Capitulo 34 - Masacre

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Salimos corriendo hacia ellos. Eloy comenzó a desgarrarles la piel, a uno le rajó todo el estómago de manera que sus vísceras comenzaron a caer poco a poco al suelo, a otro le atravesó la garganta y, con todas sus fuerzas, arrancó la cabeza de ese demonio. Aprovechó y la pateó contra otro demonio, este la esquivó pero eso era sólo una distracción, cuando este quiso reaccionar Eloy ya había atravesado su estómago y empezaba a rajarlo hacia arriba. De nuevo las vísceras del demonio comenzaron a caer hasta que finalmente cayó muerto.

Yo, por mi parte disparaba a los demonios sin desperdiciar una bala, todas directas a la cabeza. La primera bala a uno le dio justo entre ceja y ceja, la siguiente a otro en la nuca, otra en la cuenca del ojo... Mi instinto asesino era asombroso, o temible según se viese. Cuando sólo me quedaba una bala decidí aprovecharla la mejor posible. Salté, me puse con la cabeza mirando hacia el suelo y vi a los demonios mirarme a cámara lenta. Estaban justo tres de ellos en fila, así que disparé mi última bala directa al cráneo. Caí al suelo y lentamente vi cómo salía del cráneo del primer demonio y entraba en el del segundo. De repente los tres se desplomaron y yo sonreí solo por haber hecho algo tan alucinante. Cuando miré a Eloy me fijé en que tenía la ropa completamente manchada de sangre de demonio, ese líquido negro y asqueroso que corría también por mis venas, pero lo que más me asombró era que él ya se había cargado a los restantes, sólo quedaba uno con vida sentado en el suelo que temblaba y le miraba atemorizado.

Eloy se acercó a él y lo miró con una sonrisa malévola.

- Bien, ¿quién prefieres que te mate?¿Yo? - Dijo levantando una de sus garras ensangrentadas. - ¿O mi compañero?

El demonio balbuceaba, no era capaz de articular palabra. Vi como hizo una mirada a la pistola que aún tenía en mi mano y entonces cerró los ojos. Seguramente pensó que un balazo sería menos doloroso que ser atravesado por unas garras.

- El.... el moreno.... de la pistola. - Dijo con tartamudez.

Sabía que no tenía balas pero aun así puse la pistola en su frente y le miré.

- Bien, si quieres que te mate yo, sólo tienes que responderme a la siguiente pregunta: ¿Dónde está la rubia que entró antes en el callejón? - Pregunté con tranquilidad.

- ¿Quién... la nueva poseída de Histeria? Nos ordenó que os entretuviésemos para que no la siguieseis. No sé a dónde fue, lo juro.

Se acababan de cumplir nuestros temores, Lucy estaba sentenciada a muerte. 

Agaché la cabeza y con todas mis fuerzas atravesé el pecho del demonio con mi puño, agarré su corazón y comencé a estrujarlo. Noté las pulsaciones, como se aceleraban, cada vez más y más hasta que, de repente, explotó. El demonio murió con la mayor cara de dolor imaginable, era un iluso si creía que le iba a dar una muerte indolora.

Saqué la mano del pecho del cadáver y la miré, estaba completamente negra a causa de la sangre. Inconscientemente me chupé los dedos, sabía fatal pero mi cuerpo había actuado por sí solo.

- Mmm, delicioso. - Rió Kaos.

- Tío, tu estás muy mal. - Respondí completamente acojonado.

- Y ahora tú también, pero no me puedes decir que no es divertido. - Volvió a reír.

En ese momento comprendí por qué lo llamaban el Demonio de la Barbarie, ese nombre era el más adecuado para él.

Me incorporé y miré a mi amigo, me miraba con los ojos desorbitados.

- Tío, no iba a dejarlo morir tan sencillamente.

- Me cago en el puto Kaos... te está jodiendo la mente. - Dijo Eloy con preocupación.

Tenía razón, pero no quería pensar en eso en ese preciso momento, prefería pensar que haríamos con Lucy.

- Tío ahora lo importante es Lucy ¿vale? Ya hablaremos de lo mío más tarde.

- Está bien... - Respondió poco convencido.

Salimos de aquel callejón y llamamos a Ángela y Marina, teníamos que limpiar todo.

A la media hora llegaron con la furgoneta. Ayudamos a meter los cuerpos y más tarde fuimos al refugio. Nos duchamos y nos cambiamos de ropa, la nuestra estaba completamente perdida a causa de la sangre. Fuimos a la Sala de Preparación donde nos esperaban nuestras guardianas. Eloy se sentó en una silla y con un paño y agua oxigenada comenzó a limpiar las garras. Yo, por mi parte cogí una silla y me senté a esperar las preguntas de Marina y Ángela.

- Bueno, ¿nos podéis explicar qué coño ha pasado? - Preguntó Marina.

- Que Lucy está poseída. - Respondió Eloy sin despegar la vista de su arma mientras la limpiaba.

- ¿Cómo? - Preguntó desconcertada.

- Pues que Histeria ha decidido cambiar de cuerpo y no podía haber uno mejor que el de Lucy. - Contestó con una serenidad impropia de él.

- Y mientras la seguíamos para descubrir por qué estaba tan rara, nos asaltaron unos demonios, gracias a uno de ellos hemos sabido que Lucy esta poseída por Histeria. - Continué.

Ángela y Marina se miraron con preocupación, ya sabían que eso significaba que Lucy ya estaba sentenciada a muerte.

- Vale, ahora lo que tenemos claro es que ya sabemos cuál es una de los poseídos, nos faltan dos Dolor y Muerte. - Dijo Ángela.

- Vale maja, ¿y cómo lo averiguamos? - Preguntó Eloy.

- Fácil, te pondremos como cebo. - Respondió con una sonrisa irónica.

- Ah, perfecto, ¿y cómo pensáis hacerlo?

- Estarás con Sergi la próxima vez que os ataquen, y esa vez os tendréis que dejar atrapar, tendréis los amuletos así que no será difícil encontraros. - Contestó orgullosa de su plan.

- Veo una pequeña laguna en tu plan. - Dije.

- ¿Cuál?

- Histeria ya se percató la otra vez que tenía un Amuleto de Unión de Almas, ¿qué te hace pensar que esta vez no se enterará? - Pregunté.

Ella frunció el ceño y guardó silencio. Al cabo de unos minutos respondió.

- Verás los Amuletos de Unión de Almas están bañados en nuestra sangre, es decir el de Eloy tiene la mía y el tuyo la de Marina. Si queremos encontraros tendremos que convertiros a vosotros en un amuleto.

- ¿Y  cómo se hace esa mierda? Ya he tenido bastante sangre por hoy, no quiero bañarme en más. - Anunció Eloy.

- Sólo tendréis que tener nuestra sangre en vuestro organismo durante ese tiempo, será algo temporal. . Respondió Marina.

- Osea una puta transfusión. - Dije con seriedad.

- Sí, para que puede que no sea compatible y nos de un telele, no te jode. - Contestó Eloy cabreado.

- La sangre de los demonios y los ángeles se adaptan a la de los humanos, eso no es problema. - Explicó Ángela.

- Bueno, entonces no es un mal plan. - Dije contento.

- Yo creo que sí, recuerda lo que hay que hacer para activar el efecto del puto amuleto. - Respondió mi amigo.

Claro, ese detalle era imprescindible, teníamos que acostarnos con nuestras respectivas guardianas, y en el caso de Eloy no creo que fuese algo bueno.

- Eloy, el puto mundo depende de que nos carguemos a todos esos demonios, deja las mierdas sentimentales a un lado y sé profesional. - Contestó Ángela con seriedad.

- Eloy, es decisión tuya. - Le dije.

Pasó un largo rato en el que reinó el silencio, nadie dijo nada, ese momento era de Eloy ya que era suya la decisión. Al final habló.

- Mira... necesito tiempo para pensarlo... mañana os daré una respuesta. - Dijo con tristeza.

Tras eso cogió las garras y la pistola, se las guardó en la chamarra y salió en dirección a casa. En el fondo lo entendía, pero también creía que lo mejor era cumplir con el plan, y seguramente él pensase lo mismo.

Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora