Dos días pasaron desde entonces, el viaje de por sí no estaba siendo fácil, últimamente empeorándose aún más. Chloe y Strauss fueron emboscados dos veces por criaturas corrompidas por la plaga de sangre. Para la rubia era algo bastante extraño, su padre le había contado que la plaga de sangre se había extinguido hace varios años, repentinamente los caballeros de sangre dejaron de manifestarse, se lo atribuía a que posiblemente ya no tuviesen una reina que los guiara, dado que Exoria Blazer había renunciado al puesto. También tuvieron contacto con bandidos oportunistas, que los atacaron durante la noche mientras tenían la guardia baja, sin embargo, no eran demasiado problema para la descendiente de Azureblade, quien en mayoría encargó de ellos.
Pero después de tantos problemas y contratiempos, llegaron al lugar destinado, era una pradera verde que estaba separada de toda civilización, se notaba que no había sido tocada por la mano del hombre o el elfo, elementales de todas las clases rondaban por las mágicas planicies, vivían en armonía los unos con los otros, incluso los de elementos contrarios. Chloe fijó su mirada en la belleza del paisaje, los plateados ojos heredados de su madre detallaban cada esquina de la escena, incluyendo al bosque que crecía en la distancia.
— Espera, Strauss — anunció mientras sacaba una gran libreta de su mochila, junto con lápices de colores, bajándose de su compañero hipogrifo —. Quiero capturar este momento.
— No es como que tengamos mucho tiempo, Chloe — Inhala de su tabaco.
— No seas cascarrabias, no me demoraré mucho —Entonces comienza a dibujar con ávida rapidez.
El sol se encontraba en su punto más alto, era mediodía, ese momento especial en que un mago de luz adquiere un potencial extra por la irradiación del astro mayor, permitiéndoles sobrepasar cualquier prueba que se encuentren. Strauss miró a su alrededor, analizó a los grupos de elementales: Los de fuego chocaban cabezas, siendo observados por los elementales de relámpagos, la mayoría irónicamente tenía forma de ciervo o venado; los de agua y viento danzaban de un lado a otro con rítmicos giros y piruetas, estos parecían perros, tortugas y distintas clases de aves; quienes pertenecían a la tierra se mantenían quietos, sin hacer absolutamente nada, aquellos eran lagartijas, osos y simios. Dadas las horas del día, los espíritus alineados con Drono no se encontraban presentes, puesto que la luz les debilita en demasía. Fue entonces que el enano se percató de algo, verificando la información que le había dado su viejo amigo en la cantina: No había elementales de luz.
— Listo, terminé — exclamó Chloe con un suspiro —. ¿Qué tal?
Dirigió su mirada hacia el dibujo de su compañera y se maravilló, el detalle era impresionante, la perspectiva, el color, la sutileza, todo estaba en un tono sumamente perfecto, era increíble que ella pudiese hacer tales obras en tan poco tiempo, hasta el mismo Eschalor soltó una lágrima por tan prístino arte.
— ¡Asombroso, Chloe, maravilloso! — gritó con notable alegría, tomando el dibujo y levantándolo en el aire —. ¿Por qué nunca me habías contado que eres tan gran artista?
— No es como que me guste mucho el arte, solo que me gustan los paisajes como este — Sonrió mientras miraba hacia abajo —. Aunque, gracias, aprecio tu comentario.
— Sonreíste.
— ¿Eh? — Levantó la mirada.
— Llevabas todos estos días con una expresión de preocupación — Exhala una bocanada de humo —. Que bueno que hayas sonreído.
— Strauss... ¿Me estás coqueteando? — Se echa a reír —. ¿Qué no eres como cuatro veces más viejo que yo?
— No me malinterpretes, Chloe — Se ríe estruendosamente —. Es solo que cuando sonríes me recuerdas a mi hija.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasyPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...