Chloe había pasado toda la noche en vela, había usado el Panzer Umbra en aquella batalla, lo que significaba que Drono haría de las suyas en el mundo onírico. De por sí ella no necesitaba de mucho sueño, así que decidió salir a monitorear unas cuantas cosas. Vistió su uniforme y envainó la Úlgur doble-corrompida, por un momento contempló el látigo que le regaló Lemy hace unos pocos días; torció la boca, como si internamente debatiera si llevárselo o no, pero al fin y al cabo accedió portarlo. Caminó hasta la ventana y extendió sus alas, se lanzó hacia el vacío y voló por el cielo nocturno hacia la prisión subterránea de Nueva Celestia, ahora conocida como Dronossia.
— ¿A dónde vas? — preguntó Drono.
— Voy a ver a Gobber — respondió Chloe mientras se restregaba los ojos —. Le sacaré la mayor cantidad de información que pueda.
— ¿Y tiene que ser justo ahora? — reafirmó el avatar —. Son las dos de la madrugada, deberías estar durmiendo.
— ¿Para que me uses como se te antoja? No, gracias.
La facultad carcelaria se veía como un pequeño edificio de no más de dos plantas, sin muchos adornos y de poco cuidado. Ante la luz de la luna parecía un manicomio, pero con más guardias de lo usual. Chloe ni siquiera necesitó decir algo, ya que los vigilantes de la entrada le abrieron la puerta en cuanto la vieron, ahora ella era más conocida que los hermanos Alistar. La sala principal era diminuta, tenía cuando mucho tres metros de ancho y cinco de largo, tres filas de asientos por un lado, probablemente para aquellos que querían visitar a los prisioneros; una pared de concreto reforzado que anteriormente había sido fortificada con sellos mágicos, los cuales ahora yacían apagados, como dibujos de pintura grisácea. Había una pequeña puerta a la izquierda, al lado de una cabina en la cual estaba un soldado dormido. Chloe tocó el vidrio de su cabina y este despertó inmediatamente, horrorizándose por el VIP que estaba delante de él.
— ¡G-general Azureblade, Francisco Franco en guardia! — espetó llevándose la mano hacia la frente, haciendo el típico saludo militar —. ¡Estaba...uh...meditando, sí!
— Claro, solo déjame pasar — se convirtió en una sombra y pasó por debajo de la puerta, asustando ligeramente al guardia.
Llegó hasta un pasillo pobremente iluminado, uno de los bombillos titilaba. Habían dos escaleras, una que conducía hacia arriba, posiblemente el sector administrativo de la prisión, y la otra hacia abajo, las celdas. Chloe agradeció la mala iluminación, ya que así podría moverse más rápido, por las sombras.
Una vez abajo, se encontró con una sala con múltiples terminales y pantallas que monitoreaban todas las instancias de la prisión. Habían unas cinco personas allí abajo, tres enanos, un elfo y dos humanos. Como era costumbre, los enanos discutían con los elfos.
— ¡Te digo que es estúpido, hombre! — decía uno, de cabello castaño rojizo, barba trenzada y lentes gruesos —. Si los orcos en verdad quisieran ayudar, habrían enviado un ejército entero.
— Eso es aún más ridículo — respondió el elfo. Cabello rubio y largo, ojos azafrán, siseo marcado —. Ellos deben resguardar el núcleo Summer Shine, es más que obvio que los abisales intentan arrasar con la magia que estos producen. El núcleo Azure Glow ya cayó, solo queda el S.S. y el Blazing Dust.
— Señores — interrumpió Chloe, todos los presentes se pararon erguidos y saludaron militarmente —. Dejen eso para después...llévenme con Ougun.
Los sujetos se miraron entre sí con preocupación, puesto que Gobber Ougun estaba en lo más profundo de la prisión. Tan abajo, de hecho, que tomaba diez minutos descender en un elevador, y aquella era la única entrada/salida, puesto que querían minimizar sus rutas de escape.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasyPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...