Capítulo 42. No te perdonare, no yo

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Pov Mag.

Nunca lo había conocido del todo bien ya que siempre se la pasaba trabajando y cuando llegaba si es que lo hacia solo era para dormir. Aunque debía de admitir que eso no le quitaba el echo de que es mi padre y no lo había tenido enfrente desde hace mucho ¿Cómo se suponía que lo echaría sin llorar?

―No ―dije apenas mientras negaba con la cabeza.

―Cariño no has escuchado lo que te tengo que...

―¡No! ―grite interrumpiéndolo―. No puedes venir aquí y querer decirme algo porque... ―me detuve.

―Cielo, yo solo.

―Lárgate ―dije después de dar suspiró.

Estaba a punto de llorar mis ojos escocían y yo, no podía escucharlo más, no quería volver a ser aquella niña que le preguntaba a su madre "¿dónde está papá?" "¿vendrá hoy?" porque él había decidido por nosotras y mamá no pudo seguir con esa farsa.

―Hija yo ―me aleje en cuanto quiso tocarme―. Perdón.

Simplemente negué con la cabeza, quería llorar y sabía que si hablaba o decía una palabra más lloraría y no quería que él supiera cuanto lo había extrañado, no quería abrazarlo porque sabía que yo ya no era su familia, tenía una nueva aquella por la que nos alejamos.

Simplemente no podía estarme pasando esto, un rompimiento que en verdad me dolió y esto, mamá ya estaba sufriendo demasiado por él y yo no podía, no quería.

Desvíe la mirada a la carretera esperando ver el auto de Andrea, debí de haber ido con ella, debí haber... Esto seguramente era el karma por todas mis malditas bromas y pequeñas venganzas, seguro lo era y había llegado en grande con una entrada triunfal.

Solté un suspiro antes de salir y cerrar la puerta de mi casa, quería hablar, pues bien, hablaríamos.

Nunca pensé sentir tanto al estar con una persona pero... Aquel sujeto caminando a mi lado hacia que sintiera ganas de golpearlo, abrazarlo, llorar. Me hacía querer desaparecer, querer que él desapareciera.

―¿A dónde vamos? ―pregunta cortando aquel silencio.

No respondí, ni siquiera me había dado cuenta de que ya estaba bastante lejos de casa, del parque en donde habían ocurrido bastantes cosas y donde quería tener esta conversación con... Mi padre.

―Marggi ―dijo él cuando no obtuvo ninguna respuesta a su pregunta.

Ese maldito apodo que no debería de estar en mi cabeza, ni siquiera debería de recordarlo. Habían pasado tantos años desde la última vez que alguien me dijo así y con ese acento tan peculiar del italiano. No debía sentir estas inmensas ganas de llorar, no.

―Tomemos un café ―dijo al ver una linda cafetería a pocos metros de nosotros.

Solo asentí con la cabeza, tome asiento en unas de las mesas vacías de fuera si esta conversación se ponía intensa mejor que no fuera dentro donde podríamos llamar la atención de todos, también agradecí que no hubiera demasiadas personas caminando por la calle y espere que regresara, en este momento ya estaba un poco mejor.

―Te traje un pay de frutas espero que aun te gusten ―dijo mi padre en cuanto llego y tomo asiento frente a mí.

―Y bien ―dije lo más normal que pude, acomodándome en mi asiento. Mi voz había sonado fría diciendo que hablara y se fuera, eso era lo que en verdad quería, que se fuera y no regresara a nuestras vidas de nuevo.

―Perdón ―empezó a decir―. Se que yo tengo la culpa de todo pero no quería perderte, no quería que tu madre te alejara de mi pero...

―Tienes otra familia ahora ―pronuncié enojada―. Ya no tienes por qué preocuparte.

―Escucha ―guardé silencio―. Tu madre te alejó de mí, se fue y no sabes cuánto tiempo pasé buscándote hasta ahora que al fin te encontré.

―Aquella mujer es la que me crio ella sola sin importarle cuanto le preguntara en dónde estabas, si llegarías hoy y por qué ya no ibas a casa ―dije conteniéndome de no gritar o llorar.

―Marggi.

―No, tú serás mi padre, pero no hiciste nada por mí, no recuerdo ni un momento en el que siquiera intentaras conversar conmigo... Y no sabes lo que sentí cuando mamá y yo te vimos con esa mujer, era una niña pero, sabía que algo malo pasaba.

―No sabía eso ―sus palabras saliendo como si nada―. Perdón.

No lo lamentaba, no lo hacía en verdad, no se escuchaba sincero.

―Pídele perdón a mi mamá, porque sinceramente yo no te perdonaré ―me levante de la silla.

―Marggi, por favor ―se levantó y me tomo del brazo para que no siguiera avanzando―. Por favor, soy tu padre merezco una oportunidad.

Me quede ahí sin mirarlo, sentí como las lágrimas caían por mis mejillas, sentía una fuerte presión en mi pecho como si no pudiera respirar y no estaba segura de siquiera hacerlo bien. Di un profundo respiró, no podía calmarme, pero tal vez ayudaría a que hablará sin hacer mi llanto tan evidente y sintiera el aire llegar a mis pulmones.

―Mi padre murió.

Sentí las palabras salir de mi boca como cuchillos y dolía, dolía demasiado como nunca había sentido, esas palabras tenían algún peso extra que hacían que dolieran aún más. Acababa de hacer algo de lo que seguro me arrepentiría, pero no me importaba ahora, aun podía recordar la imagen de mi padre con aquella mujer buscando ropa para bebé mientras se daban un beso y a mi madre jalándome para sacarme de aquel lugar mientras lloraba.

No tardó en aflojar su agarré y soltarme, le había dolido y cómo no, su hija diciéndole que su padre había muerto siendo él el padre, hasta a mí me dolía, demasiado. No perdí mi tiempo una vez me soltó, empecé a caminar rápido de regreso a casa sin mirar atrás y por un momento creí haberlo escuchado gritar que no se rendiría, pero lo ignore, tal vez mi conciencia quería hacerme sentir un mejor respecto a lo que había hecho.

Sentía mis ojos escocer y las lágrimas no paraban de caer, aunque las limpiara una y otra vez, el camino a casa sí que sería lento y las personas que iban pasando no me favorecían en nada, agradecería que ninguna de ellas me conociera.

Seduciendo al SeductorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora