Capítulo 41 - Destino Inmutable -

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Hacia las horas de la tarde, cuando el sol aún se podía ver en lo alto del cielo diurno, los de la Segunda Brecha cabalgaban a toda velocidad hacia el norte, al puerto élfico de Koggred. Nathan le proporcionó a Edward un caballo de la plaga para que así pudiese seguirles el ritmo. El corcel era bastante imponente, y al igual que todas las criaturas de la plaga, tenía la piel color rojo pardo, unas cuantas piezas de armadura como la clásica de los caballeros de sangre y su par de ojos rubíes brillantes, además, dejaba manchas de sangre con cada paso que daba.

Chloe, como era usual, viajaba sobre su fiel hipogrifo a varios metros de altura, acompañada únicamente por Adrien, quien flotaba acostado sobre una cama de almas verdes y azules, manifestándose como llamas dicromáticas.

— No falta mucho para llegar a Koggred, a este ritmo deberíamos estar allá en una o dos horas — dijo Chloe, mirando a un mapa que su tía abuela del mismo nombre le había regalado —. Ojalá los viejos del concejo acepten apagar el núcleo, de lo contrario, todo esto habrá sido en vano. En Elvastín solo nos quedaría ir a Oreshiam, y demoraremos demasiado tiempo en ello.

— ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquila con todo ese peso? — preguntó el segador, jugando con el alma de su hermano, la cual chocaba con los bordes de su frasco —. Yo ya hubiera colapsado ante la presión.

— Hasta yo me estreso de vez en cuando — enrolló el mapa y lo metió de regreso en su mochila —. Cuando ese momento llega, suelo volar en Rhess para tranquilizarme, sus plumas me han calmado desde que era niña.

El hipogrifo chilló, haciendo una vuelta de alerón, es decir, sobre su propio eje.

— Pero, Chloe, tú siempre estás volando con Rhess.

— Exacto — acarició las plumas de su compañero otra vez —. Sin embargo, yo soy una Azureblade, y lo que es más importante, soy hija de Miguelangel Azureblade, debo vivir a sus expectativas.

— Es gracioso que encajes perfectamente con la descripción del Sr. Rypserk sobre tu papá — el segador soltó una pequeña carcajada, colocando ambos brazos tras su cabeza, usándolos como almohada —. «No lo vi descansar una sola vez, aunque somos la misma persona, era como ver a alguien completamente distinto, él era del tipo de persona que podía soportar el sueño y el hambre con tal de no parar de ayudar a su gente», o algo así.

Chloe esbozó una pequeña sonrisa.

— Sí, así era él, aún cuando perdió todos sus poderes no dejó de ayudar a las personas — volvió a su expresión seria y determinada —. Por eso debo vivir conforme a sus proezas y limpiar el nombre de Azureblade, lastimosamente la mía es la última rama que queda — miró a Nathan desde las alturas.

Abajo, en la tierra, donde Ben, Nathan, Ashley y Edward avanzaban con igual prisa, se podía sentir un pesado ambiente, lo cual se podía notar en mayoría por la expresión culpable de la pelirroja, quien a duras penas podía sostenerse del ojiámbar.

— ¿Pasa algo, Ash? — preguntó Nathan en voz baja.

— Y-ya deberías saberlo — dijo la otra desviando la mirada —. ¿Eres el traidor, cierto?

Nathan soltó una profunda carcajada.

— No, no lo soy — hizo una larga pausa —. Recuerda que solo te dije que lo estaba considerando, papá aún tiene cuenta que saldar conmigo.

« ¿Papá?» — susurró para sí misma, cambiando su expresión a una de miedo —. N-Nate, tú nunca me traicionarías, ¿cierto?

— Bueno, eso depende de la situación, pero en la mayoría de los casos, no lo haría — suelta una de las riendas de Abselios y palpa suavemente la cabeza de la pelirroja —. Tú eres todo lo que tengo, Ash, sin ti estaría tirado en un abismo.

Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora