Lilit estaba sentada en un bar frente a otro demonio. Éste estaba cubierto con una túnica sucia y una capucha le cubría el rostro.
—¿Estás lista? —preguntó el diablo.
La pelirroja se limitó a asentir y él agarró un cigarrillo que esperaba en el cenicero. Dio una pitada y después lo apagó en el brazo de Lilit.
Ella gritó y atinó a mover el brazo, pero el demonio la sostenía fuerte. Entonces, su mente se sumió en revelaciones. El cigarro se consumía con velocidad y Lilit no paraba de ver diferentes escenas. Lo que le pareció una eternidad, fueron segundos.
—Otro más —pidió con los ojos lagrimosos.
—Lilit...
—Dale, Abigor. Necesito ver más.
Él sacó otro cigarrillo, lo encendió y lo volvió a apoyar en su antebrazo.
Los recuerdos se revolvieron y ahora, Alan y Bruno, veían lo que había pasado. Enseguida supieron que Lilit tuvo que seguir a Barbatos.
Volvieron a la realidad invadidos por la curiosidad y la confusión.
—¿Qué había sido eso? —interrogó Bruno.
—No sé, no entendí nada —le contestó Alan, pero en el fondo él sabía qué pasaba.
Así Lilit había sabido qué hacer y había elaborado su plan. Ahora todo le cerraba, pero no podía explicarle a Bruno, no en ese instante. El hijo de Andras lo miraba en silencio y entonces Alan dijo:
—Dale, tenemos que alcanzarla.
—Pará, Alan. —Bruno lo agarró de la muñeca—. ¿Estás seguro de que querés hacer esto?
—¿Qué decís? Ya casi estamos por llegar, tenemos que ayudarla.
—Alan, esta no es nuestra guerra y no sé cómo no lo pensé antes... —El chico quiso intervenir pero Bruno continuó—. Yo te odiaba, sabías ¿No? —Alan asintió—. Ahora te entiendo, sé qué buscás la libertad y yo también quiero eso, para todos.
—¿Y?
—Dejame terminar. Pibe, ahora te juro no te entiendo y me parece que te vuelvo a odiar. ¿Cuál es tu plan? ¿Así pretendés ser libre? Durante todos estos días estuviste buscando a un puto líder que seguir... Y después, atrás de la sombra de Lilit. ¿Hasta dónde la vas a seguir? Te metió en una guerra en la que no tenés nada que ver... —Alan quería objetar, pero no sabía qué decir—. Esto no es necesario. Podemos irnos ahora, ya nada te retiene ¡Podemos ser libres!
—Yo le dije que...
—¡No importa! No sé cuál es tu definición de libertad, pero yo no voy a caminar bajo la sombra de alguien más... A menos que tenga fuertes razones, como con Astarot. ¿Tenés alguna razón?
—Yo... —Alan estaba sin palabras y eso empezaba a molestarlo.
—La puta que te parió... ¿Lilit te ofreció algo? ¿O te convenció con sexo como hace con todo el mundo? ¡Date cuenta, bobo! Nos está usando a todos, no sé qué pretende ella, ¿Pero te pensás que si ella está en el trono va a ser mejor que Astarot?
—Sé que cuando tome el poder va a terminar con el régimen de los templarios y voy a poder irme...
—¿Todavía te preocupan esos giles? Pasamos por muchas cosas, Alan... Ellos no pueden hacernos nada. Te aseguro que si salimos de acá y nos vamos a la mierda nadie va a romper los huevos. Esa es la libertad... yo... Quiero aprender a tocar la guitarra, quiero irme por toda la Argentina, por toda América. Quiero recorrer lugares, recuperar el tiempo perdido. Quiero conocer personas, tener nuevas experiencias, vivir al fin y al cabo. —Alan pensaba en todo lo que le decía y por dentro lo cautivaba. Era lo que siempre había querido—. ¿No querés eso también?
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Los huérfanos del infierno #TWGames
ParanormalDos años después de que Andras, el demonio de los asesinos, desaparece del internado abandonado donde se encargaba de custodiar a un grupo de jóvenes semi-demonios, uno de ellos decide salir a buscarlo. Alan, quien durante años quiso ser libre, se...