Arrasando con la Magia II: Los Caballeros del Abismo

Capítulo 16 - Corrientes de Luz - Parte 2 -

Una vez decidida la misión a realizar, a Chloe se le fue entregado un pequeño formulario, con cosas como la edad, la afinidad mágica, cantidad de personas en su grupo, etc. Era una especie de permiso para la rubia, puesto que dicha misión de reconocimiento duraría alrededor de una semana, por ende, al ser menor de edad, necesitaría el permiso de sus padres. Ella y el enano atravesaron raudos las calles de Tintia, él sobre su fiel y veloz Cocatriz, y ella corriendo imparable por paredes y techos, ayudándose de su látigo de fotones para agarrarse de ciertos puntos. La prisa en ambos era bastante notable, aunque realmente no había un motivo verdadero para esta, simplemente sintieron un acelere de adrenalina que tenían que soltar de alguna forma. Las personas los veían avanzar asombrados, parecían dos aves de caza que se lanzaban al combate en ávida velocidad.

Una vez en la mansión Azure-Blazer, Chloe usó el látigo para abalanzarse por la ventana de la sala de entrenamiento, girando hacia atrás en el aire y cayendo a la perfección, Strauss saca una libreta y escribe un 10, Eschalor arrancó una hoja y con su pico puso un 8, la rubia los mira a ambos con una sonrisa confundida e ingresa al sitio. Justo en ese momento entró su madre, Lyte Yatogame, con una expresión cansada en su rostro, tal vez estaba un poco estresada.

— Ah, cariño, estabas aquí — dijo casi con un suspiro —. ¿Sabes en dónde pueda estar tu padre?

— Hace un rato estábamos practicando aquí, luego se fue sin más — respondió la otra sacando el permiso de misión —. Mamá, necesito que firmes esto, iré en una misión de reconocimiento con Strauss.

— ¿¨Corrientes de luz¨? Es un nombre bastante peculiar — Comienza a caminar hasta el pequeño estudio de su esposo, de ahí agarra una pluma y coloca su firma —. Es una gran recompensa también, ¿Qué pretendes hacer con todo ese dinero?

— Es bastante probable que le de la mayoría de mi parte al reino para las reconstrucciones y otras cosas — responde la rubia, tomando el formulario y guardándolo en su mochila —. No es como que yo tenga muchas cosas que comprar, además, es responsabilidad de los Azureblade proteger y ayudar a quién lo necesite.

— Hablando de los Azureblade — Se sienta en el escritorio de Miguelangel —. Quería decirte esto desde hace un tiempo, Chloe.

La otra cruzó los brazos y se recostó en una pared, ella sabía que cuando su madre «tenía algo que decirle», implicaba que iba a ser regañada o algún tipo de sermón. Estaban ambas en aquella pequeña sala, escasamente de 5x5 metros, donde solo había un pequeño baño, un escritorio de madera con una lámpara en el tope, una pequeña estantería con varios libros y un gabinete de acero naranja en el cual se solían guardar las armas de la familia.

— No deberías tomarte tan a pecho el ser una Azureblade, no es como que eso te diferencie de los demás en tantos aspectos.

— ¿Qué quieres decir con eso? — preguntó la otra con notable ofensa —. Nosotros, los Azureblade, nacemos con la obligación de ayudar y proteger a los demás, como una de las familias más prominentes.

— Si quieres ayudar a las personas, está completamente bien, pero no lo hagas porque tu apellido es Azureblade, sino porque tú así lo desees — Toma a su hija de los hombros —. ¿Quién le ordenó al linaje Azureblade hacer tal cosa?

— Nadie, pero los Azureblade han sido conocidos por mantenerse en dicha posición, y como perteneciente a ellos, yo haré lo mismo — Se suelta de su madre de forma educada pero firme y camina fuera de la sala —. No hay otros, ni los Blazer pueden cumplir esta tarea.

— Clamar que solo los Azureblade pueden hacer tal cosa no es más que simple arrogancia, Chloe — Le asesta una mirada gélida a su hija, una que solo una madre puede hacer y que paraliza completamente a su descendencia —. Es precisamente por esto que no quería que Migue te hablara sobre «las hazañas de Azureblade», te vuelven arrogante en demasía.