Capitulo 13

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Estaba en la clase de dibujo y la profesora le provocó que hoy debíamos  dibujar lo primero que se nos vinieran a la mente representando nuestros sentimientos.

Tenía las pinturas de lado izquierdo, el lienzo delante de mi, y un sin fin de sentimientos depresivos, del lado derecho estaban los pinceles y todo lo necesario para dibujar, yo era pésima en el dibujo, y creo que pasaba esa materia porque le caía bien a la profesora.

Vi los pinceles, tomé el que tenia la brocha mas ancha y luego lo volví a dejar en su lugar, tomé la pintura negra y la salpiqué toda en el lienzo, provocando que algunas chispas cayeran en mi delantal, algunos compañeros me vieron con extrañeza y repulsión, pero a mi poco me importó, quedó una gran macha abierta en el medio del lienzo, la cual se iba esparciendo hacia abajo creando algunas rayas turbadas, luego me dispuse a mover un poco la mancha con las manos y formar rayas y formas, recordé todo lo que me pasaba a diario, todo el peso que llevaba siempre, y restregué aun más fuerte, me olvidé de todas las personas que estaban a mi alrededor, y luego tiré la pintura roja en el lienzo de la misma manera que tiré la negra, luego la empecé a regar igual que la vez anterior, mi obra se veía desgarradora y dolorosa, luego tomé un poco de azul en mis manos y lo regué en el medio de los trazos turbios de negro y rojo que se entrelazaban, hice una forma que a mi parecer era algo extraña, y comencé a llorar, luego tomé el morado, me eché un poco en la mano y lo regué en los lugares que aun se veían blancos, le di golpes al lienzo y mis puños quedaron grabados mientras yo lloraba de impotencia luego me desparramé en el piso.

—¿Cariño que tienes? —Preguntó la profesora alarmada mientras sobaba mi espalda.

Levanté la cabeza en su dirección mientras secaba mis ojos con mis antebrazos.

—Nada profesora, tranquila. —Dije con algo de vergüenza ya que algunos de mis compañeros se habían levantado a ver que pasaba.

Miré en la dirección de ellos mientras trataba de calmarme del todo y vi como sus bocas hacían una perfecta O, conduci mi mirada a donde ellos estaban mirando y era mi lienzo lo que veían.

—Es hermoso Charlott. —Dijo la profesora impresionada.

Yo estaba cortada, muchos de mis compañeros la apoyaron mientras yo sentía que mis mejillas iban a explotar.

—Nunca había visto que un alumno hiciera esa mezcla de dolor y frustración tan notable en un lienzo. —Dijo sorprendida. —Esto azul de acá —Señaló la marca azul de mi dibujo. —Esta claro que eres tu. Y estas manchas negras y rojas, esta claro que son tus problemas y tu dolor, y supongo que esto morado es aquello que quieres tener, como cariño y cosas así pero lo sientes muy lejos. —Dijo la profesora analizando mi dibujo.

—Solo pinté lo que sentía profesora. —Dije con pena.

Ella se volteó, mando a todos a sentarse y que continuarán con lo suyo, me dijo que tenia la mejor calificación y que si quería podía irme ya a desayunar o lo que quisiera, le sonreí en agradecimiento y me fui.

Iba sumida en mis pensamientos cuando una de las amigas de Tina me rozó el brazo, medio tropiezo, medio rocé.

La miré con rabia y ella solo se disculpó, trató de sonreír pero en realidad le salió una mueca rara y se fue.

Entré a la cafetería y a estas horas la mayoría de estudiantes estaba en sus clases, saludé a Marina, la cocinera, y pedí mi emparedado de pollo con zumo de naranja, me senté en una de las tantas mesas vacías, solo estábamos Marina, una chica leyendo un libro en una esquina casi al final de la cafetería y yo.

Ya faltaban dos mordiscos y acababa con mi emparedado, sentí que alguien entraba, pero no presté atención ya que estaba de espaldas al mostrador, y fue cuando ya estaba masticando lo ultimo de mi emparedado cuando alguien se sentó frente a mi.

Levanté la mirada y tragué todo de golpe, mientras sus ojos me observaban con culpa, luego tomé una postura desinteresada mientras tomaba mi zumo de naranja.

—¿Que quieres? —Dije todo lo cortante y brusca que quise que sonara.

Inmediatamente sus ojos me miraron con tristeza.

—¿Hablar? —Dijo con cautela.

—¿Sobre qué Tina? —Dije bastante irritada. —¿Vienes a juzgarme? ¿A restregarme que te dejé de importar?

Tenia ganas de llorar, lo vi en esos ojos que yo conocía bastante bien, pero poco me importó, yo también lloré, yo también sufrí y a ella le dio igual.

—Perdoname Charlott. —Se le escapó una lágrima. —Acepto que me equivoqué que no era esa la actitud que debía tomar, que debí apoyarte y no huir como si fueras un bicho raro. —Bajó la cara. —Te quiero mucho Charlott, eres mi hermana y nos lo prometimos un día. —Siguió llorando, y yo la miraba con desinterés. —lamento tanto haberte dejado en una situación así, porque se que es difícil para ti por lo que pasas a diario, perdoname Charlott, no se que me pasó yo... Yo me sentí impactada, me sentía dolida porque no me lo dijiste, actúe de la peor manera lo sé, actúe como no actúa una verdadera amiga pero prometo que esta vez será diferente, que enmedaré mi error y trataré de mejorar, me hiciste demasiada falta, recuerda que no puedo estar separada de ti y mucho menos saber que me odias. —Me miró con suplica. —¿Me perdonas?

—¿Perdon tina? ¿En serio? ¿Crees que con un perdón yo me sentiré mejor? Con un perdón no se va a borrar todo lo que sentí, no se van a borrar tus palabras, ni tus actitudes, tampoco se va a borrar tu indiferencia, como si no me conocieras o yo no existiera, necesitaste tu tiempo para asimilar que tu jodida amiga —Hice comillas con los dedos. —Era una descarriada, que cometió error tras error, ahora tu jodida amiga, se va a dar su tiempo para perdonarte.

Dicho esto me levanté furiosa y me fui, claro yo no hice el mismo espectáculo que ella hizo al levantarse y tirar la silla y que ésta cayera de espaldas, pero si me levanté lo suficientemente furiosa para que se notara.

Una rosa con espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora