En lo que Ashley se encargaba de sanar las heridas de Sareena y el extraño ojo sangrante de Strauss; Chloe, Claude y Nathan se reunían fuera del salón de Lorena para planear su próximo movimiento. Nathan estiraba sus músculos como si no lo hubiese hecho en once años, y la sonrisa de su rostro no se iba nunca.
— ¿Qué le pasa? — preguntó Claude, señalándolo con un gesto con la cabeza.
— Ignóralo — respondió Chloe casi inmediatamente —. ¿Qué vamos a hacer, Claude? Aún nos queda el Caballero del Abismo que hasta el mismísimo Dazel temía. Si Lorena era la número 3 y tenía el poder de un Centinela Dimensional, ¿qué oportunidades tenemos contra el rey?
Claude calló, caminó hasta Nathan y desenfundó su estoque.
— ¿Cuántos de nosotros estamos en condiciones óptimas para luchar?
— Sólo nosotros tres, y Lorena nos dejó bastante cansados a Nate y a mí.
El silencio reinó por unos segundos, sólo se podía escuchar las tenues campanadas que provenían del Zakka de curación de Ashley y algunos escombros cayendo al piso. Chloe se sentó sobre una roca y comenzó a mirar a su alrededor; dos de las cuerdas del violín de Sareena se habían roto, Strauss se había quedado sin balas, el Zakka de Ashley estaba casi que fuera de control, haciendo que sus poderes fueran cada vez más inefectivos. Volvió la mirada a Nathan, quien estaba oliendo la tierra a su alrededor y por último a Claude. Algo en su hermano le produjo una cierta incertidumbre, no tenía heridas. Recordó que Fenrir le había vaticinado su aplastante derrota sobre Inarión, pero ella conocía al esgrimista de hielo, sabía sus alcances y debilidades.
— ¿Qué pasó con Inarión? — preguntó Chloe.
— Me dejó ganar — respondió refunfuñando.
— ¿El orgulloso Inarión?
— Me niego a creer que el Frostte legendario fuera derrotado tan fácilmente por un truco tan estúpido.
— ¿Qué hiciste para engañarlo?
— Cuando nos encerré en el Glaciar Absoluto, hice que el hielo mismo lo atacase — narró con notable decepción —. Cientos de miles de copias mías atacando al mismo tiempo.
Justo en ese momento, un pikopesh, un ave nativa de Oreshiam de plumas naranja y rojo con un pico curvo y afilado pasó entre los hermanos y se dirigió directamente al lugar donde estaba Nathan, aterrizando junto a éste e intentando sacar a una de las Lombrices Atroces del piso, caracterizadas por tener un orificio repleto de dientes que puede expandirse hasta diez veces su diámetro. Chloe lo siguió con la mirada. El pikopesh usualmente usaba su pico para cortar la cabeza de la lombriz atroz y poder consumir sus interiores, sin embargo, de entre la tierra que Nathan estaba levantando para deleitarse de su aroma cayeron cuatro lombrices atroces más, quienes rápidamente empezaron a mordisquear al pikopesh. El avecilla agitó sus alas y se quitó a las lombrices, cortando la cabeza de varias y comiéndoselas de un solo bocado. Chloe suspiró y metió la cabeza entre las rodillas, se puso a pensar en todas las posibilidades que su mente pudiera crear.
Sólo había tres personas aún en condiciones para pelear apropiadamente, todos ellos luchaban cuerpo a cuerpo con espadas de máximo un metro de longitud. Nathan tiene un escudo. Ella tiene dos y el Contra. Los tres fueron entrenados por la misma persona, sus técnicas son similares, es decir, si el nuevo enemigo adivina el estilo de uno y una respuesta que lo contrarreste, los otros dos caerán en poco tiempo. ¿Y si el supuesto Señor de los Cuervos también era un Centinela Dimensional? Entonces no habría oportunidad alguna de ganar. ¿Por qué Dazel le tenía tanto miedo? Todas esas dudas rondaron su cabeza y nublaban sus pensamientos. A la lejanía podía escuchar a Claude quejándose de su insatisfactoria pelea contra su bisabuelo, lo escuchaba como si estuviera bajo el agua, como murmullos.
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Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo
FantasíaPapá solía contarme una historia, todos los días, sobre su valiente y perseverante hermano, Ethan Azureblade, que de entre una familia donde todos tenían poderes, él los carecía. Y tras un sinnúmero de desgracias, finalmente pudo encontrar un poder...