Capítulo 5 - Nueva vida

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Me desperté. Estaba tumbado en un suelo pedregoso, me dolía la espalda. No había rastro del autobús, es más no estaba si quiera en la carretera. Era un lugar oscuro y había cinco antorchas rodeándome. Miré mejor y vi que en el suelo había líneas dibujadas con lo que parecía ser un polvo extraño, era.... polvo de hueso. Me intenté poner de pie pero me dolía todo el cuerpo. Lo único que podía hacer era mirar al techo en el que me fijé que había un espejo enorme, gracias a él pude ver aquel dibujo sobre el que me encontraba: una Estrella Satánica.

Oí como se abrían unas puertas, y con todas mis fuerzas intenté mirar en esa dirección. Vi como tres figuras se acercaban a mí, dos hombres muy grandes a los lados de uno más pequeño que tenía una capa negra que arrastraba por el suelo. Todos llevaban capucha, no podía ver sus rostros. Se acercaron muy lentamente a mi. Cuando se encontraron a unos metros de mi el hombre pequeño habló a lo que parecían ser sus esbirros.

- Azael, incorpórale. - Ordenó el hombrecillo. Nada más decirlo el hombre que se encontraba a su izquierda me cogió y apoyo en una columna cercana.

- Pero qué tenemos aquí, si es solo un niño. - Dijo riéndose el hombre pequeño.

- ¿Dónde estoy?¿Qué hago aquí? - Pregunté asustado.

El hombrecillo rió.

- No lo sabes, ¿verdad?. Estás en el Infierno niño. - Volvió a reír.

- ¿El..... Infierno? Imposible tienes que estar de coña.

- ¿Acaso te parece esto una "coña"? . De verdad, cada vez los mortales usáis palabras más raras.

Estaba asustado, estaba en el Infierno y lo peor, es que no sabía por qué.

- ¿Qué he hecho para acabar aquí? - Pregunté nervioso.

- Verás chico. - Dijo con el mismo tono que ponían los profesores para explicarnos algo. - Cuando tus padres fueron asesinados hiciste la promesa de que cogerías al que lo hizo y le preguntarías el por qué. - Hizo una pausa. - Pues bien, yo sé que en el fondo de tu corazón lo que querías era matarlo, hacerle sufrir, ¿me equivoco?. - Me instó el hombrecillo.

- Bueno pues... no. - Balbucee.

- Bien, te explicaré lo que pasó ya que te veo bastante perdido. Uno de mis subordinados, Mesistófeles, se reveló contra mí hace cuatro años, dijo que mis medidas eran demasiado "suaves". Quería que invadiésemos el mundo de los mortales y le demostrásemos a Dios que no teníamos que estar sometidos a Él en el Infierno. Sonaba muy bonito, pero hay que mantener el equilibrio. Ya no era cuestión de venganza, era de nuestra existencia. Existen tres planos: El Cielo, el Mortalum o Mundo de los Mortales y el Infierno. Ninguna de las partes puede penetrar en la otra excepto el Mortalum, esta lleva a los mortales según sus actos al Cielo, o aquí al Infierno. Sin embargo ninguna de estas dos partes puede penetrar en la otra, este "privilegio" por llamarlo de algún modo sólo lo poseéis los mortales. Ni el Cielo, ni el Infierno puede actuar directamente en el Mortalum, como mucho puede influenciar, por ejemplo en la conciencia de las personas. Si alguno de estos planos desobedeciese esta norma conllevaría a la destrucción del Universo. Pues bien, Mesistófeles no quería obedecer esta norma y abrió un portal al Mortalum. Allí poseyó un cuerpo, ni los ángeles ni los demonios podemos estar en nuestra verdadera forma en vuestro plano, nos destruiría. Pero poseer un cuerpo lo va deteriorando así que cada año tenemos que saltar a otro, lo que mata al huésped. Durante su estancia en el Mortalum, Mesistófeles ha ido matando a quien se le ha antojado, y unos de ellos fueron tus padres. Allí está intentando buscar una forma de permanecer en el Mortalum en su auténtica forma sin morir en el intento, lo que destruiría los tres planos. - El hombrecillo terminó de hablar y me miró fijamente. - Ahí entras tú.

Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora