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Los carritos habían caído en una laguna de chimichurri en la 1A. Pero ellos habían logrado saltar, usar sus alas, agarrar a Alan y a la Llorona, y aterrizar en tierra firme. Ninguno quería hacer el resto del viaje bañados en chimichurri.

A unos metros del lago vieron el cartel que decía: "Bienvenidos a la sección 1, donde la gula y la pereza se castigan... o apremian".

Alan no había entendido cómo era apremiada la ira en la sección anterior, pero con una laguna de chimichurri se le hacía que en esa sección apremiarían la gula.

Cruzaron el río Lamia y llegaron a la sección 1B. Allí, dos ríos paralelos entre sí, pero oblicuos con respecto al Lamia y al Estigia, corrían con fuerza. Además, al igual que todos los ríos del infierno, no eran comunes. El río de la derecha era de chocolate y el de la izquierda de salsa boloñesa.

De vez en cuando se cruzaban mesas llenas de elíxires y manjares, y sillones o cómodos colchones donde los espíritus disfrutaban de su pereza. Como notaron que ninguno de los espíritus de ese lugar parecía agresivo, pararon a comer y a reponer fuerzas.

Alan no entendía muy bien cómo funcionaba, pero Astarot le había dicho que estaba cerca de convertirse en un demonio y así ser inmortal. En el infierno Alan se sentía más demonio que nunca y pasaba de cosas como el cansancio y la sed. De todas maneras, esa parada fue como un sacudón que le duplicó las energías.

Siguieron hasta la siguiente frontera. Cruzaron el río Estigia por un puente y llegaron a la 1C.Allí empezaron a buscar cuál sería la forma para cruzar a la siguiente sección. No les fue difícil encontrar el montículo de sobras que se imponía casi en el final de la fracción. En un rincón, las sobras estaban hechas a un lado y se dejaba ver una escotilla abierta.

Todos estaban por bajar cuando vieron que Lilit no estaba. Aunque no alcanzaron a desesperarse, porque la vieron llegar con una maseta la cual contenía algún tipo raro de cactus. Pero cuando estuvo lo bastante cerca, vieron la anomalía de esa planta. Tenía cigarrillos en vez de tener pinches.

—¿De dónde sacaste eso? —preguntó Alan.

—No es muy difícil conseguir cigarrillos en Gula y Pereza ¿Sabés?

Los otros ya habían empezado a bajar la escalera de mano que había bajo la escotilla.

Lilit arrancó un cigarrillo y lo encendió. Alan bajó y ella fue detrás de él. Los dos estaban algo atrás con respecto al resto del grupo y ya que Lilit expulsaba humo, decidió aprovecharse de la situación y ver si podía conseguir un poco de información.

—Lilit...

—¿Sí?

—¿Cómo murió Lucifer?

—Fue el día en que nacieron ustedes y el mismo día en el que nació Jesús, otra vez —empezó a decirle con un tono áspero.

—No, no, no, no me cuentes. Mostrame, por favor. —Lilit bufó para evidenciar que no quería—. Pero no los distorsiones. —Alan la miró con los ojos entornados.

Lilit se quedó en silencio un rato, con el humo dentro de sus pulmones, y al final lo soltó. Alan se apuró a aspirarlo todo por la nariz y enseguida se vio sumido bajo un recuerdo.

Lilit salió del espejo con un uniforme de enfermera blanco y ajustado. Poco después salió Lucifer. Tenía un pantalón de vestir, una camisa negra y una corbata bordó, arriba llevaba una bata blanca que resaltaba su espalda ancha.

Llevó sus risos rubios hacia atrás con una mano y miró a Lilit con una sonrisa.

—Creo que nunca te había visto vestida y a la vez tan sexy.

Los huérfanos del infierno #TWGamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora