Capítulo 22 - Amistad

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Me desperté con un dolor de cuello muy fuerte. Había dormido todo el viaje, al igual que Eloy. Ángela seguía conduciendo y Marina observaba el paisaje por la ventana. Me incorporé y crují mi cuello para colocar mis vértebras. Marina me miró un segundo y luego dirigió de nuevo su vista al paisaje.

- Preparaos, quedan veinte minutos. - Anunció Ángela.

- Vale. - Respondí secamente.

Me acerqué a Eloy para despertarlo.

- Hey tú, despierta. - Dije mientras le zarandeaba.

Se levantó y bostezó. Seguía con esa depresión que tenía desde hace escasas horas.

- ¿Qué pasa? - Preguntó con voz somnoliente.

- Vamos a llegar dentro de poco.

- Está bien. - Dijo en un bostezo. - Por cierto, ¿qué hora es?

Miré mi reloj, había pasado el tiempo más rápido de lo que pensaba.

- Las ocho y media. - Respondí.

- Bueno, cuando lleguemos a casa tendremos que hablar. - Dijo con seriedad.

- De acuerdo.

Llegamos a un cementerio. Aparcamos y Ángela bajó del coche.

¿Qué hacemos aquí? - Pregunté.

- Vamos a enseñaros algo.

Bajamos del coche y fuimos a una pared llena de nichos. Había uno que tenía un crucifijo de madera. Ángela lo empujó hacia abajo. La pared se abrió y dio paso a unas escaleras que descendían hasta el infinito. Al final había una puerta que parecía ser muy antigua. La abrimos y entramos en una habitación completamente oscura. Marina cogió una antorcha y la prendió. Lo que vi me dejo perplejo. Había todo tipo de cosas. Armas bendecidas de cualquier clase, armaduras similares a las de nuestras guardianas, frascos con líquidos extraños, libros carcomidos por el tiempo... Era alucinante, parecía que eso había estado ahí durante siglos.

- ¿Qué cojones es este sitio? - Preguntó Eloy.

- Este es el cuartel general de los guardianes. - Dijo Marina mientras iba a dejar sus cuchillos en un expositor.

- ¿Cuartel general?¿Qué sois un puto ejército? - Pregunté.

- Lo éramos. Durante siglos, los guardianes hemos sido los protectores de las Almas Inmortales. Al morir el Rey David se escribió la profecía de los Almas Inmortales. Esta dice que una vez cada cien años, aparecería un descendiente de David que sería su reencarnación. El Cielo y el Infierno deberían unirse para formar la Orden de los Guardianes. Este grupo debería proteger a los Almas Inmortales de las fuerzas del mal y evitar que perdiesen el rumbo y siguieran el camino del bien. Desde el momento que se fundó la orden hemos estado cumpliendo nuestro cometido, permaneciendo en Mortalum y saltando de cuerpo en cuerpo. El primer Alma Inmortal fue Jesús, y sus apóstoles eran en realidad guardianes. - Explicó Ángela.

- Pero sólo sois dos. - Replicó Eloy.

  - Además, según lo que Satán me dijo, Masistófeles se rebeló hace cuatro años. - Continué

- Sí, por desgracia nuestra orden se ha visto reducida a lo largo de los últimos siglos, la mayoría murieron en su misión y otros desertaron y se unieron al otro bando. - Contestó Marina.

- Él es sólo uno más de la larga lista de personas que han seguido su mismo camino a lo largo de la historia. Judas Iscariote, Calígula, Vlad el Empalador, Genghis Khan, Hitler, Bin Laden... Todos ellos han traicionado a la humanidad y han matado sin piedad, lo que nadie sabe es que lo hacían para encontrar a los Almas Inmortales y usarlos para sus beneficios, ya sean como armas, conseguir dinero o incluso dominar el mundo. Todos ellos fueron demonios o ángeles caídos que decidieron rebelarse contra su sometimiento al Cielo o el Infierno. - Siguió Ángela.

- Vale, entonces si no ha sido el único, podremos derrotarle. - Afirmó Eloy con seguridad.

- No es tan sencillo, como he dicho, la orden se ha visto muy reducida, antes éramos muchos, ahora un ejército de diablillos y angelitos toca-huevos puede causarnos problemas. - Respondió Marina.

- Vale, ¿entonces a qué queréis llegar? - Pregunté.

- Tendremos que enseñaros a luchar, tú Sergi tienes la ventaja de que tienes a Kaos y ganas mucho poder gracias a él, además que acelera tu metabolismo gracias a tu curación rápida y estás muy desarrollado físicamente gracias a ello, pero no sabes pelear, Pesadilla podría haberte destrozado si no hubiese aparecido. - Contestó Marina.

- Tú directamente necesitas ganar físico y técnica. - Continuó Ángela dirigiéndose a Eloy.

- Mañana aquí, a las nueve de la mañana. No faltéis. - Dijo Marina.

- De acuerdo, pero no sé por qué tenéis tantas ganas de madrugar un puto domingo. - Respondió Eloy.

- Así os fortaleceréis más. - Contestó Ángela.

Volvimos a subir las escaleras, salimos del cementerio y fuimos al coche. Nos dejaron en casa sobre las diez. Subimos y saludamos a la familia.

- Hey chicos, ¿dónde habéis estado todo el día? - Preguntó Elías.

- Hemos estado con Ángela y Marina papá. - Respondió Eloy.

- Bueno chicos espero que os lo hayáis pasado bien, id a cambiaros que vamos a cenar. - Dijo Mariángeles mientras cortaba un tomate. 

Hicimos caso y fuimos a cambiarnos, iba a ir a cenar pero Eloy me detuvo.

- Dijimos que íbamos a hablar cuando llegásemos a casa. - Dijo secamente.

- Ah sí, es cierto.

- Cuéntame qué ocurrió, cómo murió Iván.

Comencé a explicarle cada momento de la pelea, la locura que le había provocado Pesadilla, mi impotencia al enfrentarme al demonio, la aparición de Marina y cómo tuve que matar a nuestro profesor. Eloy analizaba atentamente cada dato y no perdía detalle. Al terminar suspiró y se llevó las manos a la cara. Vi como una lágrima corría por su mejilla.

- ¿Por qué nosotros?¿No podíamos llevar una vida simple de adolescentes? - Dijo mi amigo sollozando.

Le abracé, me dolía verle así.

- No le demos más vueltas, simplemente el destino lo ha querido así. Piensa que cuando todo esto acabe nos reiremos recordándolo y podremos llevar esa vida que nos merecemos.

- Sí tío, pero Ángela...

Se derrumbó. Comenzó a llorar como un chiquillo. La impotencia que sufrí en ese momento nunca la olvidaré. Conocer la realidad sobre Ángela me había dolido, pero no tanto como a Eloy, él estaba roto por dentro.

- Tío por favor, déjame sólo.

Le miré a los ojos.

- Eloy, jamás te dejaré sólo. - Respondí con una sonrisa.

Él respondió dibujando una tímida sonrisa en su rostro.

- Gracias, al menos sé que puedo contar contigo.

- Para algo están los amigos, bueno hermanos. - Dije riendo.

Nos levantamos y fuimos a cenar. Me alegró ver a Eloy más feliz. Fuimos a cenar y después a ducharnos. Cuando llegó mi turno pude ver cómo el agua caía completamente negra, el combate me había llenado de suciedad. Cuando acabé me miré al espejo. Mis ojos seguían siendo de un color carmesí al reflejarme en uno. Me sequé el pelo me puse el pijama y me metí en la cama, completamente agotado, había sido un día muy largo. 

Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora