Estaba en la cafetería, detrás del mostrador, aburrida, Carla atendía las mesas y luego me daba los pedidos.
Entraban y salían clientes, y no se por qué pero queria ver a Christian atravesar esa puerta, cosa que no pasó.
Al cabo de un buen rato entró una señora algo robusta, y de semblante duro, con unos ojos muy parecidos a los mios, Carla estaba relativamente cerca de el mostrador atendiendo a una mesa.
-Buenas tardes señorita.-Dijo calmadamente. -¿Aqui trabaja Charlott? ¿Charlott Evans?
Okey, eso no me lo esperaba, me mordí la lengua para no decirle que era yo, la impaciencia estaba acabando conmigo.
-Buenas tades señora. -Dijo Carla educadamente. -Es aquella de allá. -Señaló en mi dirección.
-Muchas gracias.-Dijo la señora y Carla asintió.
La señora se dirigió a mi y me miraba extraño, era una de esas miradas que no se pueden describir, se quedó un rato así y me impaciente.
-¿Qué se le ofrece señora? -Dije con algo de incomodidad.
-Eres idéntica a tu madre. -Dijo con admiración.
Yo la miré raro, y ¿Esta es quien? Y conoce a mi madre.
-Soy Marta Warren, mucho gusto. -Y me extendió la mano.
La garganta se me secó y me costo demasiado tragar.
-¿Warren?-Pregunté al borde de la locura.
-Si la misma, soy la hermana de tu madre.-Dijo bastante incomoda.
Okey a estas alturas se preguntarán por qué yo estoy que pego el grito al cielo por una hermana de mi mamá, bueno cuando mis padres comenzaron su relación ninguna de las dos familias los apoyaron, así que se casaron y vivieron juntos sin el apoyo de nadie, solo ellos contra el mundo, se graduaron y fueron grandes empresarios y nuestra vida era bastante estable, pero nunca ni siquiera cuando nacimos las familias dieron sus brazos a torcer, así que fuimos solo nosotros contra el mundo y amigos cercanos. Nunca supimos que era pasar una navidad con abuelos, tíos o primos, y a pesar de todo estábamos bien, pero al morir nuestros padres todos los supuestos amigos que tenían nos dieron la espalda, y gracias a que mi hermano era mayor de edad pudimos conservar la casa y no ir a un orfanato, nuestros padres dejaron herencias, ahorros y microempresas, en caso de algo como lo que pasó y para asegurarnos un futuro, pero nunca nadie se nos acercó a ayudarnos.
Todas esas herencias podríamos obtenerlas cuando cumpliéramos 26, Matt tiene 25 y ya le falta un año para obtenerla, a mi aun me falta.
-¿Qué quiere? -Dije bastante cortante.
Ella me miró ofendida, pero me daba reverendamente igual, no podía venir con su cara sumamente limpia, a quien sabe que ridiculez.
-Yo soy tu tía, querida. -Dijo algo cortada.
-Si eso ya lo se pero no creo que haya venido para sólo decirme algo que es obvio. -Dije irritada.
-Pero que grosera eres. -Dijo molesta.
-Pues me da igual lo que usted y su familia piensen. -Dije levantando la voz. -Ustedes son simples desconocidos para mi, y disculpe usted Madame -Dije sarcástica. -Pero no soy educada con las personas que mandaron a mi madre a la mierda como si fuera un perro callejero.
Estaba alterada, mi respiración era irregular y mi pecho subía y bajaba rápidamente, mientras ella tapaba su boca con asombro.
-Que grotesca y salvaje eres ¡Dios! -Dijo exasperada. -Que educación y valores te inculcaría tu escuálida madre. -Dijo sarcástica.
-Vallase a la mierda vieja imbécil, y con mi madre no se meta que fue mucho mas que usted. -Dije a los gritos.
Carla inmediatamente se acercó, cuando me percate de su presencia todos los clientes nos observaban, di gracias porque Frank no estuviera o ya me hubiese matado por algo así.
Carla me tomó por un brazo y comenzó a sobarlo para tranquilizarme, mis ojos ardían pero no votaría ni una lágrima delante de esta vieja.
Ella me miraba implacable.
-Volveré querida, y hablaremos, hay que hablar de muchas cosas. -Dijo suavemente como si nada y se fue.
Al sonar las estúpidas campanas de la entrada, me derrumbe a llorar, me resbale por la paredes hasta sentarme en el suelo detrás del mostrador, Carla tuvo que atender a unas personas mientras yo estaba con la cara entre las piernas tratando de controlarme.
Al cabo de un rato y ya más tranquila, Carla se me acercó.
-Ahora es el momento de que me expliques lo que pasó y quién es esa señora. -Dijo suave pero autoritaria.
Tome una gran bocanada de aire y le explique quien era y que ni siquiera la deje hablar porque mi furia fue mayor.
-Te entiendo Charlott, mas bien te controlaste, yo le hubiese saltado encima. -Dijo sonriendo.
Yo solte algunas risas.
-Ganas no me faltaron Carla creeme, pero estábamos en un lugar donde no podía hacer eso ni por error, sabes como es Frank.
Sobó mi brazo de nuevo y se levantó para limpiar unas mesas, yo hice lo mismo, ya estábamos cerrando.
Nos despedimos y cada quien marchó a su casa, vi como el auto de Raúl aparcaba a mi lado y sonreí, me subí y nos saludamos.
-No me digas estabas buscando el lugar buenisimo donde venden hamburguesas y por casualidad -Hice comillas con mis dedos. -Me encontraste. -Dije burlona.
Luego de unas cuantas risas.
-Oh, señoras y señores. - Habló como si hubiera un público. -Les presento a la dulce, linda, y amigable vidente, aplausos. -Luego aplaudió e hizo vítores.
Yo me eche a reír.
-Que tonto. -Dije aun entre risas.
-¿Te gustaría ir a comer?
-Claro. -Dije sonriente.
Él encendió el auto y condujo al mismo lugar que me había llevado la otra vez. Esta vez no me dio nada de pena aceptar su invitación, ya lo veía mas natural, comenzaba a tenerle aprecio.
Luego de comer me llevó a casa, bueno me dejo cerca de mi casa y luego de bañarme y ponerme la pijama, me dormí plácidamente.
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Una rosa con espinas
RomansHay rosas increíblemente hermosas, tanto, que no podemos creer que lleguen a tener espinas, hay mujeres increíblemente hermosas, tanto, que no creemos que tengan errores, pero al querer la rosa, debes querer sus espinas, y al querer a la mujer debes...