Pov Andrea.
―¿Y ahora que voy a hacer con las botas? ―me pregunta Mag.
―¿Dárselas?
―¿Pero ¿cuándo?, el viernes no hay partido de fútbol sino de básquet ―dice resaltando la última palabra.
―Pues se las das y le dices que las use para el partido y así... ―Le digo―. ¿Por cierto por qué le vas a dar un regalo? ¿No el que te engaño fue él?
―Se las daré para que se sienta culpable por haber hecho eso ―me dice―. Creo que con él esta táctica va a funcionar, él es más, no sé cómo más... Así.
―No te entiendo.
―Es como cuando te regale algo en el colegio por nuestra amistad y tú no me diste ni un abrazo ―le digo tomándome el pecho herida.
―Mag, sabes que soy olvidadiza.
―Por tanto golpe en la cabeza que te das.
―No, mag, recuerdas cuando nos peleamos en el kinder.
―Ja, sí, fue divertido ―le digo recordando esa vez que nos golpeamos con unas almohadas, que no recuerdo de donde sacamos.
―Pues hay perdimos unos millones de neuronas ―me dice.
―Grosera― digo asiendo pucheros a lo que ella ríe.
―¿Y bien?
―Porrista.
―Ya empiezas ―digo poniéndome las manos en la cintura.
―Nha que va.
―Okay.
―Adiós ―dice caminando a la salida del baño.
―¿A dónde vas? ―pregunto.
―Yo buscar a Ted. Yo no verlo en todo el día.
―Pero si es de mañana.
―Por eso a esta hora se nota su presencia por aquí ―señala el alrededor.
―Pero este es el baño de chicas ―le digo.
―Ya lo sé, pero lo dije como si no estuviera aquí ―me dice.
―Oh, ya ―le digo―. Entonces sí, es cierto, es raro que no haya llegado ya.
―Si bueno, tú ve a tus prácticas que yo iré por a cazar a Ted.
―¿Con quién? ―me mira confundida―. Dijiste que ibas a casar a Ted, yo preguntó que con quien.
―Ted es nombre de un oso, yo voy a cazar a un oso y ese oso es Ted, ¿Entiendes?
―Te drogaste.
―No ―me dice haciendo los ojos chiquitos.
―Vive la vida loca mujer.
―Hay que madurar.
―Nha ―decimos al unísono riendo.
Pov Mag.
La campana de final de clases había sonado y lo más raro era que no había visto a Ted en todo el día. Ni en clase de química y él me ayudaba en clase de química o lo hacía hasta este día, pero me las pagaría, el profesor se había aprovechado de aquello para estarme haciendo preguntas toda la clase y lo peor no era eso, sino el hecho de eran dos horas y había sido las dos horas más largas de mi vida, aquello era tortura pura.
Saqué mi celular una vez llegue a mi casillero y me recargue en él, marque el número de mi porrista favorita y esperé a que contestara.
―No pude ―le digo una vez escucho ruido del otro lado.
―¿Qué cosa? ―pregunta
―Cazar a Ted ―le digo con tristeza.
―¿Por qué no?
―No vino ―le digo―. Y ¿Quieres saber qué fue lo peor? ―le pregunto.
―¿Qué?
―Qué el maestro de Química me tuvo en la mira toda su clase y apenas me movía o hablaba y decía "Señorita ¿Me puede decir de qué estoy hablando?" ―digo imitando la voz del profesor―. Y yo me quedaba de "¿Cómo demonios quiere que lo sepa?" casi que me hacia una pregunta por estar respirando ―me quejo y escucho a Andrea reír―. No te rías de mi desgracia ―le digo enojada.
―Ya, es que... Neta que se para contigo.
―Lo sé, pero ¿Qué crees?
―¿Qué?
―Pase su materia con C, y hay que celebrar.
―Bueno, lo siento, no puedo.
―¿Por?
―Practica, para el viernes.
―Maldita sea, por eso odio que seas porrista.
―Yo también.
―¿Odias ser porrista?
―No, odio que tú odies que yo sea porrista, aunque yo odio quedarme hasta tarde.
―Ja, bueno, chao linda ―le digo―. Nos vemos mañana o luego
―Vale.
En cuanto colgué solté un gruñido, odiaba tener que irme sola a casa cuando Andrea se quedaba a practicar. Suspire y voltee hacia mi casillero para guardar las cosas que no ocuparía.
―Hola ―dijo alguien junto a mi mientras guardaba todo y estaba concentrada en mi casillero.
―Hola ―respondí.
―¿Qué haces?
―¿Guardando mis cosas?
―¿Y por qué?
―Qué acaso eres un idiota o... ―me detengo al reconocer la voz, voltear y ver a Ted recargado en los casilleros.
―Quiq ―dice haciendo un corazón con sus manos y partiéndolo en dos―. Eres una insensible, rompes mi delicado corazón ―me dice haciendo pucheros.
―No, Ted... Perdón, ¿Quién es el osito más bonito del mundo? ―le digo con voz extremadamente emocionada.
―Yo no soy un oso ―se queja.
―Bien, entonces ¿Quién es el chico que no vino a clase de Química? ―le pregunto.
―Ay no.
―Ay sí, el profe me tuvo la mirada encima toda la clase, me movía o apuntaba lo que estaba en la pizarra y me preguntaba cosas que no sabía y no creo aprenderme ―digo―. Pero el lado bueno es que tengo una C, y con eso me siento super, soy la mejor ―digo con orgullo.
―Lo lamento Mag, lo olvidé por completo, no pude llegar antes, lo siento.
―¿Antes? ¿A dónde fuiste?
―Ehh... ―dice rascándose la nuca y sonriendo nervioso. Me está ocultando algo y piensa en una manera para evitar hablar del tema―. Bueno, ¿Quieres la verdad? ―asiento―. Pues nunca la tendrás sino me atrapas ―dice empezando a correr hacia la salida.
Me quedo parada unos segundos hasta que reacciono, cierro mi casillero, tomo mi mochila y salgo disparada tras Ted. Claro que tendré esa respuesta.
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Seduciendo al Seductor
Teen FictionAustin Evans el tipico chico popular, capitán del equipo de fútbol, rico, un rompe corazones, cotizado por las chicas, guapo. "Tardé o temprano caerás nena... Como todas" Margoth Cover la chica que nadie nota (o eso creé), experta en venganzas o hac...