33-Hasta que el quidditch nos separe

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-¿Cómo hemos terminado así?-preguntó Astrid cuando la situación llegó a tal punto de estupidez que ya no entendía que ocurría.

Todo había comenzado con Lucy intentando enseñarles un extraño juego de cartas y habían acabado creando un juego nuevo donde mezclaban las cartas del tarot, tres barajas francesas, dos tableros de Monopoly y fichas de ajedrez.

-Lucy se ha caído a la zanja de barro y sin ella no hemos podido llegar a Monte Diamante.-explicó Alice, señalando como una torre que simbolizaba a Lucy estaba hundida en una mancha de cholate.

-Sigo diciendo que es una injusticia, debería haber podido usar el As de no ser porque Lyssander me lo ha inutilizado.-se quejó Lucy.

-Eso no es culpa mía, sino de mi caballo.-explicó Lyssander, señalaneo su figura.

-No me refería a eso...-dijo Astrid.

Alice rodó los ojos.

-Vale, repasaremos las normas para que no te pierdas.-dijo, rascándose la cabeza mientras intentaba no quitarse la carta de la muerte de la cabeza.-Cada una tiene un personaje que corresponde a una pieza de ajedrez. Los blancos son seres de luz y los negros de oscuridad y nuestras características se basan en eso. El objetivo es salvar a los reyes. Las cartas del tarot indican que va a ocurrir a continuación y cuánto más avancemos más tenemos que ir apostando. Las cartas de la baraja nos muestran los niveles de los obstáculos, nuestras opciones y si sale un Joker tenemos que pagar las consecuencias. Gana el que antes salve a los reyes. Si vamos en grupo de cuatro nadie pierde el dinero. Si alguien traiciona se lo lleva todo.

-Entiendo las normas.-indicó Astrid.-Por muy rara versión de Dragones y Mazmorras que sea esto. Lo que no entiendo es cómo hemos terminado en esta situación.

-Lo dices cómo si no lo estuvieras pasando bien.-dijo Alice.

Astrid la fulminó con la mirada. No era que no lo pasase bien, lo que le sorprendía era justo eso, que estuviera disfrutando del juego. Después de todo, cada una tenía una carta de tarot pegada en la frente y Lucy y Lyssander habían estado a punto de montar la segunda una mágica cuando a la segunda le tocó el Joker y había estado a punto de matar a Lucy (Lyssander se había elegido como personaje un licántropo que podía perder el control y hablar con los animales).

-Tal vez sea porque va perdiendo.-señaló Lucy.

Después de todo, Astrid odiaba perder.

-Jugamos en equipo.-señaló Astrid el tablero.

-Ya no, Alice y yo nos hemos aliado y te has quedado atrapada con Lyssander. Solo necesito una buena mano.-dijo Lucy, sacando una nueva carta de la baraja. Era un siete de corazones, lo cual quería decir que era posible.

-Jodeos.-dijo Alice mientras les enseñaba el dedo corazón.

Astrid y Lyssander se miraron. Ahora sí que era personal.

-Nunca habéis cometido un peor error.-dijo Astrid, preparando su cartera para empezar a apostar a lo grande.

A su lado, Lyssander sonreía de una manera un tanto tétrica.
Justo cuando el mayor duelo de la historia de ese juego iba a empezar (vamos, el mayor duelo en las dos horas que llevaba jugando) alguien llamó a la guarida.

Las cuatro se miraron entre ellas, preguntándose quién podría ser. Hacía un par de días los Merodeadores habían estado ahí, viendo Historia de Pasión con ellas y acabando con sus pañuelos, pero no habían vuelto a aparecer.
Alice se encogió de hombros y se acercó a la puerta. Dijo la contraseña y el cuadro de la pared se abrió.

El rostro del director Belduke la sosprendio tanto que dio un respingo hacia atrás. De todas las personas que podía haber esperado el director sin duda no se encontraba entre ellas.

Hogwarts es sinónimo de problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora