1-¿Acaso solo los chicos pueden gastar bromas?

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Cuatro niñas se retorcían los dedos bajo sus capas nuevas. No se conocían de nada y cada una de ellas estaba perdida entre multitud de alumnos de primer año, a la espera de la prueba del Sombrero Seleccionador. Ninguna de ellas entabló conversación con ninguno de sus compañeros, ni siquiera aquellas que estaba rodeada por sus familias.

-¡Louis Weasley!-gritó McGonagall.

Lucy siguió los pasos de su primo con la mirada ¿Y si no entraba en Gryffindor? ¿Y si ella no entraba en Gryffindor? ¿Y si su primo era un Slytherin? O peor aún ¿y si ella era una Slytherin?, pensaba con temor. Sabía que su familia no la desheredaría por no haber entrado en Gryffindor, pero prefería no arriesgarse a decepcionar a nadie. Además, su hermana mayor, Molly, había entrado en la casa de los leones con el resto de su familia ella también tenía que hacerlo. No le quedaba otra.

Normalmente, después de una guerra importante, la gente aprende de sus errores y se rectifica para no tropezar con ellos de nuevo. Sin embargo, después de la guerra contra Voldemort, la tensión entre las cuatro casas había aumentando. Culpaban a Slytherin de cobardes y mortífagos, por haberse unido a Voldemort o por no haber participado en la batalla de Hogwarts; a Huffelpuff por malos combatientes, cuando en realidad hubo más muertos en esta casa por el amplio número de personas, no por falta de destreza con la varita; a Ravenclaw por lentos, que se paraban a pensar en cada decisión, cuando había que actuar con rapidez y de falta de lealtad, pues la mitad de esa casa había huído y a los Gryffindor por idiotas que no se paraban a reflexionar y actuaban sin pensar.

-¡Gryffindor!-gritó el Sombrero en alto, mientras su primo salía disparado hacia la mesa.

El siguiente en la lista fue Fred. No le sorprendió escuchar la respuesta: era un león de pies a cabeza. Su primo sonrió con orgullo y fue hacia la mesa, caminando con arrogancia. Se sentó al lado de Louis y empezó a armar un pequeño alboroto de celebración. Louis pareció entrar en pánico y empezó a pedirle que bajara el volumen, nervioso.

-Lucy Weasley.

Lucy tardó unos segundos en recordar que ese era su nombre. Se subió con nerviosismo al taburete mientras retorcía los dedos debajo de la capa.

-¿Otra Weasley más?-preguntó el Sombrero una vez que estuvo en su cabeza.

Lucy tragó saliva.

-Solo quedo yo.-respondió con algo de timidez.

-Está bien...vamos a ver que hay por aquí...uhm...veo bastante inteligencia, no cabe duda, pero Ravenclaw no es una casa para tí. También hay un poco...no, más bien mucha ambición, pero aún no le has sacado partido ¿verdad? Veo bastante valentía, oculta pero ahí está. Aún no te has dado cuenta, pero eres una verdadera leona ¡Gryffindor!

Sus primos comenzaron a aplaudir, emocionados. Lucy suspiró aliviada y corrió hacia la mesa antes de  que el sombrero cambiara de elección. Se sentó con torpeza entre su hermana y Louis. Su corazón seguía latiendo a mil por hora.

-Sabía que entrarías aquí.-fueron las únicas palabras que le dedicó Molly, tras esa media sonrisa que siempre usaba.

-B-bien hecho primita.-sonrió Louis.

Le revolvió el pelo con cariño, pero Lucy no se quejó.

-Oh, no...-escucharon lamentarse a McGongall. No hacía falta ser muy inteligente para saber quién iba ahora.-James Sirius Potter.

-Sería una desgracia que James no entraba en Gryffindor-dijo Lucy.

-Es James. Entrará. Tiene que hacerlo-dijo Louis, dedicándole una de esas sonrisas que tanto le molestaban, las que quería decir: hay algo más, pero no sabes que es y no te lo voy a decir.

Hogwarts es sinónimo de problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora