Capitulo 35 - Jornada de reflexión

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Eloy pasó el resto del día sin decir una sola palabra. Cuando terminó de comer, que no fue gran cosa, salío directo a su cuarto y se encerró ahí todo el día. No se escuchaba nada, absolutamente nada, sólo su respiración calmada aunque pesada. Decidí no decir nada e irme también directo a mi cuarto, no podía intervenir, la decisión era de él.

Estuve en mi habitación con Trucha, aquel gato blanco era un gran paño de lágrimas, siempre estaba cuando necesitabas cariño, pero esta vez Eloy no quiso dejarle entrar y decidí quedarme yo con él. Estuve acariándolo mientras él ronroneaba y se acurrucaba en mi pecho.

Decidí pensar, pensar sobre todo en general, pero no a cerca de mi vida, quería pensar sobre por qué el cielo es azul y las nubes blancas, ¿no podrían ser de otro color?¿Por qué Dios quiso ponerle ese precisamente? Quizá le parecería más bonito, la verdad el cielo es precioso. También pensé otras tonterías similares como: Por qué los humanos hemos sido la especie dominante y no otra, o si hay vida fuera de este planeta, y también la más importante, por qué teníamos que ser Eloy y yo los Almas Inmortales, ¿no había mas candidatos?

Esa pregunta siempre me acababa viniendo a la mente cuando estaba en soledad, nunca fallaba. Muchos en mi lugar dirían que soy tonto, que ser el héroe del mundo es lo mejor que le puede pasar a alguien y si encima tienes poderes mejor aún, ¿pero de qué te sirve si nadie lo sabrá? Nadie sabrá todo lo que hicimos para que gente cualquiera, ricos o pobres siguiesen con sus vidas, unos malgastando su abundante dinero, y otros pidiendo o robando sólo para vivir un día más, pero el mundo es así injusto, nadie se para a pensar en los demás, en este tiempo promueve el egoísmo y la avaricia y lo peor, nadie le pone freno.

Dejé de pensar, simplemente dejé la mente en blanco, no quería más momentos filosóficos, solo quería descansar un poco, quería simplemente no pensar en nada.

Volvía a estar en aquella habitación, aquella en la que encontraba al demonio en su trono, haciendo lo que fuese. Kaos estaba mirándome fijamente, y me percaté de que estaba distinto. Ahora estaba muy musculado y su esclerótica era completamente negra, que junto a su iris carmesí hacia una combinación aterradora. Me miró y sonrió.

- Hombre, cuanto tiempo. - Sonrió el demonio.

- Has... cambiado - Sólo llegué a decir.

- El nivel dos, gracias a él he podido recuperar parte de mi verdadero ser. - Respondió.

- Vamos, que me estoy convirtiendo en ti. - Contesté con seriedad.

- Mmm, sí. - Rió

- Y también te ha hecho más psicópata por lo que veo. - Contesté secamente.

- No amigo, te lo hace a ti, yo soy así de serie. - Dijo mientras sonreía de forma malévola.

Me quedé en silencio, la idea de convertirme en Kaos no me gustaba nada.

Kaos cogió una piedra y la miró.

- Hora de despertarse dormilón.

No pude hacer nada, la piedra me dio de lleno en la frente y me desmayé.

Desperté sobresaltado y con las pulsaciones muy aceleradas, e instintivamente me toqué la frente, había sido muy real. Miré la hora, eran casi las ocho, había dormido una buena siesta. Fui al baño y decidí darme otra ducha, había sudado demasiado con ese sueño.

Al salir de la ducha fui directo al espejo empañado por el vaho. Mi mano escribió una palabra.

Perdón :)

Ese era Kaos, sabía perfectamente que podría decírmelo en mi mente, pero quería que fuese consciente de que podía tomar control de mi cuerpo cuando quisiese. Y esa sonrisa era muy propia de él. Decidí olvidarme e ir a cenar.

Cenamos en familia, cómo siempre y estuvimos hablando, bueno todos menos Eloy, cuando se le preguntaba algo respondia con bufidos, se notaba que no tenía ganas de hablar.

Terminamos de cenar y fuimos a nuestro cuarto, y, a pesar de que había dormido cuatro horas caí rendido.

Nos levantamos y fuimos a la parada del autobús, y Eloy seguía sin decir media palabra. Entramos y ahí nos esperaba Ángela, como siempre. Nos sentamos y no dio tiempo a nada, Ángela ya estaba interrogando a Eloy.

- Y bien, ¿lo harás? - Preguntó.

Eloy no respondió.

- Dijiste que te diésemos un día así que suéltalo. - Insistió.

Eloy dejó de mirar al frente y giró la cabeza lentamente hasta que sus ojos coincidieron con los de ella.

- Eso os lo dije a las cuatro de la tarde, por lo que aún me quedan ocho horas. - Respondió secamente.

Volvió a mirar al frente y se cruzó de brazos.

Al bajar fuimos a clase, teniamos educación física, otra vez con Sonia. Era la mejor, siempre nos daba tiempo libre, no hacía exámenes, simplemente evaluaba nuestra forma física mientras jugábamos al deporte que quisiésemos. Ojalá nos diese clase el resto del curso.

Fuimos a la cafetería y de nuevo Eloy seguía sin decir media palabra, es más se sentó solo en otra mesa.

Pasaron el resto de las clases y Eloy estaba abstraído, seguía pensando.

En el recreo volvió a repetir la jugada y a la salida lo mismo. Cuando estaba a punto de subirse al bus Ángela lo cogió del brazo y lo metió en la furgoneta. Marina y yo nos miramos nos encogimos de hombros, y seguidamente entramos.

Llegamos a la base a las cuatro menos cuarto y Eloy seguía sin soltar prenda.

- Eloy suéltalo ya. - Dijo Angela.

- Aun me quedan dos minutos y veintidós segundos. - Respondió.

Se notaba perfectamente que ya había tomado una decisión pero quería hacer sufrir a Ángela con la intriga.

Cuando por fin pasó el tiempo, miró su reloj.

- ¿Y bien? - Preguntó Ángela.

Eloy tomó aire.

- Lo haré.

Kaos (#Wattys2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora