El maestro Izan iba vestido con una larga túnica negra y dos grandes hombreras con plumas alrededor, además de llevar puesta una máscara blanca que cubría la mitad izquierda de su rostro. La máscara estaba bastante ornamentada con bordes y decoraciones en plata. En la punta inferior de esta colgaba un pequeño péndulo con un cristal blanco que brillaba ligeramente. El maestro Izan caminó hasta estar a pocos metros de Miguelangel Azureblade, lo miró con una sonrisa y mostró una expresión de tranquilidad. El general, por el contrario, lo miró con una inmensa furia en sus ojos, delante de él estaba la persona que, no solo había causado la muerte de miles de personas, sino que también produjo el trauma de su única y más preciada hija. Su brazo derecho temblaba, esgrimiendo su estoque con fuerza, pero no tiritaba del miedo, sino del odio que sentía por aquella persona. En el fondo él sabía que no le importaba demasiado que hubiese copiado el cuerpo de Ethan, puesto que, aún teniendo ligeros remordimientos por haber encerrado a su hermano hace tanto tiempo, seguía creyendo que había sido lo justo. Lyte, por otra parte, era alguien mucho más tranquila, su expresión demostraba absoluta calma, sin embargo, por dentro estaba desplegando la ira de diez mil tormentas, ella de por sí ya odiaba a Ethan, y al ver en lo que se había convertido la hacía odiarlo más. Y como un agregado, Chloe estaba en ese estado tan delicado por esta persona que estaba frente a ella.
Miguelangel respiró profundo, envainó su espada y se pasó la mano derecha por la cabeza mientras trataba de tranquilizarse. El maestro Izan miró detenidamente a las cinco personas que estaban delante de él, lo primero que se fijó fue en cómo iban vestidas cada una, por alguna razón del universo.
- Es tan usual verlos no usar armadura – Se ríe –. Eso los hace blanco fácil, ¿saben?
- Voy a decirte algo muy rápido, y quiero que te lo grabes, ¿vale? – Dice Miguelangel, posando su mano alrededor de su cuello –. No tienes que seguir actuando como que eres Ethan, ya sabemos que solo eres otro Caballero del Abismo más.
- ¿De qué estás hablando? – Preguntó el otro con confusión en su rostro –. Por supuesto que no soy Ethan, ese yo está muerto, ¿O debería decir asesinado?
- Más te vale que cierres la boca – Espeta el general, cerrando el espacio entre sus cejas y apretando el puño.
- Luego de que me dejaras encerrado, me di cuenta que ya no era la misma persona, oh, no, no, no, ahora era alguien más – Se da media vuelta, quedando de espaldas a los otros cinco. Entonces se teletransporta hacia Thanalitos –. Mi objetivo no podía ser cumplido por Ethan Azureblade, ese no pudo idear una forma efectiva de destruir el núcleo sin sacrificar tanto, oh, no, no, no, ese tenía que volverse loco.
La teletransportación del maestro Izan es notablemente distinta a la de Ethan, puesto que el segundo solo despliega unas cuantas ascuas negriazulejas al aparecer en un vacío, sin embargo, el maestro Izan primero es envuelto en un pilar de luz y luego es que desaparece en las ascuas. Tengan esto en mente.
- Este nuevo objetivo nunca podría ser alcanzado por mi ¨yo¨ del pasado – Mira hacia arriba –. Tuve que...renacer...para poder alcanzar algo más grande, Ethan Azureblade se había quedado atrás, pero yo no era más que...
- Una versión rota de él – Espeta Red.
- ¡Exacto, Red, exacto! – Exclama el otro con emoción –. Yo no era más que una versión rota de mi ¨yo¨ anterior, entonces pensé en que mi renovación debía tener un nuevo nombre, un nuevo modelo. Yo no debía portar ese apellido, Azureblade, yo era un ser roto...roto...broken... ¡Ah, voila! Ahora estaría bajo la casa Brokenvlade. Sin embargo, tampoco debía ser Ethan, verán Ethan significa ¨Fuerte¨, ¨Seguro¨, pero eso no sería suficiente para mi misión...yo necesitaría ser más duro, más seguro...necesitaría...Ser hierro.
ESTÁS LEYENDO
Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasyPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...