« ¿Por dónde comienzo?...Mi nombre es Adrien Reaper, soy el primer fruto del amor entre mi madre, Hakuro Reaper, y mi padre, Rigrimus, era la primera vez que dos dinastías de guardianes de almas se unían, la sorpresa era mayor teniendo en cuenta el prestigio de la familia Reaper, en oposición a la casi inexistente nobleza del linaje Rigrimus, siendo él el único miembro.
Normalmente un humano y un guardián jamás podrían procrear, pero dada la ascendencia guardiana de mi madre, al ser hija de Grimm Reaper, no se tuvo mayor dificultad. Aunque eso implicaría cierto mestizaje en la sangre. Verán, los Reaper puros nacen con los ojos ámbar, mi madre los tiene, yo igual, pero como mencioné antes, soy el primer fruto de su amor, mas no fui el único. Mamá concibió a dos nuevas personas, a mis dos hermanos, Christopher y Scarlet.
Deben entender que mi mundo no es como este, allá no hay grandes dragones ni hadas o poderes en general, bueno, mas que el no haberlos, son ridículamente escasos. Mi mundo es relativamente tranquilo, quitando los problemas de hambruna y las guerras aquí y allá, nuestra única preocupación son los licántropos y quirótropos, comúnmente llamados hombres lobo y vampiros. Fue por esa única preocupación que hoy en día solo tengo a uno de mis dos hermanos.
Todo sucedió hace tanto tiempo, todos éramos muy jóvenes, no nos preocupábamos por nada, pero aún así lo recuerdo a la perfección. Nosotros vivimos en un plano conocido como el Samsara, ahí cualquier cosa puede pasar, dependiendo del sector en donde estés, puedes vivir el sueño de tu vida o tu peor pesadilla, combatir los peores monstruos que tu mente siquiera puede imaginar, o hallar la paz absoluta. El punto es que Chris, Scar y yo, en nuestra estúpida juventud, decidimos explorar el sector...menos lindo del Samsara. El lugar se presentó ante nosotros como extensas dunas dicromáticas, como un tablero de ajedrez, solo que ese tablero se veía viejo, sucio y con un cielo nublado y lúgubre a más no poder. A lo lejos se podían observar unas enormes criaturas caminar en fila, casi llenaban el horizonte con su forma. Eran como elefantes de largas patas, los cuales caminaban increíblemente lento, en todo el tiempo en que nos permitimos quedarnos ahí, a duras penas avanzaron alrededor de doscientos metros. La vegetación era mínima, los árboles torcidos y sin hojas que esperarías encontrar en un lugar tan desolado como este, o las vides y raíces que asimilaban a personas colgándose del cuello que eran las más notables. Definitivamente no era un sitio para niños, pero Chris y Scar querían quedarse y conocer el Samsara a sus extensas.
Caminamos por largo rato, evitando las numerosas...cosas...que se arrastraban por el piso, digamos que eran serpientes para no hacerlos vomitar. Más temprano que tarde, llegamos a una casa olvidada en los recuerdos de alguien, estaba hecha de paja negra y unas cuantas ramas en forma de brazos con las manos abiertas aparentemente en terror. La puerta crujió adolorida cuando la abrimos, su textura era suave pero áspera a la vez, blanda en algunas partes, dura como el hueso en otras. Solo había una sala, en la cual estaba un baúl decorado con plata pulida y unas cuantas perlas sucias, Chris quería ver lo que había en el interior, pero yo se lo prohibí estrictamente, nada bueno podía salir de esta zona del Samsara, o por lo menos, no quería averiguar si había esa posibilidad. Scar, sin embargo, no escuchó mi advertencia y abrió el baúl, en ese momento me alivié porque no había más que estacas de plata y unos cuantos crucifijos, extraño que ello estuviera en el Samsara, pero decidí ignorarlo. Recuerdo haber golpeado a Scarlet en la cabeza por su estúpida curiosidad, los tomé a ambos de los brazos y me dispuse a salir de ese lugar. Afortunadamente me conocía las seis zonas del Samsara como la palma de mi mano, tengo buena memoria visual, podríamos salir en unos diez minutos si caminábamos rápido, así mamá no se enojaría conmigo por aceptar tal estupidez, pudimos comer galletas al llegar, mirar el programa que a Chris y Scar tanto les gustaba, probablemente ninguno de los tres habría podido dormir por las atrocidades que vimos en aquella zona, quizá lloraríamos y mamá nos reconfortaría, pudimos haber hecho tantas cosas. *Larga pausa* Cuando salimos por la puerta sollozante, nos encontramos con tres lobos antropomórficos mirándonos con ira en sus ojos, posiblemente se habían vuelto ferales en esta zona. Su mirada rojiza, aquel hocico arrugado y sus filosos dientes amarillentos, goteando lo que hoy en día trato de recordar como pintura roja, sus garras afiladas que marcarían nuestra vida por siempre, cada simple pelo en su enorme cuerpo nos paralizó, aquella cabina era usada por los licántropos como ruta de comercio de artículos contra los quirótropos. El evento debió ser tan traumático que se borró de mi memoria, lo que puedo recordar es correr con Chris en mis brazos mientras Scar lloraba en mi espalda.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasyPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...