golpe desde la puerta principal nos avisa de la llegada de Austin.

―Llegue... ―dice sin ganas entrando a la sala.

Lo miró con los ojos abiertos en cuánto esta frente a mí. Realmente se veía como otro desde la última vez que lo había visto con aquella fachada de chico serio con todo y anteojos, y ahora era todo lo contario, realmente no me lo esperaba.

―¿Qué tanto me ves? ―pregunta enojado.

―Solo no creó lo que veo ―respondo.

―Pues acostúmbrate desde ahora ―dice sin cambiar su tonó.

―Te pareces a mí ¿Quisiera hablar contigo? A solas.

―Yo no... Así que me retiro mañana tengo cosas que hacer ―dice dirigiéndose a su habitación en el segundo piso.

―No te preocupes tal vez pasó un mal día ―mi madre me toma de los hombros como consuelo y con una sonrisa continúa―. Te haré tu comida favorita para celebrar tu regresó ―dicho se levanta y desaparece por la puerta de la cocina.

―¿Y por qué decidiste regresar? ―pregunta mi padre mirándome desde el sillón individual de cuero.

―La tía dijo que me haría bien pasar un año con ustedes ―y debo aclara que la tía no solo me lo dijo, sino que me molesto por como un mes hasta que acepte.

―Muy bien ―dice no muy seguro.

―Estaré en mi habitación ―le digo subiendo con mis maletas a mi habitación de siempre.

Vaya, se sentía extraño regresar a un lugar que después de todo no se sentía como un hogar.

Pov Austin

Maldita sea... Maldita sea... Maldito, ¿por qué rayos se le ocurrió venir ahora? Se hubiera quedado en Canadá o donde sea que viva la supuesta tía... Maldita tía que se le había ocurrido enviarlo de regreso.

Tomo mi celular después de tirarme a la cama y empiezo a escribir un nuevo mensaje.

" Austin: Hola novia ¿Qué haces?"

En cuanto lo termino de escribir y lo mando, ya estoy ansioso por la respuesta, aunque ella tal vez este ocupada a estas horas. Dejo mi celular en la mesita de noche y me pongo a ver el techo, sonriendo como un idiota de solo pensar que esta vez fue más fácil que las anteriores.

Escucho toquidos en la puerta, me levanto y la abro con pereza al mismo tiempo que la intento cerrar al ver a "mi querido hermano Edward" detrás de la puerta.

―¡Hey, sólo quiero hablar! ―dice empujando la puerta para entrar, lo cual logra.

―Yo no y ya te lo dije ―me quejo.

―Vamos, Austin sabes que no me rendiré tan pronto ―bueno aquello no se lo podía negar, yo era el que mejor lo sabía, después de todo.

―Bien ya estas dentro ¿Qué me tienes que decir? ―digo caminando a mi cama.

―Primero respóndeme ¿por qué estas enojado conmigo? ―pregunta cerrando la puerta detrás de él.

―¿Por qué...? Como lo veo, ya se te ha olvidado.

―¿El qué?

―Deberías saberlo ya...

―Austin, si todo esto es por Samanta ella solo te utilizaba y... ―me interrumpe, pero no lo dejo terminar.

―Se que ella era una zorra y todo eso, pero no quita el hecho de que siempre me quitas todo lo que tengo ―le reprocho―. Si soy bueno en futbol, tú también lo tienes que ser y así con todo lo que hago ―termino de decir mirándolo a los ojos con el ceño fruncido.

―Ah, es eso ―dice.

―Lárgate de mi cuarto.

―Solo quería decirte que mañana estaré contigo en el instituto.

Escucho la puerta cerrarse, me meto a la cama sin siquiera revisar mi celular, ya no estaba de humor para nada, apago la luz y me fuerzo a dormir.

Seduciendo al SeductorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora