Capítulo 50. Cosas inesperadas

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Pov Mag.

Estaba feliz. Austin había dejado de perseguirme una vez que Oliver se había presentado, Andrea se había quejado y lo seguía haciendo por haber ido a su cita y no estar para conocer a Oliver en persona.

―¿Tus clases acaban pronto? ―preguntó Oliver al otro lado de la línea.

Últimamente o desde que había hecho esa visita tan inesperada saltándose sus clases de la tarde, él me había estado llamando a última hora de clases cuando Andrea estaba en práctica para asignar a la nueva capitana del equipo de animadoras.

―Sí.

―¿Sabes que te amo? ―puse los ojos en blanco y sonreí.

―Lo sé, pero ya voy a colgar. Hablamos cuando esté en casa ―digo.

―Quisiera vivir contigo ―sentí mi corazón pararse por un momento mientras sonreía como una idiota―. Prometo que algún día lo cumpliré.

―Ya veremos, Oliver. Te llamo luego ―y colgué.

Aún después de lo que había pasado aquel día donde conoció a mis padres y todo eso, aún seguía sintiendo esa presión en mi pecho cada vez que hablábamos, en algunas ocasiones llegaba a pensar que tal vez lo nuestro no durará más que algunos meses. Mi celular sonó al mismo tiempo que uno de mis compañeros entro para decir que el profe no vendría por lo queda del semestre, haciendo que todos se emocionaran.

―¿Y la evaluación? ―preguntó uno y todos los miraron.

―Estamos aprobados ―dice el chico muy animado entrando a tomar sus cosas―. Tampoco es como si le gustará darnos clase.

Era cierto a aquel profesor no le gustaba darnos clase, solo venía de vez en cuando y su asignatura no era obligatoria de aprobar por lo que muchos se saltaban la clase.

Guarde mis cosas sin ninguna prisa, preparándome para ir a ver a las porristas y la nueva capitana del equipo, Andrea ya se había retirado o eso se podía decir y las nuevas ya tenían la atención de los chicos. Salí del salón con mis cosas y algunos de la clase se despidieron de mí, este último semestre todos querían conocer un poco a todos, aunque sólo fuera el nombre.

Estaba de camino a las gradas en el patio cuando vi pasar a Austin con una chica colgada de su brazo, me miró y paso de largo como antes de conocernos, como desconocidos. Era mejor así ¿No? Llegué a las gradas y me senté en la tercera fila junto a Andrea quien animaba de lejos a las porristas.

―Se esfuerzan mucho, serán mejores que yo ―dice orgullosa.

―Son mejores que tú ―digo y ella hace pucheros.

―Al final ¿quién crees que conoce a tu Caramelito? ―Andrea sonríe mientras saca su celular―. Mi querido buen amigo, Pin.

Me muestra una imagen de su chico y el mío.

―Por cierto, no me has contado ¿Qué dijo Chris?

―Lo de siempre, primero lo amenazó porque me estaba abrazando y cuando vio que se resistía y no me soltaba se unió al abrazó ―Andrea ríe―. Y mamá lo siguió.

―Lo aceptó ―asiento con la cabeza―. ¡Chicas no se excedan! ―les grita.

―Pero... Me siento rara y mal al hablar con él ―digo y siento la mirada de Andrea sobre mí.

―Ted es mejor para estas cosas que yo ―comenta―. Dile y haré lo pueda

―Es extraño, lo quiero, pero siento como si estuviera haciendo algo mal, como si lo engañara y... ―quería llorar, había estado aguantando y ahora quería llorar―. Me duele no poder quererlo de la misma forma en la que él lo hace.

―Mira, en realidad no sé lo que sientes porque nunca me he enamorado o me ha gustado alguien como Oliver ―ella puso su mano en mi hombro―. Así que habla un poco con él, tal vez no ahora, pero si estás insegura con la relación intenta aclararlo todo aquí... ―dice dándole unos golpecitos con sus dedos a mi cabeza―. Y después dile todo lo que sientes, tus miedos, aquello que te angustia, todo. Mag, tú no estás sola lo tienes a él, a tu familia y en cualquier caso a mí que pagaría traseros por ti, así que deja de dudar y si sientes que acabara mal solo disfruta el momento.

―Andrea.

―Bien, el entrenamiento ha terminado ¿Nos vamos? ―dice levantándose―. ¿Vienes?

Siempre así, a veces no comprendo algunas cosas que ella dice, pero siempre está ahí repitiendo las mismas cosas una y otra vez solo para mí, para su mejor amiga.

―¡Espérame! ―digo alcanzándola.

―¿Y esa sonrisa?

―Estoy feliz de haberte conocido ―ella niega con la cabeza mientras sonríe y engancha su brazo con el mío.

Pov Austin.

―Maldición ―solté al verla pasar junto a mí.

―¿Qué pasa? ―pregunta la chica que me acompaña.

―Nada.

No lo pude evitar, dolía aún mirarla y todo eso. La quería de regreso, pero sabía muy bien que ya no podría tenerla, había perdido mi oportunidad.

―¿A dónde vamos? ―pregunta la chica

―¿Por qué me sigues?

―Eres lindo.

―¿Acaso no sabes de los rumores? ―preguntó y ella asiente levantando los hombros.

―Los he escuchado, como también lo que dicen de todas tus exnovias y sobre la chica con la que salías recién ―dice y no puedo evitar voltearme de golpe.

―¿Qué cosas? ―dije y al momento me arrepentí. Ya no tenía nada que ver con Mag, no deberían de importarme esas cosas.

―¿Eh? ―la escuché y volteé a mirarla―. ¿Quieres saber sobre los rumores? ―pregunta, pero no respondo y sigo caminando―. Claro, después de todo es tu ex ―la escucho decir de una manera rara.

―Solo es curiosidad ―incluso para mí esa escusa era patética.

―Claro, bueno llévame a casa y te cuento todo lo que se en el camino ―dice tomándome de nuevo del brazo.

―No ―respondo deteniéndome a pocos metros de mi auto.

―¿Por qué? ―dice haciendo berrinche.

Mire a todos lados, si Edward me ve seguro empezará con sus bromitas de siempre y su auto un esta junto al mío así que arriesgo demasiado estando con ella.

―Bueno, mi hermano es un poco celoso cuando se trata de mí ―le digo en un intento de que se marche.

―Oh, no. Yo no estoy interesada en ti, soy Susan de segundo ―me extiende su mano―. Tú eres Austin de último curso ―asiento―. Quiero ser tu amiga.

―¿Por qué querrías eso? ―preguntó frunciendo el ceño.

―No lo sé ―dice y saca un papel doblado de su mochila―. Sé que se graduará pronto así que solo quiero tener alguien en alguna universidad que me pueda recomendar alguna carrera o algo así ―me entrega el papel―. Aquí está mi número, puedes o no guardarlo. Nos vemos ―empieza a caminar―. Ah, sí llegas a agregarme podría decirte lo que se de los rumores ―y se va.

―Que chica tan rara ―escucho el sonido de la puerta de un auto abrirse y veo a mi hermano salir.

―¿Desde cuándo...?

―No, recuerda que soy un poco celoso con mi hermanito ―dice de manera divertida volviendo a subir a su auto―. ¿Qué crees que diga mamá si le cuento? ―dice bajando el cristal de la puerta de su auto.

―¡Ni te atrevas! ―le grito antes de que arranque.

―¡Mejor te apuntas a llegar! ―lo escucho decir antes de que me apresure a subir a mi auto y arrancar esperando porque no llegue antes que yo.

Seduciendo al SeductorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora