Capítulo 34 - Verdades Simultaneas parte 2 -

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Pasó hace mucho, mucho tiempo, cuando el universo a duras penas era una idea dentro de la mente de Thanalitos. El que hoy en día es arquitecto, diseñador y constructor de todo, había planeado llenar el vacío que lo rodeaba, mucho antes de los imponentes soles y vastas galaxias, el universo estaba vacío, nada existía y nada podía existir. Únicamente dos entidades flotaban sobre la nada absoluta, Thanalitos y Aholión, la personificación de la creación y la destrucción encarnada, no había algo que Thanalitos creara que Aholión no destruyera. El ciclo infinito entre la existencia y lo vano nació con este par de hermanos.

Thanalitos, ya cansado de las afrentas de su hermano, lo encerró en seis poderosos castillos que abastecerían de un don específico a sus posteriores creaciones: paz, pensamiento, desesperación, ira, poder y guerra. Estos núcleos eran defendidos valerosamente por titanes antiguos que rivalizaban con los más grandes héroes. Desde mastodontes aéreos hasta colosos de la tierra y el mar, toda criatura que fuese considerada poderosa y digna de resguardar uno de los seis núcleos, era bendecida con la marca de Thanalitos, confiriéndole el don de la inmortalidad y de comandar. Si bien, dichas criaturas podían ser derrotadas, por el poder de la marca serían regresadas a la vida y nuevamente comandarían legiones de bestias menores.

Nessa se hallaba sentada junto a Nathan, descansando en las piernas de este mientras Ashley le acariciaba suavemente la cabeza. La textura de Nessa ciertamente era como pelaje, sin embargo, era mucho más suave al tacto y hacía un ligero sonido casi imperceptible que asemejaba a ese del agua evaporándose. La gran cola esponjada del zorro se movía de un lado al otro a la par de las caricias de la pelirroja. Ahí entre dos rojizas formaciones rocosas que los cubrían del este y norte, acamparon a la luz de una naranja fogata que iluminaba las grisáceas arenas de la cercana costa.

— Entonces, Nessa — dijo Nathan con tono apacible y tranquilo, como si le hablara a su propia madre, con más cariño incluso —. ¿Qué pasó ese día y cómo es que estás aquí?

El zorro níveo, ligeramente crema, se paró erguido y se sentó sobre sus patas traseras, cerró los ojos por un momento y miró al nocturno cielo estrellado, era un poco extraño que la mayoría de las constelaciones que se observaban en este tenían un color amarillento o blancuzco, cuando en lo usual se distribuían entre la gama del arcoíris.

Luego de ser asesinada por aquel nigromante, fui visitada por quién creí un segador de almas, normalmente las almas animales se convierten en espíritus elementales una vez mueren, sin embargo, aquel «segador» se veía interesado en mi alma. Ahora que veo a su amigo aquí me entero de la verdadera apariencia de un segador, aquel estaba envuelto en un halo de luz dorada que me tomó con grandes y pacientes manos, me elevó a alturas que nunca pude siquiera imaginar, pensé que tal vez era Lord Lemy de la Luz y renacería como un elemental del destello, pero la verdad estaba muy alejada de eso — Nessa hizo una larga pausa, no se distinguía emoción alguna en su rostro, es un zorro, ¿qué esperaban?, pero sus ojos se vieron rodeados por un ligero destello de cariño y esperanza, como quien evoca la memoria de un ser especial y amado. Respiró profundo y se rascó la oreja derecha con la pata delantera —. Entonces me hallé flotando en un espacio dorado y blanco, era como una copia exacta del cielo nocturno, pero el vacío no era del color que lo conocía, ese negro sombrío que solo servía para resaltar el brillo de las estrellas, sino dorado como el oro, el sol asemejaba un punto blanco en el cielo y ríos de polvo sagrado, como estelas que fluían por todo el universo y lo embellecían prístinamente — la voz de Nessa era suave y encantadora, como una mujer en la flor de su edad, tenía un ligero siseo que iba y venía, agregado el hecho de que su voz parecía ser omnipresente, puesto que no movía el hocico para hablar. Los de la Segunda Brecha escuchaban atentamente mientras una deleitante brisa azotaba sus cabellos —. Ahí escuché una voz, no pude distinguir si era femenina o masculina, pero definitivamente era una voz hermosa, más de lo que jamás había escuchado antes, era tan hermosa que me llevó a las lágrimas, esa belleza me hacía sentir un poco culpable, aunque sigo sin saber por qué. El punto es que la voz que me habló me lo explicó todo: A partir de ese momento y para siempre, yo pertenecería a los Guardianes del Éter, espíritus de seres que llevaron una vida recta y cometieron el máximo sacrificio y muestra de amor, dar la vida por alguien. Cada uno de nosotros se nos fue asignada una persona a quien proteger, pero no se suponía que actuáramos tan temprano en el gran plan de las cosas, pero Nuestro Líder nos explicó que las Leyes de Thanalitos habían perdido toda fuerza, lo cual únicamente podía significar que este había quitado su mirada omnipresente del universo, por lo tanto no corríamos riesgo alguno si actuábamos antes de tiempo, por ende, todos los Guardianes de Éter fuimos desplegados a través de las doce dimensiones.

Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora