Capítulo 48 - El Monólogo del Guardián.

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Lyte Yatogame, de catorce años, largo cabello ondulado, níveo como su propia piel y sus ojos, despierta en medio de la penumbra de su habitación con una horrenda sensación de ahogo, haciéndola luchar contra cualquier fuerza invisible que quisiera robarle su preciado aire; en otras palabras, daba pataletas medio dormida tratando de agarrar aire. El chico a su lado, tan solo un año mayor que ella, de cabello negro corto, casi rapado y expresión cansada, acompañada de profundas ojeras, sostiene uno de sus brazos antes que torne su ojo morado por un mal golpe.

— Respira, Lyte — dijo con voz paciente y tranquila, acariciando suavemente la cabeza de la otra —. ¿Qué me pasó en esta pesadilla? — preguntó esbozando una sonrisa, pues sabía lo que estaba pasando.

— E-el dragón legendario, Tenebrarum. Soñé que te atacaba — respondió ella con un hilo de voz, abrazando con fuerza a su querido compañero —. Ambos moríamos y... estaban varias personas que no conozco y... Ash...

Shh, está bien, Lyte — le dio un suave beso en la frente, luego otro en la mejilla —. ¿Recuerdas quién eres tú?

— ¿Lyte Yatogame?

— Eso no, tonta — rió —. La portadora de las Sombras, ¿recuerdas? — hizo una pausa mientras removía unos cuantos mechones de cabello de su frente —. ¿Recuerdas quién soy yo?

— ¿El comandante supremo de Celestia?

— ¡Exacto! — exclamó alzando los brazos. Su torso estaba desnudo —. Y eso significa que no hay mal en este mundo que no podamos superar.

Ambos compartieron unos cuantos segundos de silencio, mirándose bajo la tenue luz de la luna menguante, cuyo grosor no superaba a ese de un hilo. El comandante Miguelangel Azureblade deslizó una mano por la mejilla de Lyte a la vez que la acercaba a su rostro con una sonrisa.

— Te amo, Lyte — susurró.

— Yo-

Mas el chico, raudo y sin poder contener su pasión ardiente, selló sus palabras con un profundo y tierno beso, en el cual hallaron calor, antítesis de las gélidas noches celestinas. Lyte pasó una mano por el vientre bajo del otro, lo cual le hizo dar un pequeño salto de sorpresa.

— L-Lyte... ¿ahora?

Ella no dijo más nada. Solo las estrellas supieron como se amaron esa noche.

La Segunda Brecha se encontraba en la que se suponía sería la habitación del quinto Caballero del Abismo contra el que lucharían. Rodeados de muros y techos que simulaban un bosque férico en la ausencia del astro mayor, miraron asombrados a la hermosa chica en medio de todo.

— ¿M-mamá? — preguntó Chloe con asombro, sus ojos volviéndose casi cristalinos —. ¡¿Estás viva?!

— Nunca he dado a luz — respondió la otra sin alterar un milímetro su expresión —. Nunca se me ha requerido para ello. El Maestro Izan escogió como compañera a Lady Lorena.

— ¿De qué estás hablando? — exclamó la esgrimista preocupada —. ¿No me reconoces? ¡Soy Chloe, tu hija!

Lyte frunció ligeramente el ceño, cruzó los brazos tras de sí y cerró los ojos. Se podía notar como hacía esfuerzos para buscar en cada rincón de su mente por una respuesta. Era posible que el maestro Izan contara con el poder de un Gemüt, las personas de la clase de Psyonic, quienes pueden controlar la mente y los recuerdos. Sin embargo, la joven de pálidos cabellos no dio respuesta alguna. Chloe pudo sentir cómo su corazón se quebraba lentamente.

— Ahora que lo recuerdo, leí en el libro de papá que si se revive a un fallecido, éste pierde todos sus recuerdos — susurró en voz baja —. Pero pensar que la convertirían en una Caballera del Abismo...

Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora