Capitulo 27 - Rehabilitación

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La semana se me hizo eterna, eso de estar vendado hasta las cejas y no poder hacer nada más que dejar pasar el tiempo era una tortura para mi. Siempre he pensado que el aburrimiento es lo mejor o o lo peor que te puede pasar, y sí, sé que es una incongruencia, mejor me explico. Cuando eres una persona activa como yo, que nunca está parado, el aburrimiento es mortal, pero a veces, esos ratos se agradecen. Tienes tiempo para pensar en futuros proyectos, y eso al fin y al cabo es bueno, pero ya que no haces ninguna actividad el tiempo pasa más lento, y eso lo odio. No tenía ni si quiera a Kaos para entretenerme, él seguía con ese maldito Sueño de Samuel, y tanto Ángela, Marina y Eloy estaban todo el día ocupados, si no estaban entrenando, estaban buscando subordinados de Mesistófeles para sacarles información, me daban mucha envidia. Solamente estaba en contacto con ellos cuando uno de los tres venía a traerme la comida o cambiarme los vendajes. Normalmente en la comida se iban turnando pero en cuestión a la sanación siempre venía Marina. No se si era porque era la única que tenía conocimientos médicos, o, quizá, porque ella ya me había visto desnudo y a lo mejor a los otros dos les sería incómodo. El caso es que ni siquiera podía ver la tele o jugar con el móvil, allí no había tele y el teléfono acabó hecho polvo en aquel bendito accidente. La verdad durante todo esa eterna semana sólo me pregunté una cosa: ¿Por qué yo? Es decir, ¿por qué me había tocado este destino?¿No podía tener una vida normal con mis padres, yendo a visitar a Eloy algunos fines de semana, con una vida fuera de ángeles, demonios y su puta madre? La respuesta era "no". Me había tocado tener que salvar el puto Universo, para personas que jamás me lo agradecerían porque claro, nunca sabrían lo que hice. Y si moría en el intento, nadie me recordaría por eso mismo, nadie sabría lo que hice. Esa sensación de tener que ayudar a alguien sin que lo sepa y que no pueda agradecerte tu esfuerzo, la verdad es que me tocaba los huevos. 

Durante todo este tiempo estuve pensando todas estas cosas, hasta que, por fin, se acabó la espera.

Vi entrar a Marina con el desayuno en una bandeja, eran unas tostadas de mermelada de fresa y un zumo de piña. Tras ella venía Ángela con su cara inexpresiva, como no. Ella llevaba lo que parecía ser mi ropa de entrenamiento. Ambas llevaban el Uniforme de Guardián, al menos así los llamaba yo. Por fin iba a poder levantarme de aquel catre, por fin iba a poder moverme, por fin iba a acabar mi aburrimiento extremo.

- Bueno, creo que ya ha pasado suficiente tiempo para que hayas sanado del todo, o al menos estés lo suficientemente bien como para entrenar. - Dijo Marina mientras ponía la bandeja en la mesilla.

- Aleluya joder, ya era hora. - Respondí alegremente.

Ángela tiró mi ropa en una silla y se dispuso a salir.

- Tienes una hora para desayunar, cambiarte y venir a la Sala de Entrenamiento. - Dijo fríamente sin siquiera mirarme a los ojos.

Salió por la puerta, y yo me quedé solo con Marina.

- Sigo sin acostumbrarme. - Dije secamente.

- Lo entiendo, tú ya estabas acostumbrado a una Ángela amable simpática y graciosa, pero esa Ángela nunca existió, ningún ángel puede mostrar sentimientos, no son capaces porque... no tienen.

En ese momento, todo el odio que podía tener hacia Ángela se disipó. Ella no tenía la culpa de haberle tocado esa vida. Me imaginé una vida sin poder reír, entristecerme, amar a alguien... No es una vida que alguien pueda desear. Sentí que ya no la odiaba, sino que la compadecía.

- Al menos, tú eres la misma. - Solté.

Ella sonrió y se tumbó a mi lado. Se tumbó en mi pecho y me abrazó. No me aparté como hacía hace unos días, la verdad es que me agradaba, después de tanto tiempo tener contacto "humano". Le devolví el abrazo y nos quedamos los dos mirando al techo. Pasaron unos minutos, y como no, mi estómago tuvo que intervenir, no podía tener un rato agradable, que va eso no existía para mí. Marina rió y fue a coger una de las tostadas. Me la acercó a la boca y la mordí, pero me dí cuenta de que me había manchado el labio de mermelada. Se acercó lentamente, me besó y luego se pasó su lengua por su labio.

- Mmm, está rica esta mermelada. - Dijo guiñándome un ojo.

- Esto... sí, claro. - Respondí confundido.

Se levantó y fue a salir por la puerta.

- No tardes. - Dijo con una sonrisa en su rostro.

Salió por la puerta y volví a quedarme solo, con mis pensamientos, pero esta vez era diferente, porque estaba totalmente confundido. ¿Qué cojones acababa de pasar? Es decir, Marina solo se había acercado a mí para protegerme, porque era su trabajo. ¿Por qué iba a seguir intentando "ligar" conmigo, si ya hizo lo que tenía que hacer para activar el Amuleto de Unión de Almas? La verdad en ese momento estaba completamente perdido. Aun así, olvidé todo eso, desayuné y me cambié de ropa lo más rápido que pude, y salí disparado hacia la Sala de Preparación. Al llegar allí cogí mi katana, me la coloqué a la espalda y entré en la Sala de Entrenamiento. Allí estaban, esperándome cada uno a lo suyo. Eloy sacaba y guardaba las garras continuamente, Marina hacía filigranas con sus dagas en la mano y Ángela miraba si su arco estaba bien tensado. Al entrar, me miraron y se pusieron de pie. Eloy se acercó a mi y me dio un abrazo.

- Joder me alegro de que ya estés bien, me apetecía volver a luchar contigo. - Dijo contento.

- Y a mi tío, y a mí. Estaba subiéndome por las paredes de la impaciencia. - Contesté.

Oímos un silbido fuerte y nos giramos. Era Ángela llamando nuestra atención.

- Bueno tortolitos, si me escucháis acabaremos pronto. El entrenamiento de hoy va ser un poquito especial.

- ¿Me engañan mis oídos?¿Ángela con sentido del humor? No me lo puedo creer. - Rió Eloy.

Yo decidí no seguirle el juego, no era culpa de Ángela no poder mostrar emociones, era parte de su ser y eso ya era suficientemente malo como para mofarnos de ello. Le hice un gesto a Eloy para que se callara y él obedeció, aunque un poco confundido. Aún así, Ángela ignoró el comentario pero no dijo nada más. Se acercó a lo que parecían unas puertas con barrotes y de ellas sacó a unos cinco tíos con la cabeza tapada con una bolsa. Los puso de rodillas y les quitó la bolsa uno por uno. No podía creerlo, eran los chavales a los que metí una paliza, y en el medio estaba aquel chico de pelo castaño que había pegado a Marina. Pero me dí cuenta de algo, estaban diferentes. Sus venas estaban marcadas y tenían un color negro, y su esclerótica estaba totalmente inyectada en sangre.

- Así, es cómo se ve un demonio en su máximo esplendor, al menos los convencionales. - Explicó Ángela. - Lo que haréis hoy será simplemente tener un enfrentamiento con ellos, pero sin armas, en igualdad de condiciones. Por cierto Sergi, no puedes usar el Modo Kaos.

- Como si pudiera usarlo - Pensé.

- ¿Te has vuelto loca?¿Quieres que nos enfrentemos a cinco demonios sin armas? - Preguntó Eloy alterado.

- Los ángeles y demonios convencionales no tienen "poderes", como los guardianes o los superiores. Son prácticamente humanos normales y corrientes. - Contestó Marina.

- Entonces perfecto. - Dije completamente excitado, por fin iba a tener un poco de acción.

- ¿Pero qué dices?¿Acaso la paliza de Histeria te destrozó el poco cerebro que te quedaba? - Preguntó mi amigo.

- Anda no seas nenaza, parece que seas tú el que se ha tirado una semana entera en cama.

Al final Eloy se rindió y aceptó.

- Está bien, pero si vuelves a recibir una paliza no seré yo el que te lleve la comida.

- De acuerdo chato. - Reí.

Ángela y Marina comenzaron a desatar a nuestros rehenes. Cuando terminaron se pusieron en medio para evitar que estos se lanzaran a por nosotros.

- Por cierto, una cosa más. Aunque sea combate sin armas sólo hay un requisito para ganar. Tenéis que matarlos. - Explicó Ángela con esa tranquilidad inhumana.

Los demonios abrieron los ojos hasta que casi se le salen de las órbitas y comenzaron a respirar muy agitadamente, tenían miedo.


Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora