Era tarde, muy tarde, la media noche había pasado hace bastante tiempo, algunas personas se retiraron del lugar, puesto que mañana se reanudarían las actividades normales del reino. Los Abisales y Azure-Blazer estaban sentados en una ronda, conversando en tono amigable sobre las últimas dos invasiones. Excepto por Nathan, el cual seguía en el balcón de aquel sitio, al parecer se había enamorado del silencio que este le brindaba. Un rápido pensamiento pasó por su cabeza, unas palabras de la legendaria Exoria Blazer que él atesoraba con su vida: ¨Si algo he aprendido, Nate, es que una persona debe viajar, viajar y viajar, siempre cambiando de lugar en busca de cosas nuevas, a la esperanza de encontrar tierras en las que no seas juzgado, pero en cambio abrazado. Viaja mucho, Nate, hasta el día en que nadie te juzgue por no tener poderes¨. Su deleite es interrumpido cuando ve a la lejanía una persona envuelta en mantos negros saltando de techo en techo, el ojiámbar mira hacia atrás para verificar que nadie lo está observando y se lanza desde el segundo piso, aterrizando perfectamente, saca un cuchillo y lo planta en el suelo. Nadie aparte de Nathan sabe cómo sus cuchillos funcionan, todos tienen una pequeña piedra de Targario, un material que era capaz de absorber grandes cantidades de maná, de hecho, lo hace constantemente, creando un vacío de maná alrededor de este, lo suficientemente grande para que Nathan se teletransporte a él.
El chico se teletransporta hacia su habitación en la mansión Azure-Blazer y agarra a Volonté, teletransportándose de regreso al cuchillo que dejó plantado, lanza su espada hacia el techo de la casa que estaba enfrente y se transporta a él, mirando hacia todos lados para tratar de ver a dónde se había ido aquella figura. Entonces un proyectil ígneo azotó su espalda, este se giró y quedó a menos de diez centímetros de distancia de su contrincante, era una elfa oscura, tenía un ojo morado y otro color cerceta, además de llevar el rostro cubierto de vendas negras. Ambos quedaron inmóviles por un rato, como si esperaran la más mínima contracción muscular del otro en el desespero de romper la quietud.
— Que lindos ojos tienes, niño — dice la elfa entrecerrando su vista —. Ámbar, mi piedra favorita.
— Y tú no te quedas nada atrás. — Sonríe —. Eres la segunda persona que conozco con ojos de distinto color, muy bonitos, por cierto.
La otra sonrió por igual, desenvainó una espada flameante que parecía una serpiente y lanzó un tajo ascendente contra Nathan, el otro se tiró para atrás lo más rápido que pudo para esquivar su ataque, pero con dicho acto perdió el equilibrio, la elfa oscura se teletransportó detrás del ojiámbar y se disponía a asestarle una hirviente puñalada. En rápida sucesión, Nathan soltó un cuchillo, se teletransportó hacia el que había dejado cerca del salón común, respiró un poco, volvió al frente de la chica y la atacó con Volonté, ella se defiende con su cuchilla e intenta asestarle un golpe a la garganta al chico, pero este sostiene su puño con la mano izquierda, atizándola con un cabezazo, el cual la hizo retroceder unos cuantos pasos, Nathan aprovechó y lanzó un cuchillo por entre sus piernas y lo clavó detrás de ella, atrapando su capa en el proceso, se teletransporta detrás de esta y hace que los tatuajes de su brazo izquierdo se iluminen, aún por encima del manto Azureblade.
— ¡Tu maná queda...! — Le agarra el cuello —. ¡Confiscado!
Ríos de maná salieron de la elfa oscura, como un mar brillante de color azul eléctrico, yendo a parar al brazo del chico. La otra quedó inmóvil en el piso, palideció un poco, pero aún así sonreía, hizo como pudo para quitarse las vendas del rostro, mostrando lo bello del mismo.
— Te felicito, niño, me has vencido — dijo con tono apacible —. Por lo menos quisiera saber el nombre de tan hábil luchador.
— Nathan Bla... Azureblade.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantastikPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...