Año 10 d.C. (Después de Celestia) – Cuartel general de los Portadores – Sacro Imperio de Celestia.
— ¿Por qué siempre estás callada? — preguntó la niña pequeña de níveos cabellos, refiriéndose al espíritu en su interior.
— Eso no te importa — respondió el ente, con voz molesta.
— Mamá dice que cuando se está callado es porque algo nos preocupa — la chiquilla desvela una tierna sonrisa de oreja a oreja.
— Eso no aplica a avatares, si estoy callada es por otro motivo.
— ¡¿Me odias?! — dio un salto hacia atrás, llevando ambas manos a su pequeño pecho —. ¿Por qué me odias?
— ¡¿Qué?! — espetó con notable ira —. ¡No es eso, niña tonta! ¿es que nunca te contaron lo que sufren los portadores de la sombra? — respiró profundo —. Los portadores de las sombras siempre fueron cazados a muerte, los vi a todos morir uno tras otro de las formas más crueles posibles...y todo fue mi culpa.
Pasaron varios minutos de silencio, no estaba claro si el avatar intentaba reacomodar sus pensamientos o la niña pequeña carecía de habla para no llorar, ella solía contener sus emociones en demasía, como descendiente de una prestigiosa familia, no se le permitía expresar pensamiento alguno, era tratada como una muñeca, y aunque sus padres y hermanos la amaban, ella se sentía un tanto vacía por dentro.
— Si estoy callada es porque intento no tomarte afecto — reanudó —. Pero eso no significa que te odie ni nada por el estilo, recuerda que fui yo quien te escogió personalmente, tonta.
— ¿Por qué? — preguntó ella con un hilo de voz —. ¿Por qué me escogiste? Hay cientos de umbramancers poderosos en Celestia, ¿por qué escogerme a mí? Solo puedo controlar el fuego.
— Ni siquiera yo entiendo el motivo. He existido por más de mil vidas humanas, todos y cada uno de los portadores que he tenido me han escogido para salvar su vida en un momento de crisis o para vengar a un ser querido fallecido — hace una pausa —. A diferencia de mis...hermanos...yo no requiero que mi portador sea mago de sombras para darle el título.
La chiquilla respiró profundo, se paró erguida, como se le fue enseñada, caminó hasta el espejo más cercano y se miró, colocó la mano izquierda en la superficie reflectora y la derecha en su pecho.
— ¡Yo no desapareceré! — pronunció con fuerza en su tono y mirada determinada —. Sé que no eres tan mala como todos dicen, hace tanto tiempo que te conozco y ni una sola vez has intentado poseerme. Aunque intenten cazarme, no te odiaré, dedicaré mis próximos años a probar que eres inocente de todo lo que te acusan, lo sé muy profundo en mi corazón. Y si no puedo lograrlo, entonces mi descendencia lo hará — se atiza el pecho —. ¡Nunca volveré mi espada contra ti, esa es una promesa!
Los montes Atlas correspondían una pequeña cadena de ocho picos rocosos de puntas nevadas. Se dice que fue un poderosísimo mago pétreo llamado Atlasian, el primer portador de Gaón de la Tierra, el cual con su martillo legendario, Aterro, golpeó la tierra y elevó los picos del norte, nombrándolos bajo sí mismo. Sin embargo, la fuerza de Atlasian no era su única peculiaridad; al igual que todos los petromagos, Atlasian tenía una gran conexión con el maná, lo comprendía casi a la perfección a tal punto que, con la ayuda de Talondeuss, el primer portador del viento y creador de los sellos mágicos, abrió una puerta hacia los planos elementales para el fácil acceso de los elementales y dragones antiguos. Hoy en día, dicha puerta es usada por aquellos considerados dignos para así aventurarse en los planos originales de Gaia, los planos elementales.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasíaPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...