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—Cerraste el Edén —balbuceó Alan sorprendido—. Así los muertos sólo irían al infierno...

—Y Jesús, igual que antes, tuvo que volver a nacer. Su plan era morir y al ascender abrir las puertas de nuevo, pero eso no pasó ni va a pasar.

—¿Y qué pasó después de que cerraste las puertas?

—A los pocos días nos enteramos de que el Espíritu Santo iba a bajar para concebir otra vez a Jesús. Lucifer cerró el infierno y los que estaban adentro se quedaron resguardados y los otros hicieron lo posible por mantenerse con vida.

—Ahí fue cuando Andras perdió a su ejército y fue al internado, cuando embarazaron a nuestras mamás. —Concluyó y le dio una pitada a su segundo cigarro—. ¿Y vos dónde estabas?

—Me quedé afuera, porque sabía que tenía que ayudar a Andras y tenía que hablar con él también.

—¿Me mostrás?

Lilit le volvió a lanzar humo en el rostro y tuvo que tirar la colilla porque ya no quedaba nada.

Andras estaba apoyado contra la puerta y no paraba de jadear. Los templarios habían invadido el internado, sus amigos habían violado a diez jovencitas en el hall y él apenas había llegado a resguardarse en esa habitación.

Del otro lado, los soldados golpeaban con fuerza en un intento por tirar la puerta. El demonio no sabía cuánto iba a aguantar, pero al menos el cerrojo la mantenía cerrada.

Se asomó las ventanas para ver si podía salir, pero vio a los arqueros listos para disparar y se alejó lo más rápido que pudo. Ni bien se hizo a un lado, algo entró con fuerza, destrozó el vidrio y se estampó contra la pared contigua. Se trataba de Lilit.

—Un poco más y me estampabas a mí también —dijo Andras con gracia.

—No hay mucho tiempo, Andras. Vi ciertas cosas y tengo un plan... Supongo que habrás escuchado algunas cosas. Ahora te necesito. —Él iba a responder, pero Lilit le puso un dedo contra los labios y lo hizo callar—. Abajo tienen que haber diez chicas que dentro de poco van a tener fetos mitad demonio en el vientre ¿Están? —Andras se limitó a asentir—. Y vos no embarazaste a ninguna ¿No?

—¿Qué clase de pregunta es esa?

Los golpes en la puerta empezaban a molestarle a Lilit y se apretó la sien con el dedo pulgar y el anular de una misma mano. Suspiró y se tranquilizó un poco.

—Decime, sí o no.

—No.

—Bueno, vas a tener que hacerlo. Tienen que haber dos hijos tuyos. —Andras sonrió.

—Ehm...

—Tenés que hacerlo, todo tiene que salir tal y como estaba en las revelaciones.

—¿Y cómo sabés que esas revelaciones son de verdad? —Lilit entrecerró los ojos y frunció el ceño. Levantó su antebrazo y dejó que viera todas las quemaduras de cigarrillo que tenía―. Uhm... Bueno.

—No terminé. Necesito que te hagas cargo de todos los bebés, que los entrenes y les enseñes a pelear...

Andras no tuvo tiempo a objetar, la puerta cayó y seis templarios entraron con las espadas al ristre. El demonio tomó a Lilit de la mano y clavó su mirada en uno de los soldados.

—Que los salve su dios —les dijo con repudio.

Sus ojos se volvieron blancos de golpe y el templario al que había mirado se tambaleó hacia atrás como si hubiera recibido un empujón. Se estabilizó rápido, pero ahora, cada ápice de su cuerpo estaba bajo el control de Andras.

Los huérfanos del infierno #TWGamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora