Llegué a casa, cansado, con ganas de tumbarme en la cama y dormirme para que acabase aquel desastroso día. Cuando llegué a casa Mariángeles y Elías hablaban con Eloy y Ángela. Se suponía que debía estar en su casa pero ahí estaba con una profunda mirada de tristeza mirando al suelo. Al entrar por la puerta me miraron con seriedad.
- Sergio, por favor siéntate. - Me dijo Elías.
Era raro, mi apodo siempre fue Sergi, nunca me habían llamado por mi nombre completo. Que me llamase de esa manera sólo podía significar que me iba a contar algo muy malo. Aun así me senté y esperé lo que me iban a decir.
- Nos hemos enterado de lo que ha ocurrido, nos lo han explicado Eloy y Ángela. - Explicó Elías. Miré de reojo a mis dos amigos. Estaban los dos mirando al suelo.
- Lo siento yo...
- Déjame acabar. - Me interrumpió Elías con voz seria. - Has pasado por un mal momento, has rozado la muerte, es una experiencia muy traumática, entendemos que durante un tiempo puedas comportarte de una forma diferente. - Me miraba todo el tiempo a los ojos con una profunda sabiduría. - Sabemos que ese chico, fue a buscarte, y que tú empezaste defendiéndote, Eloy nos ha explicado que al principio no querías problemas. - Hizo una pausa.
Entonces Eloy habló por primera vez con una seriedad que nunca había visto en él.
- Tío, se lo merecía, tocó... ese tema. Pero te pasaste. - Sacó el móvil. - Este vídeo lo grabó Isma, lo quería como prueba contra ti por si Brayan después quería denunciarte. Le pedí que me lo pasase solamente para que te vieras. - Dijo mientras me daba el móvil.
Comencé a ver el vídeo. Estaba agarrando aún el puño de Brayan. Entonces él dijo esas palabras, esas palabras que me hicieron perder el control.
- Cállate, niño huérfano.
De repente le golpee el estómago y después un rodillazo en la barbilla. Cuando empecé a golpear su cabeza contra el suelo miré horrorizado mis ojos. Eran los de un demente. Cuando llegó el momento de partirle el brazo mis ojos se abrieron aún más y pude ver durante una décima de segundo un destello carmesí en ellos. Tras eso se cortó el vídeo.
Todos lo habían visto conmigo, por suerte fui el único que vi aquel destello. Entonces sonó el teléfono de casa. Elías lo cogió y comenzó a hablar.
- Sí dígame. - Dijo con voz seria. - Ajá.
Pasó un largo rato sin decir nada, pero cada segundo su rostro mostraba cada vez más preocupación.
- Comprendo. - Acabó diciendo. Me miró con seriedad.
- De acuerdo, mañana los llevaré. Muchas gracias. - Colgó y se volvió a sentar en el sofá.
Se llevó las manos a la cara y suspiró. Tras un largo rato comenzó a hablar.
- Era la policía. El chaval ha despertado y ha mostrado cargos contra ti. - Me miró. - Quieren que vayáis mañana a las once a tomar declaración. - Desplazó su mirada a Ángela y Eloy.
- Está bien papá. - Respondió Eloy.
- Vale... - Dijo Ángela en tono casi inaudible.
Elías volvió a mirarme. Se le veía preocupado.
- Quieren que vayas tú también, quieren escuchar tu versión. Según el chico fuiste tú a por él y sus amigos lo corroboran. Pero le han hecho análisis y han visto que sus niveles de alcohol triplican el permitido. Además es un chaval conflictivo que tiene antecedentes de violencia.
Seguían todos con una seriedad inquietante. Aquella situación comenzaba a hartarme.
- Mirad, siento lo que hice, no debería haberlo hecho. Perdí el control, lo admito, no volverá a pasar. - Dije con toda la seriedad que pude demostrar.
Tras eso me acerqué a Ángela, todavía tenía lágrimas en las mejillas. Me acerqué y se las sequé.
- Oye, no pasa nada. Ya verás como todo sale bien. - Le dije con una sonrisa.
Ella me abrazó con todas sus fuerzas. Se veía que lo necesitaba.
- Ahora solo descansa, y no te preocupes por mí. - Le dije.
Me acerqué a Eloy y nos dimos un abrazo.
- Llévala a casa tío.
- Está bien. - Contestó.
Salieron por la puerta y yo me dirigí al cuarto de baño. Me lavé la cara y me miré al espejo. Cuando lo miré me sorprendí. El mismo destello carmesí que había visto antes en el vídeo estaba de nuevo en mis ojos.
- Pero qué cojones. - Pensé.
- Hombre mierdecilla, ya te has dado cuenta.
- Mis ojos...
- Sí, son diferentes.
- Pero... ¿por qué? - Le dije.
- Siempre se ha dicho que los ojos son las ventanas del alma. Y esto es cierto en parte. Todos los ángeles y demonios tenemos alma. Cuando poseemos a un ser humano no pueden ser vistos nuestros ojos a no ser que queramos o el humano se mire a un espejo. Los espejos muestran el alma que tiene cada persona, al poseerte simplemente eres un envoltorio en el que yo soy la "sorpresa en el interior".
- ¿Por eso en el vídeo tenía los ojos rojos? - Pregunté.
- Exacto, una cámara es como un espejo, por lo que durante un segundo se vieron lo que llamamos "los verdaderos ojos". Los verdaderos ojos del huésped sólo pueden ser vistos a través de espejos o entrando en uno de los niveles de posesión.
- Osea que no podré hacerme una foto en lo que me queda de vida si no quiero que descubran que tengo a un diablillo cabrón dentro de mí. - Dije sarcásticamente.
- Ese puede ser el resumen. - Respondió riéndose.
Entonces, me acordé de los ojos que vi en el hombre que mató a mis padres.
- Entonces los ojos verdes que vi en el asesino de mis padres...
- Eran de Mesistófeles. - Respondió Kaos secamente.
- Bueno, pues será un placer para mi arrancárselos. - Dije con ira.
- Eso es lo que quería oír. - Rió Kaos.
Me sequé la cara y me fui directo a la cama a dormirme para que por fin se acabase ese día de mierda.
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Kaos (#Wattys2017)
Teen Fiction¿Qué ocurriría si a un chico huérfano de quince años le metieran el alma del demonio más loco y despiadado de todos los tiempos sólo para salvar los tres planos? O al menos ese es el motivo que él cree...