Capítulo 11 - El sol y la luna

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- ¡Hey dormilón!¡Despierta!

Abrí los ojos y vi que era Eloy con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Qué cojones haces Eloy? - Pregunté.

- Tío, no me digas que los has olvidado.

- ¿El qué? - Dije completamente confundido.

- ¿En serio se te olvida el día en el que te haces viejo? - Respondió Eloy sarcásticamente. - Bueno, más bien nos hacemos viejos.

Fui corriendo a mirar la fecha, era diez de diciembre, nuestro cumpleaños. Cumplíamos quince años ese día.

- Hostia, quince años ya loco. - Le dije.

- Sí recuerdo como si fuese ayer cuando teníamos catorce años. - Respondió riendo.

- Mira no te pego una hostia por esa mierda de chiste porque aparte de ser mi cumple, también es el tuyo que si no llega a serlo te la ganas.

- Joder zorra qué privilegio, no me va a pegar con sus manos de mantequilla. - Dijo en voz burlona.

- Mira no te pego porque bastante tienes con esa cara puta.

- Venga vamos al salón, nos están esperando.

Ya había pasado una semana desde el incidente con Brian, todo había vuelto a la normalidad.

Me puse una camiseta negra de Iron Maiden y encima una camisa blanca y fui al salón. Nos esperaban Elías y Mariángeles con el desayuno preparado y una sonrisa. Había mermelada de frambuesa fruta a rebosar en un cuenco y un plato de pan tostado.

- Buenos días cumpleañeros, ¿Qué tal? - Preguntó Mariángeles.

- Bien, me siento como más maduro. - Dijo Eloy sarcásticamente.

- Eloy, sabes que tú y yo jamás seremos maduros. - Le comenté.

- Sí bueno, era por si colaba. - Respondió riéndose.

Terminamos de desayunar y nos sentamos todos en el sofá, como todos los años.

- Bien, vamos a abrir los regalos. - Anunció Elías.

- ¡Sí!¡Sí!¡Primero el mío! - Gritó María.

Nos dio un papel a cada uno. Ambos tenían el mismo dibujo. Éramos Eloy y yo sonriendo. Tenía un letrero enorme encima.

                                        "Hermanos unidos por el destino y no por la sangre"

La verdad, María no dibujaba muy bien pero la intención del regalo es lo que importaba. Y el mensaje... Me hizo recordar aquello que tendría que contarle a Eloy algún día: Era mi hermano mellizo y no lo sabía. No sé por qué pero tuve la necesidad de tener que contárselo justo el mismo día en el que cumplíamos los años, pero para contárselo, tendría que explicarle que tenía a un demonio dentro de mí, y eso iba a ser más difícil.

- Muchas gracias María. - Le dije sonriendo.

- Gracias canija. - Le comentó Eloy.

María sonrió y se sentó de nuevo.

- Bien, ahora el nuestro. - Dijo Elías.

Nos dieron a cada uno un paquete. El mío era una caja grande y alargada y el de Eloy una bolsa. Los abrimos. Mi regalo eran unas botas militares negras, me encantaban. Eloy vio el suyo con los ojos desorbitados: Era una sudadera ancha y delgada, que se puede abrir, negra pero con toques rojos muy ligeros, por dentro era mullidita y blanca con líneas negras esparcidas irregularmente con una llama dibujada a la altura del corazón. Y atrás un dibujo uniforme que quedaba genial. Esa sudadera la quería Eloy desde hace cinco meses, costaba casi doscientos euros.

Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora